El segundo viernes de diciembre será la elección de Conaprole con tres listas en pugna. Desde el oficialismo Gabriel Fernández encabeza la Lista 1010; mientras que por la oposición Opción 2021 lleva a Álvaro Lapido como candidato, y la Lista 1936 a Alessio Ortolani. Lapido valoró en entrevista con La Mañana que Conaprole “es más importante” que el Instituto Nacional de la Leche.
Álvaro Lapido dijo que conoce los desafíos que enfrenta Conaprole porque fue director durante 5 años y vicepresidente otro tanto, además de haber liderado en Inale en los últimos meses, cargo al que renunció para postularse a la presidencia de la cooperativa.
“Conozco sus problemas y sus fortalezas”, expresó. “Conaprole exporta el 70% de su producción y cuando se miran los indicadores de nuestros competidores en el mundo como Nueva Zelanda, Australia o Estados Unidos, la productividad de sus plantas es mucho mayor. En Nueva Zelanda la productividad por hombre es 4 veces mayor”, por tanto “tenemos un tema a nivel industrial de mejora de la productividad de nuestras plantas”.
“También tenemos un problema de porteras adentro con muchos productores que no puede alcanzar los rendimientos necesarios, y especialmente los tambos chicos. Conaprole sostiene a los tambos familiares que de otra forma hoy no estrían presentes porque a las plantas grandes ya instaladas o que se puedan instalar en el futuro no les interesa los tamberos chicos”.
Y hay un tercer componente que es el Gobierno “porque este es un problema social y hay un especial interés del Gobierno para que esos productores permanezcan y no cierren sus tambos como pasa actualmente”.
Otro punto destacado por Lapido es la necesidad de que todo el sector haga un esfuerzo compartido. “Tenemos a los productores que trabajan 12 o 14 horas al día, y una pequeña minoría del sector trabajador que dificulta el trabajar en las empresas. Yo no quiero solo el sacrificio de los tamberos, quiero el esfuerzo de todos los que trabajan en Conaprole”, especificó.
El candidato también cuestionó la actual directiva de Conaprole. Dijo que a diferencia de ella “para nosotros lo más importante es el productor lechero”.
“El oficialismo, que es gente muy bien intencionada, tiene como prioridad Conaprole, muestran los números que la empresa está muy sana. Eso es fantástico, pero a mí me preocupa cómo están los tamberos, los 1.800 dueños (de Conaprole), y ahí entramos en una visión distinta” porque “lo primero es que haya negocio a nivel del productor. La gente cierra los tambos y se va a la agricultura”, cuestionó.
Eso tiene un impacto social, pero también es una realidad que si no hay leche las plantas no pueden funcionar, y “cuando hay menos leche los costos se incrementan”.
Además valorizó la trascendencia de contar con una cuenca lechera, porque “una planta sin leche no vale nada”, subrayó. “Si una planta cierra porque no tiene leche su valor es apenas por el desguazadero de los fierros. Conceptualmente lo que tienen valor es la cuenca”, insistió.
La importancia de la marca
En el caso de Conaprole “la marca tiene un enorme valor, y eso tenemos que cuidarlo, y la responsabilidad es de los productores y los trabajadores, porque si no se cumple con los clientes la reputación de la marca se verá dañada”.
Otra faceta fundamental es la distribución. “Nosotros llegamos todos los días a 15.000 o 20.000 puntos, entonces cuando hay un conflicto y no se llega con los productos uno está dando un espacio enorme a la competencia para que gane porciones del mercado.
Y no menos clave es atender los nuevos desafíos que pasan por los cambios en el consumo de los jóvenes o la huella de carbono. “Los millennials no tienen problemas en probar otras cosas, productos nuevos, alternativos, ya vemos lo que está pasando con la carne. Otro tema es la huella de carbono de Conaprole, tenemos que llegar a sistemas de neutralidad, no contaminar”, cosa que Nueva Zelanda “ya lo está haciendo, está buscando la neutralidad, y eso incluye las emisiones de los tambos y a las plantas, y también lo que mitigamos con nuestras pasturas”.
Son temas en los que “hay que mirar con luces largas y pensar la lechería en los próximos 10 o 15 años”. El mundo “da señales sobre el consumo de la proteína animal, y no podemos llegar tarde a darnos cuenta de eso”, concluyó.
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