Es difícil distinguir a un ganador en la actual guerra causada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Pero los perdedores van mucho más allá del pueblo de Ucrania, que está siendo atacado, y del pueblo de Rusia, que no eligió esta guerra pero que ahora debe soportar una economía que está siendo desmantelada por las sanciones comerciales y financieras. El impacto económico del conflicto se sentirá en todo el mundo, incluso en muchos países en desarrollo que ya vienen luchando por recuperarse de la pandemia. Uno de los efectos más inmediatos ha sido el aumento en los precios del petróleo, con la cotización del crudo Brent disparándose un 20%, superando los 139 dólares por barril, su nivel más alto desde 2008. Pero los precios de la energía ya se habían disparado, tras la dramática volatilidad observada durante la pandemia. El precio del crudo Brent, que había caído a 9 dólares por barril en abril de 2020 –en el momento de mayor intensidad de la primera oleada de la pandemia–, superó los 90 dólares por barril en enero de 2022. Desde entonces, la guerra de Ucrania ha presionado aún más los precios del petróleo y del gas al alza.
Los medios de comunicación occidentales se han concentrado en el impacto del aumento en el precio de la energía en Europa, dependiente de las importaciones de gas natural de Rusia. Pero la mayoría de los importadores de petróleo y gas del mundo son países mucho más pobres, que no tuvieron la posibilidad de implementar respuestas fiscales a la pandemia de la magnitud de las de Estados Unidos y otras economías avanzadas. Como resultado, vienen experimentando recuperaciones mucho más débiles en los niveles de producción y empleo. Esta última alza en el precio del petróleo es por tanto un duro golpe que probablemente les genere problemas en la balanza de pagos y presiones inflacionarias internas difíciles de enfrentar en el actual contexto de incertidumbre. El aumento en el precio del petróleo genera presión de costos en toda la cadena de producción, lo que se ver reflejado en aumentos en los precios que se agregan a las presiones que ya se venían haciendo sentir como consecuencia de la recuperación pospandemia. Mientras tanto, los gobernantes parecerían limitar su respuesta a la aplicación de las herramientas más elementales contra la inflación, como ser las subas en las tasas de interés y el endurecimiento de la liquidez, instrumentos poco efectivos para poner freno a una inflación que tiene por origen una presión sobre los costos, y que podrían terminar provocando una verdadera recesión económica. La crisis en Ucrania también ha provocado un aumento en los precios de los alimentos, creando aún más dificultades en los países en desarrollo, donde el hambre ya había aumentado drásticamente durante la pandemia. Antes de la guerra, Ucrania era el quinto exportador mundial de trigo, y también un importante exportador de cebada, maíz, colza y aceite de girasol, por lo que los precios de estos productos han aumentado considerablemente. La producción de cereales en los países en desarrollo también podría verse afectada por la escasez de fertilizantes. Rusia, el mayor exportador de trigo del mundo, es también un gran proveedor de fertilizantes, y la interrupción de estas exportaciones hará que los precios de los alimentos suban aún más. No es de extrañar que el G7 (cuya actuación reciente como autoproclamado líder de la economía mundial no es para nada destacable) no exprese mucha preocupación por estos peligros reales y acuciantes. Pero las organizaciones multilaterales deben sin duda asumir el liderazgo en estos tiempos de crisis, al menos proporcionando financiación compensatoria para ayudar al mundo en desarrollo a hacer frente a las múltiples crisis de precios, diseñando y permitiendo regulaciones que eviten la especulación en los mercados más esenciales.
Jhayati Ghosh, en Project Syndicate. La Dra. Ghosh fue profesora de Economía en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi y, desde enero de 2021, es catedrática de Economía en la Universidad de Massachusetts en Amherst (EEUU). Es autora y editora de 19 libros de economía.
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