Era la mitad de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes seguían en lo más profundo de Rusia; los británicos y los estadounidenses habían despejado el norte de África, pero aún no habían invadido Sicilia. Los japoneses controlaban la mayor parte del Pacífico occidental. Marshall era el Jefe de Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos. Hilldring, un general de dos estrellas, acababa de recibir el encargo de organizar los gobiernos militares de los países que iban a ser liberados o conquistados. Años después, Hilldring informó de lo que le dijo Marshall:
Le estoy depositando una confianza sagrada y deseo que lo tenga presente cada día y cada hora que presida esta misión de gobierno militar de los asuntos civiles. Nuestra gente a veces dice que los soldados son tontos. Debo admitir que a veces lo somos. A veces nuestra gente piensa que somos extravagantes con el dinero público, que lo despilfarramos, que lo gastamos imprudentemente. No estoy de acuerdo en que lo hagamos. Estamos en un negocio en el que es difícil administrar siempre los asuntos como un hombre de negocios puede administrar los suyos en una empresa, y el buen juicio a veces nos obliga a construir un tanque que resulta no ser lo que queremos, y lo desechamos y construimos otro… Pero aunque la gente diga que somos extravagantes, eso en sí mismo no es demasiado desastroso… Pero tenemos una gran fortaleza y es que nuestra propia gente, nuestros compatriotas, no desconfían de nosotros y no nos temen. Nuestros compatriotas, nuestros conciudadanos, no nos tienen miedo. No albergan ninguna impresión de que pretendamos alterar el gobierno de este país o la naturaleza de este gobierno de ninguna manera. Esta es una confianza sagrada que le confiero hoy… No quiero que haga nada, y no quiero permitir que el enorme cuerpo de gobernadores militares que está formando y que va a despachar por todo el mundo, dañe esta alta consideración en la que los soldados profesionales del Ejército son tenidos por nuestro pueblo. Y podría suceder, podría suceder, Hilldring, si no entiende la empresa en la que se está embarcando.
Extraído de “Pensando a tiempo: los usos de la historia para los tomadores de decisiones”, de R. Neustadt y E. May, The Free Press (1986)
TE PUEDE INTERESAR