Acontecimiento regional
La ceremonia a realizarse este 8 de diciembre en el Aula Magna de la Universidad Federal de Porto Alegre con presencia de autoridades y fuerzas vivas de ambos países limítrofes será sin duda una introducción en la “máquina del tiempo”.
En efecto, hace 60 años, el 8 de diciembre de 1961, Eduardo Víctor Haedo, como presidente del Consejo Nacional de Gobierno del Uruguay, visitaba el Brasil presidido por João Goulart, para firmar un Acta en Itamaraty con acuerdos de acción sobre varios temas de interés regional, entre los que se destacaba “el estudio de la navegación de la Laguna Merín y de los problemas técnicos, económicos y sociales del área de influencia binacional”.
La firmaron, tras haber sido recibidos y homenajeados por Goulart, el canciller brasileño Francisco de San Thiago Dantas, el nuestro, Cnel. Homero Martínez Montero y el ministro de Obras Públicas, Ing. Luis Giannattasio.
Se efectivizaba en un hecho concreto la idea contemporizadora del Acuerdo de límites de 1909 que allanaba las asperezas tras la Paz de 1851 y sus tratados de dudosa legitimidad. Como dijo al respecto Luis A. de Herrera: “La historia hace un codo”.
A ese trascendente evento de 1961, lo siguen actos claves como la Constitución de la Comisión Mixta Brasileño-Uruguaya para el Desarrollo de la Cuenca de la Laguna Merín (CLM), en mayo de 1963.
En 1975, en la ciudad de Rivera, se concreta el Convenio de Transporte Fluvial y Lacustre entre ambos países limítrofes.
En julio de 1977, en Brasilia, se firma un acuerdo con el objetivo de promover el Desarrollo integral en la Cuenca de la Laguna Merín.
Se aprueba el Acuerdo (Santana do Livramento, julio de 2010), que procura permitir el acceso libre y no discriminatorio de empresas mercantes brasileñas y uruguayas a ambos mercados.
Antecedentes políticos y sociales en Latinoamérica
Debemos situar esta brillante acción del presidente Haedo en el marco de una América Latina convulsionada desde un siglo atrás, tras haber consolidado –o casi– su marco de independencia de las naciones constituyentes.
Es que tras la Gran Guerra de 1914-18, la crisis económica de 1929 y la post Segunda Guerra Mundial y la dura vigencia de la “Guerra Fría”, los nuevos países sudamericanos veían que sus gobiernos continuaban en un planteo muy atado a minorías locales dominantes, apoyadas por intereses económicos extranjeros, dejando postergadas las merecidas realizaciones de sus pueblos y las organizaciones sociales.
Surgen así, entre los años ‘30 al ‘50, varios líderes políticos que encaran un nuevo modo de gobernar y toman acciones –casi siempre autoritarias– respecto al bienestar de la población, las economías y su distribución, el desarrollo industrial y la cesión de derechos sociales a los trabajadores asalariados y sectores marginales.
Figuras como Getúlio Vargas en Brasil, Juan Domingo Perón en Argentina, Paz Estensoro en Bolivia, Lázaro Cárdenas en México, incluyendo a nuestros Luis Batlle Berres y Luis A. de Herrera, toman un protagonismo clave en la suerte del subcontinente.
Se han dado en llamar “populismos”, aunque nos negamos personalmente a generalizar el término que hoy se aplica, despectivo, a los Maduro, los Kirchner y compañía. Tanto Vivián Trías como Real de Azúa cuestionan desde tiempo, con gran tino, esta “etiqueta”.
Se encaran entonces en ese período fermental, medidas de nacionalización, reformas sociales, tributarias, agrarias, que son cuestionadas por el sistema establecido, que ve peligrar sus bases de sustentación. A la vez se les hace difícil a esos líderes populares y nacionalistas mantener una postura de equilibrio entre capitalismo y socialismo, sin soportar oscilaciones de la balanza, en cercanía de uno u otro régimen en puja por el poder mundial en ese momento histórico.
El mundo vive cambios profundos en sus estructuras tradicionales: la propia Iglesia convoca el Concilio Vaticano II, estalla la ‘primavera de Praga’, el ‘mayo de París’, surgen los hippies, los activistas pacifistas, antirracistas y feministas, se deserta Vietnam, se pinta en los muros “¡Viva la imaginación!”
El mundo reacciona distinto: con Estados que acompañan las transformaciones y otros que traban su evolución, temiendo perder terreno político cautivo.
Latinoamérica busca su identidad. Fracasan notoriamente organizaciones burocráticas como la OEA y la ALALC, y las naciones se mueven a impulso de nacionalismos con improntas desarrollistas. Hay progreso, pero los procesos económicos traen una gran inflación que sigue perjudicando a los más débiles.
Segunda mitad del siglo XX y sus procesos políticos y sociales
Es así que esa Latinoamérica convulsionada se enfrenta a su destino. Y allí surgen hombres preclaros que toman decisiones trascendentes.
Nos ocupa hoy la figura del presidente Eduardo Víctor Haedo, que con una gran visión geopolítica hace su visita personal al Brasil del progresista João Goulart y echa las bases de integración y desarrollo con unos de nuestros gigantes hermanos limítrofes.
El presidente Goulart le dice al recibirlo: “V.E. visita nuestro país en una época dominada por un intenso soplo de renovación social”, ratificando sin ambages la situación del momento internacional.
Y agrega: “La mejor manera de defender la democracia y nuestras tradiciones cristianas está en la movilización de los recursos para hacer frente a la miseria, para acercar a las clases sociales y para disminuir las grandes distancias que hoy separan a las naciones desarrolladas de las subdesarrolladas…”.
Haedo invoca la “Operación Panamericana” planteada por el antecesor de Jango, el destacado Joselino Kubitschek.
El político nacionalista mercedario es sagaz y visionario: propone la navegación –hoy llamada Hidrovía– en el sistema acuático uruguayo-brasileño de las lagunas Merín y de los Patos, para dinamizar la logística de intercambio comercial en esa importante zona.
No deja de mencionar, a título expreso, la misma necesidad de atender a los problemas económicos y sociales de la Cuenca lacustre, sin los que aquella actividad perdería sentido tangible entre los habitantes que la albergan y le dan vida práctica y humana.
Importante entorno geográfico
La Laguna Merín es el segundo lago de agua dulce más grande en América del Sur y su área es de 3.750 Km2, con una cuenca de 6,2 millones de hectáreas, de las cuales 3.300.000 ha se sitúan en territorio uruguayo, el 16% de nuestro territorio.
La Hidrovía de Laguna Merín – Laguna de los Patos será un elemento dinamizador de la subregión del Este uruguayo y el cono sudoeste de Río Grande del Sur en Brasil. El trasporte fluvio-lacustre de mercaderías, la instalación de puertos y plantas agroindustriales, la mejora de la vialidad, el saneamiento de poblaciones fronterizas, el impulso al ecoturismo recreativo, histórico y antropológico, las inversiones productivas en ambas áreas de frontera, son todos factores de progreso y generación de riqueza para Estado, empresarios y trabajadores locales y nacionales.
Por eso el motivo de enorme satisfacción al relanzar hoy la idea integradora y dinamizadora de la región, con apoyo de los gobiernos y los empresarios privados de ambos países.
Fue un sueño impulsado también por Pedro Manini Ríos en 1933 y Carlos Manini Ríos como embajador en Brasil en los ‘70, principales de esta empresa “La Mañana”, que hoy también relanza viejas ideas con banderas nuevas…
* Delegado de la Comisión Mixta Brasileño-Uruguaya para el Desarrollo de la Cuenca de la Laguna Merín
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