Las veces que estuvo Gonzalo Mila, en el Congo le permitió ver la evolución que ha tenido el país y la misión que, a veces, para quienes van por primera vez parece “no tener solución”. El Congo es un país que ya nació con problemas, porque sus límites se crearon de forma ‘caprichosa’ en la época de la colonia: venía sufriendo el problema de la explotación de los traficantes de esclavos, dijo el asesor para operaciones de paz en el Sistema Nacional de Apoyo a las Operaciones de Paz (Sinomapa) del Ministerio de Defensa.
Cuando el rey de Bélgica lo toma como su propiedad –no era el Estado belga sino el rey–, se continúa explotando a la sociedad, utilizando las diferencias étnicas, que son ancestrales, para su beneficio, haciéndolas enfrentar unas con otras. Luego llegó la explotación del marfil, después la era del caucho y la de los minerales que continúa hasta hoy y es lo más conocido. Por ejemplo, el uranio de la zona se utilizó para las bombas de Nagasaki e Hiroshima.
El entrevistado entiende que estos son los disparadores del conflicto. “En realidad, es un país donde el sentimiento de pertenencia hacia la etnia o hacia el grupo es mayor que el sentimiento nacional”, indicó. Se trata de un lugar muy grande, un poco más chico que Brasil, por lo que se hablan diferentes dialectos. En el este, por ejemplo, no tienen mucha idea de lo que ocurre en el oeste, que es en donde está concentrado el conflicto.
Esas diferencias que venían desde el pasado y se continuaron por quienes explotaron los recursos en el tiempo, hace que existan grietas y que cualquier disparador, como el interés por los minerales o por tráfico de armas, hace que se encienda rápidamente.
A su vez existen problemas geopolíticos, porque Ruanda, Uganda y otros países vecinos tienen intereses, sobre todo, para expandirse y luego para explotar los recursos. Parte de la población fue dividida cuando se establecieron los límites del país, por lo que hay grupos étnicos que conviven en dos países.
Entre 1997 y 1998 se desató una guerra denominada la “tercera guerra mundial de África”, por lo que se firmó un acuerdo de paz en 1999. Sin embargo, recién en 2003 se logró el retiro de las tropas. Fue entonces cuando comenzó la reconstrucción del país.
En ese entonces se conformaron las fuerzas armadas y la movilización de las milicias, entonces quienes antes combatían comenzaron a conformarlas con muy poca capacitación; “por lo tanto, no podemos pensar en fuerzas armadas como las nuestras en esos lugares. Vienen en evolución, con mucha ayuda internacional”, relató el entrevistado.
No obstante, el Estado todavía no tiene la capacidad de estar presente en todo el país, y esa falta de presencia facilita el problema de los grupos armados que aún permanecen. Estos han tomado como formas de combate no tanto el terrorismo internacional pero sí las guerras asimétricas y de corte mafioso, porque buscan tomar control sobre zonas empoderándose del lugar y ejerciendo autoridad.
Llegan a los lugares, abusan de las mujeres, explotan los niños, matan a alguien y lo dejan en exposición para mandar señales de lo que harán si no los obedecen. “Utilizan a las personas en su beneficio, ya sea sacándole dinero, tomando sus cosechas o haciéndolos trabajar en minas. Y después comienzan a combatir”, agregó Mila.
Según datos del militar retirado, en este momento hay registrados unos 70 grupos armados activos, más los grupos armados extranjeros, que son de Ruanda y de Uganda (musulmanes asociados a los grupos terroristas internacionales como ISIS).
Cuando se firmó el acuerdo de paz, la misión se llamaba Monusco (Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo), y fue entonces que comenzó el proceso de evolución, “que es muy lento debido a las recurrencias de problemas, por la incapacidad del Estado”, sostuvo Mila.
En el año 2010 la misión cambia a una de estabilización. Se da ese paso en un momento en el que el presidente quería perpetuarse en el poder modificando la constitución. Eso generó contratiempos y negociaciones, se extendieron los períodos de elección, hasta que se logran elecciones y ocupa el lugar un nuevo presidente, pero sin generar la presencia del Estado en todo el país. En muchos lugares todavía existe la autoridad tradicional que es el antiguo rey, que no actúa como tal pero sí es muy respetado por sus seguidores.
La llegada de Uruguay
Es entonces, en el año 2000, que se decide desplegar una fuerza de paz y convocar países miembros de Naciones Unidas a que aporten recursos o fuerzas militares o policiales para conformar las fuerzas que van a trabajar en esa misión, de esa manera, Uruguay tomó la decisión de participar.
Cuando se decide el despliegue en el terreno, las unidades van bajo el orden de las Naciones Unidas. Una misión de paz de estas características tiene un componente civil, uno policial y uno militar. Todos dirigidos por una autoridad civil.
Uruguay no manda por decisión propia, si bien hay una autorización del gobierno para que salgan las tropas porque es un aporte de la política exterior, el país no puede decirles a las tropas qué tienen que hacer. Sí manda abastecimiento, todo lo que sea reparación; menos la comida y combustible que lo entrega Naciones Unidas en el lugar, lo demás o se compra allí o se envía.
Uruguay, desde 2003, se constituyó como reserva de la fuerza, es decir que es una unidad que debe estar en condiciones de ser desplegada en cualquier parte del país. “Generalmente son desplegados en zonas críticas. Hemos tenido más de 30 despliegues. Se ha actuado muy bien, hay un gran reconocimiento a la forma en que se trabaja colectivamente en relación a la población y a la capacidad para usar la fuerza de ser necesario”, explicó Mila.
“Lo mejor que puede hacer el presidente es ver lo que hay y poner su granito de arena”
Gonzalo Mila, asesor para operaciones de paz en el Sinomapa del Ministerio de Defensa, fue consultado sobre las necesidades actuales de las tropas uruguayas en el Congo. Aseguró que “todo es mejorable y que el equipamiento ha mejorado mucho, pero no es del primer mundo, sigue siendo el que podemos tener”. Entiende que es difícil salir del contexto. “No le puedo pedir al país que me dé algo que excede las capacidades económicas; la brecha con el primer mundo es amplia, aunque hemos avanzado muchísimo”, agregó.
Aseguró que hoy los uniformes son adecuados, el armamento ha mejorado y al Congo no se ha llevado, pero está activo y es utilizable. Agregó que existe la necesidad de mantener y recuperar el equipo, “la capacidad que tiene que tener la unidad de despliegue rápido y por cortos períodos en lugares bastante inhóspitos requiere que sea necesario tener material de campamento en condiciones, para darles mayor confort al individuo que está 24 horas en operaciones”, dijo.
“Lo mejor que puede hacer el presidente es ver lo que hay, cómo están, qué hacen y poner su granito de arena”, sostuvo Mila. Y agregó que las autoridades internacionales dicen que Uruguay es el único país –o era en su momento– que el dinero que recibe por Naciones Unidas lo utiliza en territorio, es decir que le devuelve al Congo lo que se le da. “Se compra desde la hoja para la impresora hasta artículos de electricidad, entre otras cosas, todo en el lugar”.
Por eso fueron reconocidos. Cuando Uruguay es desplegado en algún lugar y lo sacan una vez cumplida la tarea, “es muy común que la población no quiera que las tropas se vayan, porque se sienten apoyados. Es una realidad y un orgullo que nuestros soldados sean muy valorados –cosa que no suele pasar en nuestro país–. Cuando uno sale después quiere volver debido a lo reconocido y útil que se vuelve”, puntualizó el entrevistado.
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