Hijo de un esclavo y una cuáquera, en 1898 nace Paul Robeson en Nueva Jersey. Este personaje extremadamente multifacético y talentoso me ha encantado desde chico, cuando escuchaba sus canciones junto a mi abuela.
La voz de este barítono bajo es una de las más imponentes y reconocibles de la historia, teniendo éxito en la ópera, musicales, películas y canciones populares de diversos géneros. Robeson tuvo una prolífica vida en la que llegó a grabar casi 300 piezas además de participar en películas como “Showboat” o “Borderline”. Durante su juventud no fue un músico huraño, también fue jugador de fútbol americano con éxito moderado, se recibió de abogado y comenzó una carrera de activismo político muy enfocada al antirracismo y a la descolonización europea de África y Asia.
A la hora de describir su voz, cosa que ya es bastante difícil de por sí con cualquier sonido, es muy destacable la claridad de su dicción de la lengua inglesa, que permite incluso a quienes poco saben de inglés “cazar” parte de lo que dice. La voz de un bajo suele tener aspectos roncos o bufonescos, pero no en el caso de Robeson que con una expresividad y facilidad en su cantar da la impresión de no estar forzando los graves que parecen superhumanos.
No hace falta escuchar demasiado de este músico para entender cómo llegó tan lejos y logró cosas como interpretar por primera vez a “Otello” en Broadway para un público blanco a pesar de la dura segregación en su país, además de otros actos cumbres que lo harían pionero. Esta representación de la obra de Shakespeare fue la que más tiempo estuvo en cartel en Broadway, hasta 2011. La popularidad de Robeson trascendía la raza y política, nadie quería dejar de escucharlo, cantando góspel en las iglesias, opera en los teatros, homenajes a cantantes italianos, americanos y soviéticos a veces en el mismo disco.
Mensaje de paz
Como activista social y abogado, su mensaje antirracista y de igualdad de derechos muchas veces queda opacado por su participación en el partido comunista de Estados Unidos de América y sus viajes y halagos a la Unión Soviética. Esto lo llevó a tener su pasaporte suspendido durante más de 5 años durante el macartismo. Este hombre que cantó para los heridos en la Guerra Civil española y los de la Segunda Guerra Mundial, llevó un mensaje de paz a muchas partes del mundo, queriendo evitar una escalada de las tensiones entre los dos bloques de la Guerra Fría por el bien de toda la humanidad. Pudo ver poco los frutos de su trabajo que se cristalizaron en parte en la enmienda de derechos civiles de Estados Unidos, pero en su “cautiverio nacional” logró avanzar mucho contra las leyes de “Jim Crow” y ampliar los derechos tanto de los afroamaricanos como de los estadounidenses en general, logrando modificaciones en la interpretación de la quinta enmienda de la constitución estadounidense, ampliando las libertades que otorga.
Recibió premios tanto en lo cívico como en lo artístico, aunque la mayoría de sus premios fueron otorgados de forma póstuma, debido en parte a su raza y a su posición política, siendo laureado por la ONU por su trabajo contra el apartheid en Sudáfrica, un premio Grammy a su trayectoria, además de lograr reconocimientos contradictorios, teniendo un lugar en el salón de la fama de Hollywood y un sello postal americano hecho en su homenaje a la vez de tener la medalla del “Premio internacional Stalin”.
Recomiendo al lector deleitarse con el sonido y la actuación de Robeson en la escena de “ShowBoat” cantando “Ol’ man river”, un clásico atemporal.
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