La inflación continúa por encima del rango meta y la política monetaria llevada adelante por el Banco Central del Uruguay (BCU), de acuerdo con Caumont, ha sido acorde a lo esperado. No obstante, en diálogo con La Mañana, reconoció que quizás no sea suficiente para lograr su objetivo. Por otra parte, se refirió a la baja del dólar y detalló cuáles son sus proyecciones para los principales indicadores económicos.
¿Cómo evalúa la situación macroeconómica del país?
Habitualmente, la conducción económica mira cuáles son los problemas que tiene el país, la situación macroeconómica, si la economía está en receso o está expandiéndose exageradamente, si el comportamiento de los precios es inflacionario o deflacionario, si el sector externo de la economía tiene problemas, la cuenta corriente, la balanza de pagos, entre otros.
En Uruguay, a pesar del factor exógeno de la pandemia, tanto por razones externas como por una conducción económica relativamente muy buena, la producción se ha recuperado respecto a la caída que tuvo en los primeros meses de la pandemia y hoy está a un ritmo de crecimiento positivo. El PIB está a un nivel más alto que en febrero de 2020. Eso se debe a factores externos, pero también a la conducción macroeconómica. Ahora, hay un desequilibrio. El empleo ha crecido significativamente, el desempleo ha caído. La inflación sí es un problema, pero no achacable a la conducción monetaria.
¿A qué la adjudica entonces?
En el mundo la inflación es alta. Estamos en una situación en la que no solamente incide la política monetaria de estos países, sino también el salir de la recesión en la cual estaba la economía mundial, que encuentra los inventarios relativamente bajos y obviamente se responde con precios. Uruguay está muy bien desde el punto de vista del crecimiento y está relativamente complicado en lo que respecta a la inflación.
Por otro lado, si bien la economía está creciendo, el empleo subiendo y el desempleo cayendo, el salario real sigue siendo negativo: ha caído 3,1% desde febrero del año 2020 –había caído más, pero se ha venido recuperando en los últimos tres meses–. Considero que a pesar de la inflación de 1,72% en enero, cuando salga el dato de crecimiento de salario nominal, probablemente sea aún menor la caída del salario real; yo creo que puede hasta neutralizarse.
¿Qué valoración hace sobre la política monetaria llevada adelante por el BCU?
En relación a la inflación, que es un problema, el comportamiento del BCU ha sido acorde con lo que uno espera que ocurra. El BCU tiene dos objetivos, uno es apuntalar el ritmo de actividad económica si es que está en caída, con tasas de interés bajas, de modo tal de estimular el consumo y la inversión; y cuando la economía crece y hay presiones inflacionarias, debe modificar su tasa de interés de referencia, aumentarla, hacer la política monetaria más contractiva. Entonces, el BCU antes tenía una política relativamente expansiva, pero desde hace unos meses ha pasado a una política monetaria más restrictiva porque la inflación sigue por encima del rango meta. Es bueno que el BCU actúe de ese modo.
¿Es suficiente?
No sé si alcanza, porque además de lo monetario hay otras cosas que están influyendo sobre el comportamiento del nivel de precios. Como la economía mundial estuvo durante varios meses en recesión debido a la pandemia y la producción cayó, cuando se recupera y lo hace violentamente como ha venido ocurriendo en los países en general, la demanda enfrenta una oferta restringida de bienes y servicios y por lo tanto suben los precios de los insumos, del petróleo… no solamente aumentan los precios de los commodities exportables para Uruguay, sino también de los insumos que el país importa, fundamentalmente el petróleo, pero además los metales –el cobre, el aluminio–. Entonces, esas cosas están incidiendo temporariamente en la inflación.
¿Qué puede suceder de aquí en más?
Es probable que dentro de tres o cuatro meses la inflación comience a ceder, debido a que eso se ajusta a nivel internacional; esa escasa oferta que hay de esos insumos –incluso logísticos, transporte de mercadería por barco, por avión–, pienso que se va a ir aliviando y dejará de pegar tan fuerte en el comportamiento inflacionario. Comparto la política monetaria del BCU, que subió la tasa de referencia 75 puntos básicos a 7,25%. Al desaparecer los factores que te decía, espero que eso ayude al BCU. De todos modos, mi proyección es que la inflación estará levemente por debajo del 7% a fin de año.
¿Qué análisis hace con respecto a la persistente caída del dólar que ocurrió durante las últimas semanas?
Cuando se maneja al alza la tasa de interés y se hace superior a la que existe competitivamente como la del dólar, por ejemplo, existe lo que se denomina el carry trade, que es cuando hay un desajuste en las tasas de interés y fluyen capitales hacia donde está la tasa de interés relativamente más alta. En este caso, está más alta en Uruguay que en Estados Unidos y en otros países, y por lo tanto hay carry trade. O sea, vienen inversores tanto locales como extranjeros con moneda extranjera, la cambian y eso presiona a la baja el tipo de cambio.
¿Qué se puede esperar a futuro en ese sentido?
Es probable que la presión bajista sobre el dólar desaparezca o por lo menos disminuya cuando Estados Unidos en marzo suba la tasa de interés. Este año la va a subir cuatro veces.
Por otro lado, la política fiscal tiene que ser relativamente más contractiva para evitar el financiamiento en dólares que viene al país, en parte, para financiar el desequilibrio en las cuentas del gobierno central y el Banco de Previsión Social. Uruguay tiene un déficit fiscal de US$ 2.400 millones y además tiene que repagar deuda por otro tanto.
Las previsiones del Ministerio de Economía indican que este año habrá un crecimiento de 3,8%. ¿Coincide con esa expectativa?
En las estimaciones en el Presupuesto Nacional enviado al Parlamento el año pasado, el gobierno había dicho que el crecimiento de 2021 iba a ser de 3,5%. La ministra de Economía, Azucena Arbeleche, dijo recientemente que dado el comportamiento que ha tenido la economía en el último trimestre del año, se espera que haya crecido 4,5%, o sea que en 2021 el crecimiento ha sido mayor al estimado. Inclusive yo esperaba un crecimiento relativamente menor, y es probable que sea como dice la ministra. Para este año, la expectativa que ella tiene, como decías, es 3,8%. Yo no soy pesimista, pero prefiero ser más cauteloso.
¿Por qué?
Porque a Argentina la veo peor, a Brasil no lo veo recuperándose tanto como pensé que lo haría y en el mundo no hay tanta sostenibilidad a lo largo de todo el año para los precios internacionales. Entonces, por ese lado, si bien la inversión va a crecer este año respecto al año pasado, estimo que el crecimiento del PIB estará en el orden del 3,5%.
Por último, quiero agregar que se piensa diferente desde otras filas y no se va a la evidencia empírica, es decir, no se reconoce lo que ha ocurrido a pesar de la pandemia, ese factor exógeno que ha jugado en contra de una conducción económica que apuntaba a una mayor profundidad del gasto. Por otra parte, hay que mirar el salario real y no solamente decir que hay caído; hay que ver cuánto ha caído y cuánto ha subido el empleo, y cuál ha sido el comportamiento de la masa salarial, o sea, cuánto más se reparte ahora por el trabajo, que respecto a lo que ganaba toda la masa de trabajadores a principios del 2020. Ha crecido significativamente, lo que ha llevado a una disminución de la pobreza.
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