«Un signo aparecía/entre las hojas de la arboleda/entre los labios de las estatuas, /ceñidas hojas, cerrados labios.
Despertaban en mí las ciudades dormidas/en una noche crecían pueblos/de arboledas y estatuas semejantes a aquéllas/amadas en el día/cruelmente cercanas.
Y yo salí del árbol y la estatua/en busca de las vías de semejanza ambigua:/entre incisivas gracias similares/supuestamente iba/hacia el país de la memoria/todo cabía en él».
Esto dice Susana Soca en su libro En un país de la memoria, en el poema del mismo nombre. Susana escribió estos versos en el París ocupado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Ella misma lo explica en las líneas prologales de su libro que nunca llegó a leer. Asfixiada por «un clima de ciudad sitiada» y entregada a «cavilaciones de carácter ultraindividual y obsesivo» que le generaban la necesidad de «huir […] hacia un país familiar y perdido, recordado y no presente […] en el que ya no vivo», dice, siente el impulso terapéutico de la escritura.
Es comprensible ese viaje en el contexto de la peripecia vital de la poeta. Esa necesidad de encontrar «un pasado que no apareciera como pasado» y que ella recuperaba de las estatuas, las plazas y los árboles.
Pero no son imprescindibles París ni la guerra. Basta mirar atrás sin moverse del barrio. A cierta altura de la vida todos viviremos en un país distinto al que conocimos. «He nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires», dice Borges. No es necesario entrar en especulaciones metafísicas ni citar a Heráclito. ¿Bastará con leer unos diarios viejos?
Enero del 57
No es difícil. Solo hay que entrar en la página de Anáforas y encontrar, por ejemplo, El Bien Público, periódico fundado por don Juan Zorrilla de San Martín en 1878.
La invitación es a un breve viaje al pasado, a un tiempo que no necesariamente debió haber sido vivido por el lector: al primer mes del verano de 1957. La insistencia en los precios de artículos y espectáculos procura una buena medida de comparación.
En el Teatro Municipal de Verano del Parque Rodó se ofrecía la obra Allá… por el 900, con Tita Merello y la Gran Compañía Nacional de Comedia «Florencio Sánchez», plateas numeradas $1,50.
En el Teatro Solis Panorama desde el Puente de Arthur Miller (2C) por la Compañía Argentina de Comedia de Pedro López Lagar. Platea $3.
El Cine y Teatro 18 de Julio presentaba Las pavas (4) a cargo de una compañía española. Según el Heraldo de Madrid, la obra –catalogada como una «historieta picaresca»– se había estrenado en la capital española en mayo de 1931 y cuenta la historia de unas veraneantes de un balneario andaluz que misteriosamente se han quedado sin apetitos eróticos, ante la desesperación de sus maridos. Hasta que llega al balneario una bailarina famosa, Pepita, «la Charlestón», con el remedio salvador: las inyecciones de «feminosa». (La solución de los autores se adelanta noventa años a las inyecciones de bremelanotida actualmente en uso).
El cine Casablanca daba Hondo (2A), un wéstern con John Wayne; el cine Doll, el clásico de Burt Lancaster El pirata Hidalgo (1B); el Lutecia, Murieron con las botas puestas (2A) con Errol Flynn y Olivia de Havilland; el Rex, El cañonero de Giles (1B) con Luis Sandrini y el Radar, La princesa que quería vivir (2A) con Gregory Peck y la encantadora Audrey Hepburn.
La calificación de los espectáculos estaba a cargo del Secretariado Nacional de Defensa de la Moral Cristiana: 1A) todo público, 1B) mayores de once, 2A) mayores de quince, 2B) mayores de veintiuno, 2C) adultos de sólido criterio, 3) recomiéndase encarecidamente no ver y 4) prohíbese ver.
Pan American anunciaba seis vuelos semanales a Europa con especial énfasis en visitar Nueva York a la ida o al regreso.
El Consejo Nacional de Gobierno había vetado la ley que otorgaba franquicias a los médicos para la adquisición de automóviles. El Colegio Médico solicitaba a las autoridades la revisión de la medida aduciendo que la mayoría de los médicos «son personas de modesta condición económica».
En el Palacio Peñarol se ofrecía un show norteamericano: el ballet acuático Water Follies 1957 (2B). Y hablando de los mirasoles, el 20 de enero se conocían los resultados de las elecciones en Peñarol. Don Eduardo Alliaume –que había presidido la institución carbonera en 1939 y 1949-1951– obtenía cinco representantes por sus 1536 votos sobre los 3436 emitidos.
La vacunación antipoliomiélitica avanzaba a gran ritmo. La administración de las dosis era gratuita para los tenedores de «Carnet de Asistencia». Los demás deberían abonar $1,50 ante la Oficina de Control de Sueros y Vacunas del MSP.
Comenzaba la temporada de bailes y en el Parque Hotel se realizaría el primero, contando con la típica del maestro Horacio Salgán y la jazz band de Panchito Nolé. Los bailes continuarían concitando el interés social hasta los veglione de carnaval. La entrada era bastante más cara que para otras actividades: siete pesos los caballeros y cinco las damas. Aunque más oneroso resultaba disfrutar de la música de Salgán en el Hotel Casino Carrasco donde los cubiertos con la entrada al baile costaban $16.
La tienda El Polvorín presentaba sus novedades para 1957 con una oferta extraordinaria: una malla jersey por solo $9,90. Y en la playa, cuando el calor aprieta: «Tome Toddy frío con o sin cacao». La deliciosa bebida podía enfriarse mejor en la moderna heladera modelo F80 de Ferrosmalt, asequible al precio de $1250 al contado o en cuotas de $45.
En Montevideo se fundaba la Asociación de Solicitantes de Servicios Telefónicos del Uruguay, con el propósito de defender sus intereses en «la obtención de los servicios telefónicos estatales».
En Punta del Este se remataban solares en Av. Roosevelt y Camino al Bosque, adjudicados en cuotas mensuales de entre $75 y $110.
Los melómanos de parabienes: Philips del Uruguay acababa de inaugurar su Departamento de Discos, «uno de los medios más efectivos de la divulgación de la cultura musical». En primera instancia se ofrecían los irrompibles Long Play de vinilo, pero pronto se dispondría de los de 45 RPM.
El 16 de enero el diario informa de un hecho ocurrido en la carretera. El embajador de España se dirigía en su vehículo hacia Punta del Este, en horas de la noche, cuando encontró la ruta bloqueada con palos y piedras. Bajó del coche para remover el obstáculo y le efectuaron dos disparos de revólver que no dieron en el blanco. El diplomático repelió la agresión efectuando un disparo «al aire» con su arma y los delincuentes huyeron. La policía logró la detención de dos «infanto-juveniles» y el padrastro de uno de ellos.
Pero cada uno tiene su propio país de la memoria. Y no sale de la lectura de los diarios, sino de los recuerdos de la infancia, de la casa de los padres, de los amores de la juventud… Porque recordar viene de re, «de nuevo» y cordare que proviene de cordis, «corazón».Recordar es volver a pasar por el corazón. Y no importa que la memoria y el corazón no tengan una estricta correspondencia. Mi país de la memoria aroma a cedrón. Sabe a pan recién horneado. Suena a risas de niños corriendo por la casa.
¿Y para usted? ¿Cómo es el suyo?
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