El falso relato, ese que dice que los guerrilleros fueron los “Robin Hood” que lucharon contra la dictadura, que no fueron terroristas ni cometieron crímenes de lesa humanidad, que el único terrorismo es del Estado, que si cometieron delitos fue en la búsqueda del bien común en un “proyecto socialista para terminar con la opresión capitalista y la corrupción”, que niega la tortura de la siniestra Cárcel del Pueblo porque todos los secuestrados “se lo merecían”, que son más honestos, transparentes y desinteresados que los políticos tradicionales, que la dictadura comenzó en el gobierno de Pacheco a pesar de que era una plena democracia —y rechazan haber provocado y pavimentado el camino hacia el golpe de Estado, esa mentirosa historia elaborada fundamentalmente en el exterior y manipulada por misteriosos agentes, los mismos que en la otra muela de la tenaza azuzaban a imponer una represión sin antecedentes en los conflictos armados del siglo XIX, cuya nave insignia era la dictadura argentina—, configura un relato agotado que ya ha empezado a crujir.
Comenzando porque el Gral. Liber Seregni, fundador del Frente Amplio, nunca compartió ese relato, siempre sostuvo que Pacheco Areco nunca saltó los límites de la Constitución y que respecto de la Cárcel del Pueblo dijo que “sometía a los secuestrados al mismo inhumano y brutal destrato que sufrieron los rehenes tupamaros en las prisiones de la dictadura”.
Antes de formular los hitos que fueron marcando esta progresiva fabricada falsa historia que se pretende enseñar como versión oficial, veamos las causas de las cuales se valieron sus propagadores foráneos para imponerla
1) En primer lugar, operando sobre la formación de opinión por medio de la enseñanza, utilizando la tarea de profesores, historiadores y seudointelectuales dispuestos a falsear la realidad;
2) Difundiendo por los medios preferentemente de izquierda (semanarios, voceros, radios, etc.), con periodistas oportunistas, el discurso oficial;
3) Aprovechando la ignorancia de las generaciones jóvenes que ni vivieron el conflicto desatado a sangre y fuego ni leyeron las noticias de los diarios que día a día informaban de asesinatos, asaltos, secuestros rapiñas y extorsiones, siempre en sus titulares;
4) Sumando el apoyo de las minorías por razones de sexo, ambiente, género, raza o discriminación en general, que tienen la necesidad de hacerse notar por medio de manifestaciones públicas, pancartas y marchas;
5) La facilidad con que se aceptan las actitudes contestatarias, en la natural propensión de descargar en otros, la sociedad o las clases pudientes, las propias frustraciones;
6) La gravitante reacción del sindicalismo que para compensar su apoyo explícito desde a los muy famosos Comunicados 4 y 7 de las Fuerzas Armadas, se ha convertido en un brazo que opera al servicio político de la corriente foránea, como es visible hoy en día, en su desatada campaña contra la LUC.
“La redención de Pascasio Báez”
Finalmente, destacamos el formidable impacto que está causando el libro de Pablo Vierci titulado “La redención de Pascasio Báez” de reciente aparición en nuestras librerías. El autor es un excelente periodista y escritor con éxitos de obras como “La sociedad de la nieve” o “El fin de la inocencia” y un guionista prestigioso con ejemplares trabajos como los de “El viñedo” y “La redota”.
El libro es un verdadero y fundado alegato que desmonta pieza por pieza, con precisión de cirujano y delectación de artista, el mito mentiroso, manipulado desde el exterior de la épica tupamara –como reza su contratapa– y deja en evidencia la cruda indiferencia ante la muerte y el terror que provocaban, aunque se tratare, como es el caso de un simple paisano, un civil ajeno al conflicto cuya meditada y fría ejecución hiela la sangre y enciende la indignación.
Con detalles y nombres de sucesos verídicos de incontrastable realidad, va desarrollando lo que se convierte en un alegato que hasta recuerda la descalificación y los insultos al Gral. Seregni (hasta “viejo verde” sic), le llamaron.
De la herencia maldita, consistente en el endeudamiento del país, el despilfarro y las malversaciones, ya se están ocupando las actuales autoridades y la Justicia.
Crisis del Derecho
Ahora debemos destacar otro legado, sin duda más gravoso para nuestra institucionalidad. Nos referimos al “golpe técnico” que ha significado la derogación de la Ley de Caducidad y el desconocimiento de los dos plebiscitos con los que la ciudadanía, depositaria de la soberanía nacional, los ratificó ampliamente.
Eso ha sido la consecuencia de considerar lo político por encima de lo jurídico, con la particularidad que en el caso sirve para un propósito de venganza. En lo que es sin duda una verdadera politización de la Justicia, que se convierte de ese modo en un actor político y se olvida del Derecho; siendo lo más grave que existen jueces que así lo aplican.
Sebastián Soler, quizás el más insigne de los penalistas argentinos y maestro de los nuestros, que consagró la reconstrucción dogmática del derecho penal de ese país y de quien pensamos que sabía un poco más que nuestros magistrados, expresaba enseñando sobre la llamada “crisis del Derecho” que: “La tendencia a colocar la norma debajo de los hechos, a exaltar el hecho político por encima de la Constitución, la jurisprudencia por encima de la ley y el Estado por encima de la norma, conduce a sacar al Estado del sistema normativo e identificarlo sicológicamente con una persona dotada de especiales intuiciones creadoras de normas, de valores jurídicos y de deberes”, ‘Fe en el Derecho’. (TEA pág. 80, 1956).
No es precisamente esa, la crisis del Derecho, que la ciudadanía está dispuesta a aceptar para nuestro país. Lo que reclama, en cambio, es la plena vigencia de la norma penal escrita (o sea la costumbre no es fuente de Derecho), estricta (que supone rechazar la analogía), previa (que excluye la retroactividad de la ley penal o procesal más gravosa) y cierta, o sea clara en la determinación del modelo de conducta que así se incrimina.
Acá no hay hombres providenciales ni grupos de iluminados, pues existe un sistema normativo conformado por las leyes y la Constitución que deberán ser para siempre respetados por todos, ¡o sea que el “nunca más” será para todos o no será para ninguno! Que se entienda bien.
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