Prosa de hacha y tiza. Arturo Jauretche. CORREGIDOR. 107 págs., 2015.
Agotadas desde hace algún tiempo, han vuelto a ver la luz estas crónicas editadas originalmente a fines de la década de los ´50 y principios de los ´60 en las revistas Mayoría, Santo y Seña, La Gaceta y Qué. Pasadas tantas décadas, es válida la pregunta sobre la vigencia de dichos artículos. La respuesta es simple, la pluma de don Arturo sigue siendo la espada más filosa contra los profetas del odio y la estupidez colectiva.
Con el peculiar título Los tilingos de la economía, aborda un tema recurrente en nuestros lares. ¿Dónde está la solución de nuestros eternos problemas económicos? En aquel momento se planteaba con gran algarabía por parte de un grupo de presión empresarial la pertinente invitación a Argentina del ministro de Economía alemán de aquellos momentos, Ludwig Erhard, reputado padre del llamado “milagro alemán”. El planteo era plausible, si se estaba levantando un país arrasado por un conflicto bélico atroz, ¿por qué esas soluciones no iban a ser la pócima tan ansiada?
Jauretche plantea lo soslayado habitualmente. Realidades históricas y sociales tan diametralmente opuestas no pueden afrontarse con los mismos instrumentales. Y también está la variable temporal; lo que puede ser una brillante solución en cierto contexto puede ser un suicidio en otro.
Recupera la figura de un economista alemán llamado List que teorizó la necesidad de una economía nacional, él advirtió que el liberalismo de Adam Smith al propiciar la división internacional del trabajo y el librecambio, lo que quería era aprovechar las momentáneas condiciones de superioridad que Inglaterra había logrado creando una industria y una marina gracias a la protección aduanera y el Acta de Navegación.
O, para expresarlo en las palabras de un presidente de Estados Unidos, el Gral. Ulysses Grant: “Señores, durante siglos Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado hasta sus extremos y le ha dado resultados satisfactorios. No hay duda alguna que ese sistema debe su actual poderío. Después de esos dos siglos, Inglaterra ha creído conveniente adoptar el librecambio por considerar que ya la protección no le puede dar nada”.
“Pues bien, señores, el conocimiento de mi patria me hace creer que dentro de doscientos años, cuando Norteamérica haya obtenido del régimen protector lo que este pueda darle, adoptará libremente el librecambio”.
Jauretche y la gloriosa generación de FORJA siguen iluminando caminos.
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