Albert Camus. Diarios de viaje. DEBOLSILLO. 1996. Reedición 2021, 125 págs.
Un hallazgo fascinante. Albert Camus inició una gira promocional tanto por Estados Unidos de marzo a mayo de 1946 como periodista clave de la resistencia francesa y como autor de creciente prestigio. Más tarde viaja por América del Sur de junio a agosto de 1949 luego de la publicación de La Peste, recalando por Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. Redacta entonces cuadernos con las impresiones e ideas que serán el germen de obras posteriores. Por diversas razones permanecieron inéditos y vieron la luz de forma póstuma, en 1978, pero lo trascendente es la capacidad de observación y criticismo que permanece radicalmente vigente más de siete décadas más tarde.
También cabe destacar las notas pintorescas como la desconfianza a flor de piel de los servicios de la policía estadounidense frente a un periodista que se presentaba orgulloso con la divisa “de la resistencia a la revolución”. Las polémicas salvajes en la “Rive gauche” parisina por las cuales Merleau Ponty y Albert Camus se enfrentaron a Sartre y su cohorte por los campos de trabajos forzados stalinistas que serían claves en la definición ideológica de las décadas subsiguientes. Pero en esos momentos, para la sociedad norteamericana, Camus era un hombre rebelde en una sociedad cuyo ideal era muy otro. “Mi viaje a América me ha enseñado muchas cosas que sería demasiado largo pormenorizar aquí. Es un gran país, fuerte y disciplinado en la libertad, pero que ignora muchas cosas y, en primer lugar, a Europa”.
Pero es en EE.UU. que descubre a dos pintores. “Ryder y Figari. Dos grandísimos pintores. La pintura de inspiración mística y artesanal, o casi, en cuanto a técnica (son casi esmaltes) de Ryder nos recuerda irresistiblemente a Melville, de quien era poco más o menos contemporáneo (más joven). Sí, la gran América está aquí. ¿Y ahora? Figari lo tiene todo; nostalgia, fuerza, humor”.
Las referencias a Montevideo son escuetas pero significativas. “Aireada, regular, Montevideo se halla rodeada por un collar de playas y un bulevar marítimo que me parecen bellos. Hay una prestancia en esta ciudad, en la que parece ser más fácil vivir que en otras que he visto hasta ahora. Mimosas en los barrios ajardinados, y palmeras que me recuerdan a Menton. Aliviado también por estar en un país de lengua española…”.
Un aporte distinto de quien se erigió con voz valiente frente a todos los totalitarismos.
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