En el caso del caucho se puede apreciar perfectamente cómo se inició la articulación entre los distintos modos (ndr: de producción capitalista y precapitalista), mediante un proceso de acumulación originaria a través del cual se demuestra que el control del comercio y de las vías de comunicación son un paso previo antes de llegar a controlar los medios de producción propiamente dichos. La industria cauchera no escapó a esta regla del proceso de acumulación originaria. La lucha que se planteó por el control del comercio y las cabeceras de río fue muy fuerte. Los que lograron dominar o controlar los ríos se convirtieron posteriormente en propietarios de las tierras productoras de caucho. Esto fue así gracias al proceso de acumulación que era posibilitado por la relación monopsónio-monopólica que establecía el comerciante con respecto a los productores caucheros establecidos a lo largo del río, por él controlado, en la medida que era el único proveedor de materiales y víveres para los caucheros y el único comprador de caucho. Además, el sistema de “habilitación” (crédito) facilitaba la perpetuación de este vínculo de intercambio desigual, que finalizaba con la apropiación de las tierras del cauchero.
Otro aspecto sumamente interesante del “boom del caucho” es el que permite percibir el tipo de dinámica que se genera entre el país productor del bien exportado y los compradores, sobre todo cuando un determinado país productor de bienes de exportación pretende colocarse en una situación de igualdad en el intercambio con los productos generados por la metrópoli, o, lo que es más, cuando el país exportador pretende hacer uso de esa ventaja monopólica como habitualmente lo hacen (en términos de capital, tecnología, insumos, etc.) los países que lograron el desarrollo en una fase anterior. Cuando pretende generarse esta interdependencia igualitaria entre países desarrollados y subdesarrollados, los primeros comienzan desesperadamente a buscar un sustituto o, en último caso, tratan de controlar el sector del cual son dependientes; en el Perú, el caso del caucho (el oro negro de principios de siglo) es uno más en esta lista. El famoso contrabando de las semillas de Havea de la Amazonia latinoamericana, y los esfuerzos realizados por el botánico inglés Henry Wickham para lograr el cultivo masivo de caucho dentro del sistema de plantación en el sudeste asiático (colonia inglesa de aquel entonces), son una prueba más del tipo de estrategia desarrollada por los países centrales para romper con la posibilidad de un comercio igualitario. Al mismo tiempo, no hay que olvidarse de los increíbles esfuerzos desplegados por la Real Marina Inglesa para encontrar nuevas fuentes de guano en el mundo y controlarlas.
Otro aspecto relevante, íntimamente ligado a todo lo anterior, es el fenómeno del enclave productivo que surge de la articulación de los distintos modos de producción. Este fenómeno de enclave implica una situación en la que los principales productos de cuya exportación depende económicamente un país periférico tienden a ser producidos en zonas muy restringidas, por un número muy limitado de empresas, normalmente rodeados de una vasta periferia que participa en forma totalmente marginal de dicho proceso de producción y menos aún del de distribución. Este proceso productivo tiene como fin último satisfacer las necesidades de una sociedad avanzada y se organiza única y exclusivamente con esa finalidad; al terminar dicha necesidad, el área sujeta a este sistema de producción queda en una situación peor que la anterior ya que ha sido desmembrada de su sistema, modificada y organizada para responder a necesidades de fuera. La desintegración de este proceso de modernización artificial produce en la región trastornos imposibles de evitar, por la cantidad de recursos que se necesitarían para reorganizar el proceso productivo; como reacción a esto, surgen los conocidos movimientos separatistas. La posibilidad de la desarticulación del Estado-nación está siempre latente como resultado de lo débilmente integrados que están estos países; cualquier dislocamiento basta para que este fenómeno se dé o intente (la Amazonia peruana no escapa a esta regla). Unida a esto tenemos la larga lista de enfrentamientos entre países limítrofes que buscan capitalizar estos desequilibrios internos producidos por algún insatisfecho grupo étnico, regional o religioso, o solucionar algún problema interno, apoderándose del recurso ajeno exportable; ejemplos: Bolivia-Paraguay, Perú-Ecuador, Perú-Chile, Perú-Colombia, etc. Todos y cada uno de los puntos aquí mencionados pueden encontrarse de una u otra forma ejemplificados dentro de ese interesante fenómeno económico-social que fue el “boom del caucho” a principios de siglo.
Guido Pennano, economista peruano, en “Economía política del caucho en el Perú (1978)
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