Con más de siete décadas de historia, los viajes de arquitectura y ciencias económicas se enfrentan por primera vez a un escenario de pandemia que los obligó a suspender un itinerario ya previsto y mantenerse atentos para partir, mientras la venta de todas las rifas son su mayor desafío.
Más de 170 estudiantes de la Facultad de Arquitectura próximos a recibirse planean el año próximo dar la vuelta al mundo. Se trata de la generación 2014, un grupo que comenzó con las ventas de las rifas hace tres años, finalizando este 2021 con el proceso y alistando los detalles para lo que será el momento tan esperado: el viaje académico.
Salvador Caffera es integrante de la Comisión Ejecutiva que organiza este viaje y, en entrevista con La Mañana, explicó de qué se trata: “Vamos a conocer un montón de edificios y obras que hemos estudiado a lo largo de la carrera, e incluso a trabajar con ellas. Durante todo el viaje hay actividades organizadas por el equipo docente. Incluso hay cursos y workshops que hacemos en algunas universidades y visitas a estudios de arquitectura”.
Este viaje, que hoy tiene 75 años, no existe en ningún otro país, aseguró. Es parte de la cultura de Uruguay. Sin embargo, estas últimas generaciones debieron enfrentar un problema inédito hasta el momento en la historia de los viajes: el covid, lo que los obligó a dar marcha atrás.
“Estuvimos trabajando todo el año para rehacer la rifa y salir de nuevo tratando de perder la menor cantidad de dinero posible, organizarnos y salir adelante. Claro que es imposible recuperar todo, pero la pandemia nos perjudicó a todos en algún sentido, por lo que hubo comprensión del grupo”, dijo Caffera.
Son dos generaciones que aún no han podido viajar, la 2014 y la 2013, que engloba cerca de 200 personas. Se planea que el próximo año salgan ambos grupos, aunque de forma separada. “Las dos generaciones estamos viendo hoy cómo podemos hacer. Tenemos mucha esperanza de que de acá al año que viene las cosas hayan mejorado bastante, pero también tenemos que tener ciertos cuidados. Es posible que nos quedemos varados en algún lugar y hay algunos costos que antes no existían. Hay un montón de cuestiones que ahora estamos pensando e investigando”, mencionó.
Es que aún no está definido el itinerario completo. La idea es poder incluir la mayor cantidad posible de propuestas, pero al día de hoy Japón –una de las joyas del viaje– tiene las puertas cerradas a cualquier extranjero. El viaje puede durar de cuatro a nueve meses, dependiendo del tipo de cambio en el momento de la financiación. Se comienza por América, se continúa por Asia y se termina en Europa.
Las rifas son el primer pasaporte
Para viajar se debe tener determinada cantidad de créditos, lo que asegura que la persona que viaje ya tenga cierto conocimiento para lo que verá. Además, se deben vender rifas. Cada año se vende distinta cantidad: mientras que en el primero se venden 25, en el segundo 60 y en el tercero entre 120 y 180. Si uno cumple con el mínimo, va a poder hacer un viaje mínimo.
Al día de hoy solo restan realizarse dos sorteos: el de diciembre y el de enero. Este año en total se sortearán US$ 2.700.000 en premios, que incluyen viajes, departamentos, casas y autos. El valor de este año fue de $5700 la rifa completa de 10 talones, con 12 premios más aproximación y otros premios extra.
Además, realizan un concurso de agendas entre los estudiantes de la facultad a través del cual gana un diseño que es el que finalmente se confecciona y que sirve para financiar la rifa.
400 estudiantes prontos para viajar en 2023
Un proceso similar ocurre con los estudiantes de Ciencias Económicas, quienes también tienen su tan ansiado viaje alrededor del mundo financiado a través de la venta de rifas. Este 2021, la tradición cumple 70 años. En el viaje asisten a cursos en distintas facultades donde intercambian conocimiento. Participan estudiantes próximos a recibirse y a quienes le falten cuarenta créditos como máximo.
Manuela Martínez es estudiante de la carrera de Contador Público y presidenta del Grupo Ejecutivo del viaje de Ciencias Económicas (que engloban a 400 estudiantes prontos para viajar en el 2023), conversó con La Mañana y contó su experiencia. “El grupo que iba a viajar este año aún no ha podido irse, por lo que están esperando que se regularice todo un poco más. Los que viajarán en el 2022 ya hicieron el proceso y esperan irse también, y nosotros estamos en el proceso”, mencionó.
Martínez señaló que actualmente no pueden proyectar qué cronograma realizar puesto que hay incertidumbre respecto a cómo serán los vuelos, los precios, los cursos y las estadías en 2023. “Esto pasa todos los años, pero en el caso del grupo anterior, están demorados por la pandemia. Hoy en día no lo tienen definido”, indicó.
Normalmente los viajes se realizan en febrero. El último grupo de viaje que salió lo hizo en el 2020, un mes antes de declararse la pandemia. Cuando esto sucedió, la mayoría de los estudiantes estaban en Japón y debieron volver a Uruguay, perdiendo el recorrido a continuación. “Por estatutos, el dinero no es de los estudiantes, sino del grupo de viajes o, en su defecto, para la facultad. Por lo que a la gente del 2020 les ofrecieron que pudieran viajar con los de 2021 y hay gente que sí quedó inscripta para viajar”, indicó Martínez.
El viaje requiere de solidaridad y trabajo
Los inscriptos en el grupo de viajes de Ciencias Económicas deben trabajar tanto en el grupo Ejecutivo o en alguna comisión dentro de la organización. El mínimo de rifas para vender es establecido en este órgano y se toma en base al precio del dólar, de forma tal que genere rentabilidad. Este año, el mínimo de rifas a vender es 90, y cada una de ellas cuesta $4990 si se abona en efectivo. Se sortearán US$ 1,4 millones en premios que incluyen apartamentos, autos y viajes al exterior.
“Es un desafío vender todas las rifas y requiere mucho esfuerzo. Además, las realidades de cada uno son distintas. Para unos puede ser más fácil, pero para otros requiere más esfuerzo y pueden darse casos en que haya quienes deban autocomprarse muchas”, manifestó. En ello, la solidaridad y el compañerismo entre los estudiantes es un tema central, sobre todo a través de la venta de las agendas, que sirven para financiar las rifas.
“Si vos vendiste todas tus agendas, tenés que mirar para el costado y preocuparte por tu compañero, porque las agendas son de todos y esto es lo que nos permite financiar las rifas”, ilustró.
Esta colaboración sucede además en un marco donde los estudiantes corren con otras responsabilidades más allá del estudio. “A todos nos pasa que a esta altura ya estamos trabajando, pero tenemos que trabajar también para esto, por lo que el esfuerzo es mucho, pero estamos todos cinchando para el mismo lado a puro pulmón para que las cosas salgan”, mencionó, al tiempo que confesó: “Desde que me inscribí en Ciencias Económicas el viaje es algo que anhelo. Me parece que cualquier rincón al que vayamos me va a hacer muy feliz en lo académico y en lo personal. Me parece una experiencia sumamente enriquecedora”.
Para adquirir una rifa o agendas de los grupos de viajes se puede contactar a través de arquitecturarifa.com.uy (para Arquitectura) o del [email protected] (para Ciencias Económicas)
Los estudiantes diseñan la casa que se rifará
Dentro de los premios que se sortean con la rifa se encuentra uno en particular: la casa, que se realiza a través del ya clásico Concurso de Vivienda, donde los estudiantes todos los años diseñan un inmueble a construirse en tiempo récord con el capital obtenido a lo largo de los años con la venta de rifas. Para esta generación, se presentaron más de 120 proyectos. Además, los estudiantes son quienes eligen y compran el terreno.
TE PUEDE INTERESAR