El consultor Santiago Soares de Lima dijo que en Uruguay hay muy poca información de que se esté peleando para abaratar los precios de los insumos.
A mediados de febrero el presidente de Brasil Jair Bolsonaro se reunió en Moscú con su par ruso Vladimir Putin y empresarios de aquel país. El mandatario brasileño dijo que uno de los principales planteamientos que hizo a su anfitrión fue sobre los costos de los fertilizantes. Brasil “depende en gran medida de los fertilizantes de Rusia”, expresó.
La Mañana consultó al Ing. Agr. Santiago Soares de Lima, director de la consultora Quatro Costados, sobre el viaje de Bolsonaro y qué impacto puede tener una baja en los costos de los fertilizantes para la agropecuaria brasileña, quien destacó la importancia que ese movimiento puede tener para Brasil y el mundo.
“Desconozco los detalles” de las negociaciones y de la diplomacia sobre el tema, pero “mi percepción” como consultor agronómico y sin saber aún cuál va ser el resultado final, es que Bolsonaro hizo “un movimiento estratégico y de una visión muy lúcida”, dijo Soares de Lima.
Es “fundamental que un presidente comprenda lo importante que es la valorización y el posicionamiento de sus productos en el mercado mundial, y al mismo tiempo le preocupe el peso del costo y la relación costo beneficio de ese producto”, eso “habla de una visión de primera línea” que pasa “no sólo por preocuparse de precio y volumen final, sino con cuántos reales se produce cada kilo de la unidad en cuestión, sea soja, maíz, carne o cualquier otro producto”.
“Me parece que es una visión muy completa que el presidente se preocupe por el costo con que llega cada insumo a la unidad productiva. Entender ese camino de dos vías que hacen al negocio habla muy bien del Gobierno”, enfatizó.
El consultor, cuya área de acción está en Uruguay y Brasil, dijo que en la oferta de los fertilizantes “Rusia es un clásico a nivel mundial, sobre todo en la parte potásica”, aunque no aportó información sobre lo que Brasil importa porque son datos que no posee. De todas formas “es importante”, que Bolsonaro “entienda su país como absolutamente deficitario en fertilidad natural”.
“El 5% de Brasil es templado, el 45% subtropical y el otro 50% tropical”, lo cual “hace o tiende a que el país no tenga las condiciones de otros”, y sufra “una carencia muy importante de fertilidad natural”. Sin embargo “también es un país muy audaz y con productores de primera línea” por lo cual “es normal encontrar el concepto de la corrección del perfil del suelo, al menos en Río Grande” que es donde el técnico tiene mayor participación.
Esas “correcciones del suelo” se hacen a 20 y hasta 60 centímetros como “algo normal”, entonces “Brasil es un demandante constante de volúmenes de fertilizantes con un área agrícola importantísima en el mundo. Que Bolsonaro genere un camino de ida y vuelta con un país del tamaño de Rusia es un movimiento estratégico, sobre todo cuando los costos de los fertilizantes escalaron a niveles tan altos”.
Pero ese paso “es una buena noticia no sólo para Brasil, lo es a nivel mundial” dado que involucra a “un gran oferente y un gran productor agrícola”.
La incidencia de los fertilizantes
Los fertilizantes tienen un gran peso en los costos de producción de alimentos. En el caso de la soja, que es un cultivo de siembra directa y no tiene mayores costos de laboreos, la incidencia “puede ir del 35% al 60%” dependiendo de la historia de fertilización, de cómo está el campo y de sus condiciones naturales.
“Nada podría impactar más en el margen del productor que atenuar el peso del fertilizante en la estructura del costo final. El primer costo directo son los fertilizantes, el segundo los herbicidas y defensivos que escalan hasta el 15%, y con el 8 o 10% está la semilla y su genética”. Éstas últimas “están más o menos al mismo nivel del valor de la renta”.
“Yo no recuerdo” que otros presidentes de Brasil o la región hayan buscado bajar los costos de los fertilizantes, aunque “imagino que sí habrá sucedido y que Uruguay tuvo que haberlo hecho”.
“Cuando prendemos la radio escuchamos qué pasó en Fonterra, que se colocó carne en distintos destinos, siempre precio y colocación de productos”, y a cambio “hay muy poca información sobre qué hace Uruguay peleando con los fosfatados, ureas, potasios, sobre qué pasa con la estructura de costos”. Por ejemplo en maquinaria, “no se sabe que haya conversaciones de Uruguay con John Deere para buscar la forma de que los costos bajen”.
Ante la consulta de si ese no es una tarea del sector privado, el consultor contestó que “la venta de productos también es del sector privado, y Uruguay genera más información de colocación de carne, leche y demás que sobre la pelea por bajar los precios” de los insumos.
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