Catherine Russell es una abogada estadounidense que desde 1987 está vinculada a la figura de Joe Biden. Durante la administración Obama se desempeñó como embajadora general para Asuntos Globales de la Mujer. Cuando asumió como embajadora, Russell fue calurosamente felicitada por Cecile Richards, presidente de la International Planned Parenthood Federation. Es la misma Cecile Richards que fue filmada en 2015 en una reunión en la que las autoridades de la institución negociaban los precios de distintas “partes” de fetos humanos…
La nota de Richards dice así: “Planned Parenthood felicita a Catherine Russell por su nombramiento como embajadora para los problemas mundiales de la mujer y esperamos trabajar juntas para mejorar la salud y los derechos de las mujeres y las niñas de todo el mundo. (…) Abordar la demanda y el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva mejorará la salud materno-infantil, reducirá los embarazos no deseados (…) y contribuirá a lograr otros objetivos fundamentales de desarrollo mundial”.
“Estamos dispuestos a trabajar con la embajadora Russell para ampliar el acceso a la salud reproductiva —léase el acceso al aborto— a nivel mundial, mejorar la implementación de programas de salud global y aumentar el liderazgo de Estados Unidos en derechos reproductivos en el ámbito internacional”.
La propia Russell ha dicho que su trabajo es “desarrollar y ayudar a implementar políticas e iniciativas relacionadas con la promoción de la igualdad de género” y “promover las cuestiones de género dentro del Departamento de Estado y también a través de la coordinación con USAID y otras agencias gubernamentales de los EE.UU., así como otros gobiernos, instituciones internacionales y organizaciones no gubernamentales (ONG)”.
Su discurso es muy cuidado y, comparada con Kamala Harris, hasta parece moderada. “Mi papel —ha dicho— es una combinación estratégica de política y diplomacia, y procuro avanzar en políticas sobre la promoción de la igualdad de género para lograr nuestros objetivos de seguridad y política exterior”.Cabe aclarar que “objetivos de seguridad y política exterior”, a la luz del Informe Kissinger (el National Security Memorandum 200), no significa otra cosa que “control de la natalidad en otros países del mundo”.
Uno se pregunta: ¿qué derecho tiene Estados Unidos de imponer en otros países, una “ideología de género” contraria a casi todas las culturas del mundo y a las más elementales verdades biológicas, científicas y antropológicas? Quizá la respuesta a esta pregunta esté en otra de sus intervenciones: “Nos encontramos en una coyuntura crítica cuando se trata de comprender que la igualdad de género no solo es buena para la humanidad. Es buena para los negocios”. Aquí parece quedar claro lo que impulsa a Russell: ¡los negocios!
Russell está vinculada a organizaciones como la Feminism Majority Foundation, y con las “WomenforBiden”. Basta ver las publicaciones de Twitter de esas organizaciones para confirmar su clara identificación con la promoción del aborto.
En 2014, la Feminist Majority Foundation festejó en su blog el lanzamiento en Afganistán de “Promotion”, el “programa de empoderamiento de las mujeres de USAID más grande del mundo”. El costo del programa fue de US$ 416 millones. “Se trata de hacer todo lo posible para ayudar al gobierno afgano a seguir generando impulso para las mujeres y especialmente para la próxima generación de mujeres líderes”, dijo la embajadora Russell.
Sin embargo, un informe del SIGAR (Special Inspector General for Afghanistan Reconstruction), afirma que “ninguna de las agencias de EE.UU. encargadas de implementar y ejecutar programas para las mujeres afganas podrían rastrear, identificar o evaluar fácilmente la efectividad de las iniciativas que emprendieron”. Nadie pudo decir con precisión cómo este dinero había beneficiado a las mujeres afganas, haciendo “difícil o imposible” determinar si el dinero estaba llegando a las mujeres.
Al parecer, la Sra. Russell cree que las mujeres de otras culturas deben ser “rescatadas” su cultura y su ideología. Pero ni siquiera se pregunta si la violencia “de género” no se ha agravado como consecuencia de las intervenciones estadounidenses…
Todo esto viene a cuento porque Catherine Russel acaba de ser nombrada directora general de UNICEF. Y uno se pregunta si esta decisión no habrá sido como meter al zorro a cuidar el gallinero.
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