Desde 1955, la Asociación Honoraria de Salvamentos Marítimos y Fluviales (ADES) presta socorro frente a situaciones que requieren auxilio marítimo en la búsqueda y el salvamento de personas. El encargado de emergencias de mar a nivel nacional, Alejandro Abelenda, charló con La Mañana sobre el trabajo que realiza la institución y los desafíos de esperar siempre la próxima llamada que deje huella.
Hace 12 años, Alejandro Abelenda se hizo a la mar en su velero. Era una de sus habituales actividades. Se adentró profundo en el agua y rumbeó hacia el este. No imaginó que ese día no volvería a tierra tal como había salido. Cercano a Isla de Flores el combustible con el que contaba se acabó. Era, además, una tarde calma con apenas una lacia briza. Y el velero, sin motor, y sin viento, se convirtió en una suerte de corcho que flotaba a la deriva. Uno al cual amenazaban, además, Las Pipas. Ese conjunto rocoso que emerge desde el mar con apenas si alguna población de lobos marinos, amargaba un siniestro.
En este escenario de incertidumbre y peligro, decidió actuar rápido. Recordó que una vez había escuchado sobre ADES, una institución honoraria de salvamento de personas en las aguas, y llamó. Un par de horas después estaba nuevamente en tierra, preguntándose qué hubiese pasado si… Y ese agradecimiento, tan enorme, por haber vuelto a nacer de alguna forma, lo inspiró en un compromiso: sería él también un rescatista. El pase de rescatado a rescatista le llevó, al menos, un año. Hoy es jefe de base de Buceo –la única base de Ades en Montevideo– y encargado de emergencias a nivel nacional.
La Asociación Honoraria de Salvamentos Marítimos y Fluviales (ADES) presta socorro frente a situaciones que requieren auxilio marítimo y colabora con el trabajo de la armada. Se encuentra preparado para operaciones de búsqueda y salvamento. A nivel nacional ADES Uruguay forma parte del Comité Nacional de Emergencias y a nivel internacional forma parte de la International Maritime Rescue Federation. La organización surgió en el año 1955 luego de lutuosos eventos que marcaron la necesidad de un auxilio extra en las aguas. Hoy cuenta con siete bases: Carmelo, Juan Lacaze, Santiago Vázquez, Montevideo, Piriápolis y Punta del Este. Cada una de estas bases tiene, además, distintos tipos de embarcaciones para responder a diversos eventos. De esta forma, en dos o tres horas, dos embarcaciones que parten desde puertos diferentes pueden realizar una búsqueda más efectiva.
La institución posee tres tipos de embarcaciones: de todo clima (de porte mediano, destinada a los eventos de peores condiciones, de las cuales hay tres distribuidas en Colonia, Montevideo y Punta del Este), de todo clima no oceánicas (distribuidas en Piriápolis, Santiago Vázquez, Juan Lacaze y Carmelo) y unas embarcaciones alemanas donadas por integrantes del homónimo de Ades en Alemania.
Un esfuerzo a pulmón y corazón
El trabajo en Ades es honorario y engloba un número importante de personas que sobrepasa los 300 voluntarios. En las bases trabajan 140 personas. En caso de un siniestro o una búsqueda importante, cada embarcación parte con cinco personas que deben ser relevadas cada ocho horas debido al fuerte desgaste físico. Esto hace que, por ejemplo, en una sola búsqueda puedan estar involucradas 50 personas.
Para formarse como voluntarios, los interesados deben aprobar primero una evaluación que determine cuál sería su rol potencial. Luego de ello, deben realizar una preparación para obtener los conocimientos básicos que siente las bases, sobre todo, porque la gran mayoría de los interesados son personas que no cuentan con una importante experiencia en el mar. Esto demanda, al menos, una formación de 60 horas a la que le continuará un entrenamiento dos veces por semana para que las personas tengan el reconocimiento de la tripulación existente como para poder embarcar en condiciones y conformar un equipo en línea con lo que se hará.
Pero también demanda contar con la flexibilidad laboral para hacerlo, dado que ADES está activo las 24 horas, los 365 días y el próximo llamado puede ser en cualquier momento. Es por esto que los voluntarios tienen otro trabajo -en el caso de Abelenda, es cerrajero– en el cual pueden partir cuando la situación lo amerite y que, además, no siempre saben cuándo regresarán.
Además de este esfuerzo, el financiamiento ocurre “muy a la uruguaya, con mucho corazón y trabajo”, comentó Abelenda en entrevista con La Mañana. Esto requiere mucho esfuerzo, explicó, porque mantener una embarcación es costoso dado los materiales que se necesitan para equiparla, así como también los costos de mantención. A modo ilustrativo, cada embarcación tiene un costo anual de US$ 2100, los que se convierten en US$ 4000 cada tres años debido a la caducidad de algunos elementos. Para ello el rol de los sponsors es importante.
Siempre alertas
Cuando ocurre cualquier evento marítimo se debe dar aviso al 911, a la Prefectura o a Ades, llamando al 1767. Abelenda señaló que debido a la pandemia hoy hay un menor tránsito internacional de barcos, por lo que las bases que actualmente más trabajan son las de Colonia, Carmelo y Juan Lacaze debido al tránsito de pequeñas embarcaciones que, normalmente, tienen problemas por falta de mantenimiento o alguien sin experiencia que realiza un viaje sin preparación técnica.
El entrevistado comentó, además, que este año la base de la que es encargado tuvo seis eventos dentro de los que se encontró el socorro a personas a las que les falló el motor frente a una zona compleja por el viento y la profundidad o, por ejemplo, a un marinero mercante inglés que se precipitó al agua en las inmediaciones de Piriápolis, lo que demandó un día completo de búsqueda.
Un rescate sencillo tiene un aproximado de dos horas. Para los que son de una distancia corta, si el tiempo lo permite, se utiliza un gomón rápido que maneja unos 60 kilómetros por hora y tiene una capacidad de 130 litros de combustible.
Pero la mayor preocupación de los rescatistas es un evento medianamente masivo, como algún buque de pasajeros en el que se manejen volúmenes de personas para los que no se encuentran preparados. “En caso de un incendio, por ejemplo, la estructura de Uruguay no está preparada, porque los bajamos y no tenemos dónde llevarlos. No podemos darles una cama, un refresco y un sándwich”, comentó y recordó que tras un accidente de ferry incendiado con importantes víctimas fatales se decidió abrir la base de Juan Lacaze como punto medio entre Colonia y Montevideo.
Es por ello, además, que se trabaja en conjunto con la MRCC de la Armada, con quienes además realizan entrenamientos. “Siempre tenemos que estar preparados para las próximas llamadas.
Una gran familia
Luego de 11 años de experiencia, Abelenda sostiene que “todas las historias marcan”, y en ellas enfrenta el desafío de que cuando sale nunca sabe si lo que busca es un náufrago o un cuerpo. El temple y la unión del equipo es entonces fundamental. “Reconforta ayudar a una persona, traerla y ponerla a salvo. A veces se tiene la tristeza de los momentos duros, pero somos un equipo humano en el cual mucha gente ayuda de corazón a que funcione, de forma silenciosa. Ades es una familia”, expresó. Por último, manifestó: “En el voluntariado trabajás con gente que quiere estar ahí. En mi caso, me impulsa el ser fraterno y poder devolverle cosas a la sociedad, porque hay un momento de la vida en el que tenés que comenzar a devolver. A uno, alguien lo ayudó en la vida, y entonces toca ayudar”, observó.
En caso de una emergencia, el teléfono de ADES es 1767 activo las 24 horas del día. Para colaboraciones, comunicarse al 26280999 de lunes a viernes de 8 a 14 horas.
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