Narcocapitalismo. Para acabar con la sociedad de la anestesia. Laurent De Sutter. RESERVOIR BOOKS. 120 págs., $590, 2021.
Cuando me acerqué a este libro, mi primera asociación fue con los procesos por los cuales la economía de los diversos estados nacionales queda subvertida por el manejo ilegal de los casi infinitos fondos de las estructuras delictivas del tráfico de drogas. Y que han empujado a algunos países a situaciones cercanas al concepto de Estado fallido, sumido en una pesadilla de corrupción y violencia.
Pero no. El tema es radicalmente distinto. Pero igualmente pertinente. Vivimos en una sociedad signada por el hedonismo. Nada puede provocarnos dolor. Ni molestia. Lo políticamente correcto campea como consigna. La ética ascética, la austeridad, son vistas como prácticas cercanas al masoquismo. La idea es, hablando pronto y mal, regodearse en un individualismo que no admite ninguna demora en el logro de las satisfacciones fijadas por…. bueno, habitualmente por la maquinaria de la sociedad de consumo digitada por el globalismo.
“Antidepresivos, somníferos, cocaína, analgésicos. Nuestras vidas parecen farmacias. Ya no `podemos funcionar sin la ayuda de sustancias químicas: una pastilla para despertar, otra para trabajar, la siguiente para salir de fiesta, otra para evitar la resaca y la última para dormir. Vivimos en la era de la anestesia, somos una sociedad narcotizada al gusto del capital: un cuerpo social apático, reclutado y dopado para mantener el ritmo de producción alto y el orden establecido intacto”.
“Qué tienen en común la invención de la anestesia a mediados del siglo XIX, el empleo que dieron los nazis a la cocaína y el desarrollo del Prozac? Son productos con una misma lógica: el control de las emociones y el abandono de la excitación. Hemos olvidado lo que es el entusiasmo porque lo único que conocemos está inducido por los fármacos”.
Aldous Huxley hace prácticamente 80 años había profetizado en “El mundo feliz” una sociedad totalitaria cuyo dominio era casi imperceptible para los esclavizados; eran felizmente idiotas narcotizados con el soma, una droga casi perfecta y sojuzgados por pantallas omnipresentes.
Décadas más tarde, el canadiense Lou Marinoff escribió “Más Platón, menos Prozac”, evaluando que gran parte de las consultas en el ámbito de la salud mental podían ser resueltas con enfoques filosóficos apropiados, más que con la panacea química.
Las advertencias ya están escritas, nuestra es la decisión de recuperar nuestra libertad y nuestro deber.
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