Para conmemorar los 20 años de su inauguración, el Museo Latinoamericano de Buenos Aires (MALVA) ha escogido la muestra del gran artistauruguayo Rafael Barradas. La organización fue en colaboración con el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura, y el Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay, bajo la dirección de Enrique Aguerre, curador de la muestra.
La exposición se centra en uno de los períodos de 1913 a 1923, durante la estadía del artista en Barcelona y Madrid, y reúne más de 130 obras, entre óleos, acuarelas y obras sobre papel. Se resalta el lugar que ocupó su familia, tanto en vida como en la obra de Barradas, que queda reflejado en el número de retratos que realizó de la madre, la hermana Carmen, el hermano Ignacio, su esposa Pilar y su cuñada Antoñita. La música compuesta por su hermana Carmen fue un dialogo entre ellos, un intercambio de diferentes sensibilidades. La fabricación de juguetes la llevó a cabo con su madre y con Carmen.
Barradas nace el 4 de enero de 1890 en Montevideo, en el seno de una familia de emigrantes españoles. Tiene dos hermanos, Antonio, que se dedicará a la literatura con el seudónimo de Antonio de Ignacios, y Carmen, una importante pianista y compositora. No tuvo una formación artística formal, pero sí la influencia de su padre que le inició en los ambientes culturales de Montevideo. En cierto modo es un autodidacta. En 1908 se publican sus primeros dibujos en la prensa –El Tiempo, La Semana y Bohemia–, actividad a la que se dedicará toda la vida, y en 1910 expone en la Galería Moretti y Castelli de Montevideo, la primera de las cuatro exposiciones que realizará antes de viajar a Europa. Expone la obra, “Los Emigrantes”, figuras que impactan por volumen y pesadez.
En 1913, funda con un grupo de amigos el periódico Monigote, en el que publican sus dibujos satíricos de la bohemia ciudadana de artistas plásticos, escritores y gente de teatro.
Queriendo conocer lo que se sabía sobre los movimientos del arte en Europa, ese mismo año realizó el viaje gracias a la generosidad del tenor Alfredo Médici, un amigo que compartió con él su beca de estudios.
Viaja un año entre Milán y Paris, pero escoge España –que se encuentra al margen de la Primera Guerra Mundial– como país de residencia, como muchos otros artistas (por ejemplo, Robert y Sonia Delaunay, Albert Glrizes, Metzinger, Olga Sacharoff, Francis Picabia), y también porque muchos compatriotas suyos estaban en Mallorca y Barcelona. Se establece en 1914 en Barcelona. Emprende un viaje a pie a Madrid, pero a mitad de camino cae enfermo y es acogido por una familia de campesinos aragoneses cuya hija, Simona –“Pilar”–, se convertirá en su esposa el año siguiente. Reside en Zaragoza, colabora en la revista Paraninfo y expone en el Lawn Tennis Club. Comienza a relacionarse con importantes personalidades del panorama cultural y artístico español como Zuloaga y Guillermo de Torre.
En 1916 su familia se trasladada desde Montevideo a Barcelona y Barradas se reúne con ellos, estableciéndose en esta ciudad durante esta primera etapa, ciudad que se perfilaba como un núcleo de arte de vanguardia, introduciéndose en los círculos de culturales más activos. Al año siguiente entabla amistad con Torres García, 18 años mayor que él, quien queda impactado por la vitalidad del joven. En 1936, años después de la muerte de Barradas, Torres García en un texto que le dedicaría en su “Universalismo Constructivo”, expondría la importancia que tuvo para él esa amistad y la profunda complicidad que les unió, reflejada en la correspondencia epistolar entre 1918 a 1928. Juntos se sumarán a las propuestas vanguardistas de Joan Salvat Papasseit y contarán con la colaboración del galerista Josep Dalmau, una amistad que perdurará muchos años.
En diciembre de 1917 expone, junto a Torres García, en la Galería Dalmau de Barcelona y en 1918 expone individualmente en las Galerías Layetanas e ilustra junto a otros artistas de vanguardia internacional –Robert Delaunay– en revistas de vanguardia como Art Voltaic y Un Enemic del Poble. En esta exposición los críticos de la época ven en él un innovador en el campo de la pintura, lo tildan de cubista revolucionario, señalando la influencia de los futuristas italianos. Su arte todavía produce incomprensión. Viaja a Madrid en busca de mejores oportunidades. Comienza a colaborar con la casa de juguetes Pages, donde trabajan su madre y Carmen, que lo contrata como ilustrador de cuentos infantiles. Poco a poco el mundo infantil será una constante en su producción artística.
Conoce al crítico de arte José Francés, que le presenta al empresario del teatro Eslava, Gregorio Martínez Sierra, y a la primera actriz Catalina Barcena, iniciando una colaboración en las actividades editoriales y teatrales, creando las escenografías, figurines, dibujos para carteles, folletos y programas de mano del teatro. Conoce a la primera actriz de la compañía, Catalina Bárcena, a quien le dedica muchos dibujos. Un año más tarde, realiza los figurines para la primera obra de teatro de Federico García Lorca, “El maleficio de la mariposa”, producida por Martínez Sierra. Hacia 1920 en Madrid, expone en el Ateneo, y aflora una caricatura de faceta cómica, el clownismo, por su pasión al mundo circense que en el fondo esconde una crítica sagaz. El teatro le ofrece múltiples y diversos ámbitos de desarrollo artístico. Ganó premios como escenógrafo y como figurinista. Es una nueva expresión de su creación literaria y pictórica. Barradas siempre se consideró en primera instancia un literato.
Se reencuentra con Guillermo de Torre que le introduce en el movimiento Ultraísta, Ilustra las revistas del grupo, y el Manifiesto Ultraísta Vertical. Conoce al escultor Alberto Sánchez, quien gracias a su influencia entra en contacto con el arte de vanguardia
A partir de 1922 su pintura vuelve hacia la figuración, pero de manera personalizada por unos personajes que le son genuinamente propios. Este cambio se consolida con su marcha al año siguiente, a Luco de Jiloca, Teruel, donde hace una importante serie retratos de personajes locales que han de soportar la dureza de la vida y de la tierra, figuras que imponen, que solo el contorno geometrizado de la cara les otorga forma, en la que solo resaltan las cejas. En 1925 viaja a Burdeos y San Juan de Luz, al sur de Francia, camino de Paris, viaje que no se concretará. Realiza dibujos de temas marinos y hombres del mar… Barradas ensalzó las clases humildes, labriegos, obreros u hombres del mar, por la monumentalidad de la plástica como los representaba.
Expone junto a gran parte de los artistas de vanguardia en la primera gran exposición de la Sociedad de Artistas Ibericos en el Palacio de Velázquez del Retiro, celebrada en Madrid.
En 1926 se instala en Hospitalet del Llobregat, donde pinta las casas y personas de su entorno cotidiano, y paisajes del barrio de su ciudad, que se asemejan a sus recuerdos montevideanos.
En 1928 participa en la exposición colectiva Manifestación Pictórica de Vanguardia. Conoce a Marinetti y participa en una exposición homenaje al futurista. Galerias Dalmau le organiza tres exposiciones.
Los problemas económicos y su quebrantada salud serán la causa de su regreso a Uruguay en 1928. A su llegada es homenajeado en el Teatro Solís de Montevideo. Muere el 22 de febrero del año siguiente. “Can Dalmau” le rinde homenaje póstumo lanzando una corona de flores al mar en el puerto de Barcelona, con palabras del poeta Juan Gutierrez Gili.
Barradas, una vida corta nutrida en arte
Barradas gustaba contrastar opiniones con todos los personajes de las ciudades que vivió. Organizaba tertulias de debate que mantenían su interés por conocer las inquietudes del momento. En Montevideo frecuentaba El Café Británico, El Polo Bamba y El Ateneo. Desde su encuentro en 1917 en Barcelona con Torres García y Joan Salvat Papasseit asiste las tertulias de “Mon Repos” en Terrassa y posteriormente a las de la trastienda de la Galerías Layetanas. En 1921, en Madrid, crea su propia tertulia en el Café de Oriente, frecuentada por Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre, y Norah y Jorge Luis Borges, entre otros, y asiste a las tertulias de Gómez de la Serna. A la vez asiste a la tertulia del escritor Rafael Cansinos en el Café Colonial que frecuentan el poeta chileno Vicente Huidobro y el pintor andaluz Vazquez Díaz. En Hospitalet de Llobregat, en 1926, funda el Ateneíllo. Allí acuden importantes figuras culturales, como García Lorca, Sucre, Dalí, Díaz Plaja, Gasch, Gutierrez Gili y su hermana Carmen.
Francia e Italia serán los hitos de su vida que le marcarán el camino hacia la ruptura y la libertad creativa de su arte. España será donde consolidará en el arte todo lo que ha absorbido de una Europa en proceso de cambio. El impacto que le produjo entrar en contacto con los creadores del futurismo, Carlo Carrà, Giacomo Balla, Umberto Boccioni, y Gino Severini que desde 1912 estaban instalados en Paris, es patente en su obra. Quedó sorprendido y deslumbrado por el dinamismo de la nueva forma de vida de las ciudades, el transporte, los autos, el tránsito, el movimiento incesante de las personas en su devenir diario, los anuncios publicitarios en un derroche de producir sensaciones lumínicas que impacten en los individuos; es todo un cúmulo de sensaciones que producen en su retina un nuevo lenguaje que él llamará “vibracionismo”, con el que narra la ciudad moderna a través de líneas geométricas de diferentes colores que definen imágenes superpuestas, lenguaje al cual no será ajeno Torres García y otros artistas plásticos españoles como Celso Lagar.
Fue un gran dibujante. Destaca la ilustración de libros para niños, sus trazos son frescos y los coloresrezuman esa alegría y candor para llegar al público infantil; recordemos de las escenas de “El hermanito Tim”, o para libros de famosos autores que edita para Biblioteca Estrella: Dickens, Rodenbach, Turgueneff, Lope de Vega, etc.
La mayor parte de su obra la pintó en España. Fue el catalizador del camino de la ruptura y de la libertad para el artista como Salvador Dalí, Benjamín Palencia, Alberto Sanchez, y Federico García Lorca entre otros. Su aportación fue decisiva para el arte de vanguardia.
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