La aparición de un partido nuevo como Cabildo Abierto que, en su primera elección, logró un apoyo de la ciudadanía que le permitió obtener una bancada de catorce legisladores fue una sorpresa para muchos.
Resulta obvio decir que ese porcentaje de adhesiones demostraba que un importante sector de la opinión pública no se sentía representado por ninguna de las otras opciones que ofrecía el escenario político.
Su integración a la Coalición Republicana fue determinante para su triunfo y el “Compromiso por el país” fue el marco de coincidencias para llevar adelante una acción de gobierno conjunta, sin que cada partido perdiera su identidad en lo que refiere a su programa propio.
Desde el comienzo de la gestión pudo apreciarse que el general Manini Ríos y su equipo llevaban el liderazgo en la presentación de propuestas e iniciativas legislativas, siendo que a la vez sus ministros, y en especial el Dr. Salinas, se destacaban por su exitosa gestión en las respectivas carteras.
Sin embargo, muchas de las aspiraciones de Cabildo Abierto no han logrado progresar y han recibido un menguado apoyo de los socios de la coalición, lo que ha merecido el reproche del Gral. Manini, que calificó como “tibieza” esa actitud de prescindencia. Curiosamente, en el análisis de la realidad nacional, las coincidencias son mayores que las discrepancias, pues todos están de acuerdo en cuestionar el estado en el que se encontró el país, los abusos de poder, los errores de gestión, el nepotismo, la falta de transparencia, el despilfarro, la malversación, la pérdida de valores y el gran endeudamiento.
Ni la crítica de Manini ni el veto de Lacalle van a fisurar la coalición gobernante.
El senador Jorge Gandini, cuyo talento lo destaca y perfila como uno de los futuros protagonistas en su partido, dijo con buen criterio que cada quien tiene un termostato pare medir la marcha del gobierno.
Y las razones del general Manini, para expresar su ansiedad en la concreción de logros, bien pueden ser las siguientes:
- La necesidad de un cambio que reclamó la ciudadanía, al agonizar un ciclo de 15 años que –agotado el modelo y en la avanzada edad de sus dirigentes, demostraba a diario las perversiones y vicios del desgaste– requiere una respuesta: gobernar innovando, corrigiendo y progresando sin más demoras.
- Su accionar será siempre al amparo del más riguroso respeto a la Constitución y la Ley, como respuesta al desborde institucional de las pasiones políticas que afectaron el orden normativo.
- El legado artiguista, siempre presente en su defensa de la soberanía, la intangibilidad del orden jurídico, la libertad civil y religiosa, el fomento al comercio y la industria, la dignidad del trabajo, la protección de los más débiles.
- La absoluta independencia de quien llega sin compromisos previos, ni condicionamientos de naturaleza alguna, ni la representación de grupos, sectores, facciones ni otra obligación que el mandato democrático y popular, exento de intereses subalternos.
- La necesidad de sellar la paz entre orientales, como objetivo para encarar un futuro sin fisuras, tarea que comenzó con el Dr. Jorge Batlle y su Comisión para la Paz, pero resultó frustránea. En ese intento, y a pesar de haber expresado una y mil veces su categórico rechazo al golpe militar cuyo accionar ilegítimo y excesos represivos ha condenado públicamente en más de una oportunidad, ha recibido igualmente las más severas críticas de quienes tergiversan la historia y se benefician con los resarcimientos e indemnización de las ¡15 leyes! que les aprobaron para su satisfacción y beneficio.
Todo lo cual armado con la vocinglería de grupos minoritarios, que tienen la necesidad de hacerse notar para no quedar desapercibidos y la tradicional movilización de los comunistas, que a pesar de haber perdido las elecciones en Rusia -óigase bien en la Rusia de Lenin y Stalin- ante el partido de Putin, que por lo visto no es comunista, acá en la comarca, toman la calle y vociferan a pesar de su magro apoyo electoral.
Con ello se pretende calificar a Cabildo Abierto, como un partido militar o de una derecha ultramontana, lo que es totalmente falso aunque les duela.
Pues cuando el Gral. Manini pide que se deroguen ciertas leyes que entrañan verdaderos disparates legislativos, lo hace asistido plenamente de razón. Porque las leyes, las verdaderas leyes no son simplemente la voluntad de una mayoría circunstancial. Como dice Sebastián Soler, jurista y filósofo, las leyes no pueden alterar la naturaleza de las cosas, pues las leyes naturales seguirán rigiendo, diga lo que diga la legislación. Lo mismo ocurre con la historia, que no la puede cambiar la Ley N° 18.596 diciendo que el golpe de Estado comenzó el 13 de junio de 1968, lo que ni el Gral. Liber Seregni aceptó por saber que en esa fecha existía un gobierno democrático, que salió con un respaldo de 490.000 votos y entregó el poder asegurando la continuidad institucional.
Esa ley hay que derogarla, sin temor y de una vez por todas, pues su finalidad fue la de comenzar a recibir desde esa fecha jugosas indemnizaciones.
Otras leyes que se deben derogar son aquellas abiertamente inconstitucionales, que invaden las potestades y funciones privativas del Poder Judicial a quien usurpan el ejercicio de su competencia, como las atribuciones concedidas al Instituto de DD.HH., que por la Ley 19.822 tiene la potestad de citar a funcionarios del Estado o particulares a fin de ser interrogados, que deben concurrir de forma obligatoria, bajo la amenaza de Desacato (art. 173 C. Penal) si desobedecen, y a declarar bajo juramento, compelidos por el inquietante anuncio de ser imputados de Falso Testimonio (art. 180 C. Penal).
De estas atribuciones ni siquiera gozan las Comisiones Investigadoras parlamentarias reguladas en la Constitución; obsérvese hasta donde alcanza el dislate.
Del mismo modo, urge recomponer el Código del Proceso Penal, impulsado por quien se creía un Carnelutti e inventó un proceso que nada tiene de acusatorio y desplaza a los jueces en beneficio de los fiscales, lo que es también inconstitucional desde donde se lo mire y las Instrucciones Generales de la Fiscalía General, como astuto instrumento de presión sicológica.
Por todo lo cual, lo que aspira el Gral. Manini es volver cuanto antes a la normalidad institucional, que para eso el pueblo votó a la coalición.
De todas maneras su gestión, limpia y transparente, siempre tendrá el respaldo de una importante franja del sentir popular.
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