Más allá de algunos encuentros mantenidos entre las autoridades nacionales y los productores de cerdos, las medidas hacia al sector aún son una promesa que lleva muchos años. El ingreso de cortes básicamente de Brasil a menores precios hace mella en la producción nacional con costos cada vez más altos y márgenes que se siguen achicando.
Lejos de despegar, la producción de cerdos del país transita el camino de la permanencia con la importación de carne congelada como principal protagonista que impide el desarrollo del sector. No es el único elemento distorsionante, costos fijos altos, precios de los granos que no paran de subir y una escala de producción que no soportaría la demanda, son otros condimentos que forman parte de este menú, en un rubro que sigue estando en segundo plano.
Si bien durante esta administración hubo dos instancias con la participación del Ministro de Ganadería y los productores, los resultados no han sido para nada alentadores para el sector. “Acá ningún gobierno de hace muchos años proyecta la producción de cerdo para que la gente quede trabajando en sus predios”, reflexionó el productor de San Jacinto y presidente de la Asociación Uruguaya de Productores de Cerdos Fernando Andrade.
Salvo algunas colocaciones importantes, como los convenios con el ministerio de Defensa e Interior, que aseguran un piso de ingreso a los pequeños productores del sector, por lo demás hay una lucha permanente para asegurarse un nicho que les permita seguir manteniéndose. Andrade dijo que en los últimos tiempos no han sido pocos los productores que han bajado la cortina por no poder enfrentar un rubro cada vez más costoso.
Un convenio aseguró un nicho
El 80% de la carne de cerdo que consumen los uruguayos provienen del exterior con Brasil como mayor abastecedor y donde le siguen Dinamarca, Chile y Paraguay, estos últimos con participaciones esporádicas. El restante 20% del mercado está en manos de la producción local. Esta pequeña porción del mercado está ocupada por las grandes empresas chacineras del país que mayoritariamente se abastecen de carne importada y 300 pequeños productores que conforman la Cooperativa Agraria Limitada Uruguaya de Productores de Cerdo (Caluprocerd), un brazo de la Asociación Uruguaya de Productores de Cerdos (AUPC). La cooperativa accedió a dos convenios interesantes para la colocación de diversos cortes. Uno de ellos es con el Ministerio del Interior a quién abastece con media res para las cárceles y el restante con el Ministerio de Defensa donde se coloca pulpa de jamón, bondiola y paleta.
En su mayoría pequeños productores
La cooperativa está conformada por 300 productores de todo el país de los cuales 180 son remitentes de cerdos gordos o lechones que luego se distribuyen en el mercado incluyendo los convenios con los ministerios. Se trata de pequeños productores de no más de seis hectáreas, donde la familia está al frente del emprendimiento y cuya capacidad e infraestructura les impide reconvertirse a otro sistema productivo. Encontrar nichos de mercado que les posibilite mayor sostenibilidad del negocio sigue siendo una de las mayores limitantes. Las grandes empresas nacionales de elaboración de embutidos importan la carne de cerdo que es mas barata y eso genera un cuello de botella para la producción local donde “nadie te compra acá un cerdo en pie para desarmar y embutir” sostuvo Andrade. Son los grandes productores del país quienes hacen la industrialización a través de sus chacinerías, plantas desosado y faena y “dan una mano” en la compra de algún cerdo.
Los altos costos de producción se enfrentan a los bajos precios con que entran estos productos al país, generando serias distorsiones a la hora de colocar este tipo de cortes por parte de los productores locales. Un cerdo gordo terminado tiene un costo de U$ 5.000 desde el nacimiento del lechón hasta finalizado el proceso productivo, incluidos todos los procesos de la cadena, costos de la madre, alimentación del lechón, genética, mano de obra, entre otros. Las ganancias que obtiene el productor oscilan entre U$ 1.800 y U$ 2.000, ingresos magros para la mayoría de los emprendimientos que comercializan unos diez animales mensualmente.
La producción local se conforma con animales de excelente calidad. Desde la cooperativa se adquieren ejemplares de las cabañas “La Virgen” de Rafael Lodeiro y “La Palmita” de Martín Rostán. Esta financia la compra de genética a través de padrillos y madres que el productor paga con el descuento que se le realiza en la entrega de cerdos gordos o lechones. La instalación de la pandemia en el país impidió que se adquieran animales de genética en el exterior. Andrade sostuvo que “el rodeo de la cooperativa y la asociación casi todo es genética de punta”, acompañado por alimentación balanceada e infraestructuras adecuadas.
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