Proviene de una familia política y su vínculo con el Partido Nacional (PN) comenzó desde muy pequeño. Siempre le atrajo la idea de servir al país y la cercanía con la gente, y por más de 25 años ha sido parlamentario. Luego de que asumiera el gobierno de coalición, Penadés pasó a tener una tarea muy importante de negociación con el resto de los socios y la oposición. En diálogo con La Mañana, el legislador rememoró sus inicios en la actividad política, así como los momentos clave a lo largo de su carrera. También se refirió al presente y explicó su punto de vista sobre la campaña en torno a la Ley de Urgente Consideración (LUC).
¿Qué recuerdos tiene de su niñez?
Tengo recuerdos muy felices. Viví toda la vida en Carrasco, donde nos criamos con mis hermanos y amigos del barrio, muy libres, disfrutando de la naturaleza, que estaba en todo su esplendor… una familia espectacular, muy unida, y unos padres excepcionales. Mi padre era abogado, terminó siendo gerente general del Banco de Seguros y después director de UTE, era asesor jurídico de ANDA y abogado de la mutual de jugadores de fútbol, y mi madre ama de casa.
Usted empezó a militar en política muy joven, a los 18 años, en una época difícil para el país, marcada por la dictadura. ¿Cómo era la actividad en esos tiempos?
Era la época en la que iniciamos el proceso de democratización del país, y mi padre me sugirió que me acercara a un comité político. Fui a una reunión de jóvenes con el entonces dirigente del PN, Luis Alberto Lacalle Herrera, que tenía un programa para conversar con los jóvenes que se llamaba “Pregúntele a Lacalle”, y me quedé enganchado militando.
Yo provengo de una familia política; mi abuelo fue senador del PN, miembro del Consejo Nacional de Gobierno, subsecretario de Instrucción Pública y presidente del directorio de la UBD (Unión Blanca Democrática). Murió cuando yo tenía 11 años, en plena dictadura, pero la política siempre estuvo en mi casa a flor de piel. También tenía una tía que era muy wilsonista, que me llevó por primera vez a una coordinadora de Por la Patria.
En realidad, mi primer acto de militancia fue con 15 años, cuando mi padre me llevó al acto del PN en el Cine Cordón por el No. Después, me acuerdo de un debate televisivo en el que participaron Enrique Tarigo y Pons Etcheverry por el No y Viana Reyes y Bolentini por el Sí, y ahí me terminó de encantar la política.
Siempre hice política sin saberlo: era presidente del club de mi barrio, en el liceo era electo delegado o representante de la clase, me peleaba con los profesores de Educación Moral y Cívica porque hablaban mal de la política.
¿Qué era lo que más le atraía de la política a tan temprana edad?
El servir, el hacer cosas, la discusión. Siempre me gustó mucho la historia, el derecho –no terminé la carrera de abogacía-, discutir, conocer, estar cerca de la gente. Yo creo en una política de cercanía con lo que está pasando en la calle para transferirlo a las tareas de gobierno.
En el 90 fue electo edil de Montevideo, cuando Tabaré Vázquez ganó la Intendencia y Lacalle Herrera la Presidencia. ¿Cómo era ser oposición a nivel departamental, pero gobierno a nivel nacional?
Fue una etapa muy linda porque pude ayudar a hacer muchas cosas; hubo muchas obras del gobierno del presidente Lacalle en Montevideo. También participé del proceso de descentralización cuando integré la comisión redactora de la creación de los centros comunales zonales. En aquella época había una tarea mucho más presencial, no existían las redes sociales.
Luego, en el 94 fue electo diputado por Montevideo y reelecto en el 99. ¿Cómo fueron sus primeros años en la Cámara de Representantes?
Fueron años muy duros. Cuando fui electo, el entonces presidente Lacalle Herrera un día me llamó a Suárez y Reyes y me dijo: “Gustavo, aprovechá estos cinco años que te van a servir de experiencia, recorré el país, Montevideo, conocé lo que más puedas del mundo”. Ingresé a la Cámara con esa idea, pero a las pocas semanas, lamentablemente, ya estaba integrando la Comisión Investigadora sobre Salto Grande. Fueron cinco años muy duros para nuestro sector político por lo que se conoció como la “embestida baguala”. Yo era diputado y tuve un papel bastante preponderante en la defensa del PN de aquel entonces, así que aquello de viajar y conocer no se cumplió, porque tuve una tarea muy intensa desde el punto de vista político-parlamentario que obligaba a que me quedara en Montevideo y en el Palacio.
¿Qué desafíos implicó para usted presidir la Cámara de Representantes en 2001?
Increíblemente, han pasado 20 años y hasta el día de hoy –está mal que yo lo diga– los funcionarios más viejos dicen que fue una de las presidencias que hizo más cosas en favor del Palacio, de los funcionarios y de la institucionalidad parlamentaria, y fue una época muy linda. Acercamos la cultura al Palacio, abrimos sus puertas a la sociedad, promovimos reestructuras internas de funcionamiento, hicimos muchas cosas para dinamizar la tarea parlamentaria y fue el primer período desde la restauración democrática en el que el presupuesto dio superávit, o sea, se devolvió plata a Rentas Generales.
¿Cómo vivió el gobierno de coalición de esa época, la crisis del 2002, que fue un momento complejo para el país?
Me acuerdo de dos momentos. El primero, el 11 de setiembre de 2001; yo era presidente de la Cámara de Diputados y estaba reunido en mi despacho con el embajador de Israel, y entró mi secretario a decirme que había chocado un avión contra una torre del World Trade Center. A los minutos chocó el otro y entró el custodio del embajador, dijo que era un atentado y se fueron rápidamente a la embajada. Eso lo recuerdo porque cambió el mundo.
Poco tiempo después vimos lo que sucedía en Argentina, cómo se iba De la Rúa y cómo eso repercutía en el sistema financiero uruguayo, y tuvimos que tomar una serie de medidas muy duras respaldando al presidente Batlle, de reprogramación de depósitos del Banco República, de feriados bancarios. Fueron años muy difíciles en materia social y económica, mucha gente quedó muy mal, perdió sus recursos en los bancos, su empleo. Pero al final del mandato, las medidas que habíamos adoptado en 2002 empezaron a dar sus frutos y el país comenzó a transitar una senda de crecimiento que fue de las más grandes de la historia.
Desde el 95 integra el Parlamento y en cada elección fue ratificado por la gente en ese lugar. ¿Qué representa ese apoyo para usted?
Es lo más importante. Cada cinco años hay que plebiscitarse y eso implica que te puedan renovar el mandato o pegarte una patada y tirarte para afuera. He visto muchísimos parlamentarios en el transcurso de estos años, muy buenos, que lamentablemente, una legislatura después de que fueron electos se tuvieron que ir para la casa. Por suerte, desde 1994 hasta la fecha, la gente me ha premiado siempre; a mí y al equipo, a la 71, al herrerismo, al PN, porque esto no es un proyecto de carácter personal, sino colectivo.
No ha tenido cargos ejecutivos. ¿El Parlamento es donde se siente más cómodo?
Me gusta mucho la tarea parlamentaria y de negociación, que es lo que especialmente estoy haciendo desde que somos gobierno. Me siento muy cómodo. Nunca integré el Poder Ejecutivo, capaz que algún día lo hago, no es un tema que me quite el sueño.
¿Le gustaría?
Quien se dedique a la política y te diga que no le gustaría estar en el Ejecutivo, te miente. Ahora, me siento muy cómodo en el Poder Legislativo.
¿Cuáles considera que fueron los proyectos más importantes que le tocó presentar a lo largo de estos más de 25 años?
He presentado un sinnúmero de proyectos. El primero que presenté como diputado fue uno que creaba delitos medioambientales, en 1995, en una época en la que nadie hablaba del medio ambiente. A su vez, he presentado iniciativas vinculadas a la ciencia, la tecnología, la seguridad en el tránsito, educación y cultura, defensa nacional, hacienda. Los delitos medioambientales, la conducción temeraria, los temas educativos, la reforma del Estado, son asuntos que siempre me han gustado y en los que he trabajado mucho.
¿Cómo vivió los 15 años de gobiernos frenteamplistas desde el rol de oposición en el Parlamento?
Fueron años muy duros porque el diálogo político fue casi cero. Ellos tenían mayoría absoluta; la propia configuración interna del Frente Amplio hace que tengan un gran desgaste en el debate interior para poder llegar a un acuerdo sobre un tema. Por lo tanto, cuando venían a hablar con nosotros, en realidad venían a notificarnos lo que iban a hacer. Hoy se dialoga mucho más. Fueron años donde las sugerencias o propuestas realizadas prácticamente no eran tomadas en cuenta. Se dialogó más durante el gobierno de Mujica y bastante más en la segunda presidencia de Vázquez, pero en la primera, el diálogo fue casi inexistente.
Además, a ellos les lleva mucho tiempo ponerse de acuerdo adentro. Sobre la reforma tributaria, por ejemplo, estuvieron casi tres años discutiendo entre ellos; cuando lograron ponerse de acuerdo en el proyecto, vinieron y nos dijeron: “Tomen este proyecto, en 15 días lo votamos”. Entonces, internamente estuvieron más de dos años para discutirlo, y con la otra mitad del país, cuyos representantes éramos nosotros, estuvieron muy poco tiempo.
¿Qué valoración hace del funcionamiento de la coalición de gobierno en este año y medio?
Yo creo que la coalición de gobierno ha logrado los objetivos que se ha fijado. Las metas centrales hasta el momento fueron la LUC, el Presupuesto Nacional y la Rendición de Cuentas, y no hubo problema en ninguno de los casos. Ha habido un sinfín de proyectos en los que hemos votado en conjunto. La coalición ha funcionado mejor de lo que algunos preveían que iba a funcionar.
La pandemia nos partió al medio, postergó el inicio de la gestión de Lacalle casi dos años y lo que hicimos fue dedicarnos a manejarla, con resultados muy positivos que confirmaron la capacidad que tenía el presidente para articular, proponer y liderar lo que fue necesario poner arriba de la mesa en ese contexto. No dudó en ir a buscar al que pensaba diferente a él, en la medida que estaba convencido de que eso serviría a los intereses del país.
Decía que hoy le toca ejercer un rol de negociador y articulador. ¿Cómo se maneja en ese aspecto?
Hemos funcionado bastante bien, con la paciencia y la condescendencia de mis compañeros de partido y de la coalición, con quienes hemos pretendido trabajar muy en consenso. Martín Lema, que fue el presidente de Diputados el año pasado, y Beatriz Argimón, presidenta del Senado, han cumplido un rol muy importante. Los gobiernos de coalición se sustentan en una cosa: conversar, y eso es lo que hay que hacer para ponerse de acuerdo.
¿Qué importancia tiene para usted la campaña en defensa de la LUC?
Para mí es muy importante. La campaña de defensa o derogación de los artículos de la LUC tiene un eje central; para nosotros, respaldar al gobierno en su acción y que la ley quede vigente en su totalidad; para los que promueven el Sí, derogar los artículos impugnados y además infligir un daño importante al gobierno en su capacidad de liderar los cambios que Uruguay necesita. O sea, lo que se está buscando es poner un palo en la rueda al funcionamiento del gobierno. Todavía faltan más de dos años para el inicio de campaña de las elecciones internas, hay tiempo para eso, pero hay algunos actores que están nerviosos y eso hace que cometan errores o que se precipiten.
¿En qué áreas considera fundamental que la LUC siga vigente tal como está?
En todas, sobre todo, la seguridad, la educación, el precio de los combustibles, las adopciones, la política sanitaria, las políticas sociales.
¿Es necesaria una mayor coordinación entre los socios de la coalición en este marco?
Existe un grupo de trabajo en ese sentido, no creo que deba haber más coordinación, sino la necesaria para que el resultado sea el esperado, que es que el No sea el victorioso para respaldar la acción del presidente Lacalle Pou en la segunda mitad del mandato.
Como integrante de la Comisión de Seguridad del Senado, ¿qué opinión le merece la gestión llevada adelante en el combate a la delincuencia?
Yo creo que ha sido una gestión muy efectiva, que tuvo un primer paladín que fue el exministro Jorge Larrañaga, que lamentablemente falleció, y Luis Alberto Heber fue encomendado a esa difícil tarea de seguir adelante la gestión, con una impronta distinta, pero con una gran ejecutividad y efectividad a la hora de hacer.
Ahora, sería un gran retroceso que la LUC en esta materia fuera derogada. Capaz que a alguien no le gusta un artículo de la LUC de los que están impugnados, pero si llega a votar Sí, no solamente deroga el artículo que no le gusta, deroga todos los demás, entonces, hay que tener cuidado en ese aspecto. En materia de seguridad se han visto resultados, se necesita mucha madurez y disciplina territorial para poder combatir el delito que hay en Uruguay; eso lo están haciendo bastante bien.
El Parlasur, el comercio y la diplomacia
Hace más de 20 años que Penadés integra el Parlasur (Parlamento del Mercosur), donde recientemente se aprobó en la Mesa Directiva una propuesta para debatir en una comisión el Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). Consultado al respecto, mencionó que la concreción de ese acuerdo es una de las asignaturas pendientes del bloque, aunque aclaró que todavía no se ha alcanzado “no por responsabilidad del Mercosur, sino por razones estratégicas de la UE”, que, a su entender, “está cometiendo un gran error”.
Por otro lado, el legislador explicó que el Parlasur es un ámbito de representación de los pueblos del Mercosur y hay un gran requerimiento a los parlamentarios miembros a estar presentes en actividades que se realizan con la sociedad civil en el territorio que comprende al bloque, que es “gigantesco”. Asimismo, destacó la importancia de la relación diplomático-parlamentaria que existe en ese marco, que permite tener un contacto más estrecho con los gobiernos de los países vecinos.
La labor del Parlasur es de representación, dado que no es un Parlamento tradicional donde se pueda legislar. Lo que se puede hacer, de acuerdo con el senador uruguayo, es emitir recomendaciones para que el Consejo de Mercado Común –que es el órgano máximo del Mercosur- pueda adoptarlas y llevarlas al interior de los países que forman parte del bloque. “Es una instancia interesante en la que tenemos la oportunidad de estar con actores de diversos países de la región, muchos de los cuales terminan estando en el gobierno o en la oposición, y eso también nos abre muchas puertas a la hora de satisfacer las necesidades diplomáticas de nuestro país”, aseveró.
TE PUEDE INTERESAR