“A nadie daré una droga mortal aún cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin”.
Hipócrates (460-370 a.c.)
El tema de la legalización y legitimación de la eutanasia ha comenzado en Uruguay y consideramos que es preciso pensar con seriedad sobre cuáles serán los efectos que podría tener una norma de este tipo en nuestra sociedad. Para ello es imprescindible estudiar cómo se ha desarrollado y qué consecuencias ha tenido en los países donde ya se ha legalizado, como Holanda y Bélgica, en los que la eutanasia se practica de manera indiscriminada desde hace años, yendo en muchos casos en detrimento del derecho a la salud de la población más vulnerable. También es importante ver cómo ha sido la evolución histórica del concepto y ver cómo los antiguos se relacionaban con la vida y con la muerte.
Históricamente la eutanasia o el suicidio asistido ha generado polémica, y prueba de ello es cuánto dice Hipócrates en su clásico juramento, donde prohíbe la misma. Platón en su Diálogo, el Fedón, trata los últimos momentos de Sócrates antes de ser condenado a muerte, y analiza justamente por qué no es conveniente quitarse la vida por propia voluntad.
El principal problema radica en el “relativismo” en el que, desde hace más o menos diez años, la cultura occidental ha caído. Algunos filósofos han llamado a este período “postverdad” que se caracteriza por una pérdida de objetividad científica y filosófica, en el que las emociones importan más para la opinión pública que los hechos en sí. De ese modo a través de “fake news”, de libros y artículos publicados sin el menor respaldo académico, films y otros productos culturales, se ha ido distorsionando la realidad presente e histórica, generando en las personas un imaginario que no tiene ningún asidero filosófico, histórico ni científico. Un ejemplo de esto es lo que sucede actualmente con la “Eutanasia”, palabra a la que se le ha quitado su sentido original para darle un nuevo significado.
“Buen morir”
El vocablo “Eutanasia”, está formada por dos palabras griegas “Eu”: bien, y “Thanatos”: muerte, por lo que sería algo así como “buen morir”. En la acepción más antigua que conocemos, fue empleado por Homero en la Odisea canto XI, verso 134. En este canto, Odiseo desciende a los infiernos para consultar a Tiresias sobre su futuro y el sabio Tiresias, como un oráculo, le responde narrándole los sucesos del porvenir que le tocarán al héroe, concluyendo su profecía de este modo: “A ti la ‘muerte’ te llegará desde el mar y será muy tranquila, pues te alcanzará ya sometido a la suave vejez. En torno, tus gentes serán prósperas. Estas verdades te anuncio”.
La palabra “muerte” utilizada por Homero fue una forma de “eutanasia”, considerándola como una buena muerte en el sentido estricto del término, como buen morir y no como suicidio o como forma de quitarse la vida por propia voluntad. Lo mismo sucede con la confusión establecida en torno al pensamiento de Platón y de Sócrates (padres de la Filosofía) con respecto al tema. Pero para ello es interesante esclarecer cómo surge la filosofía y cuál fue justamente su razón de ser.
La filosofía como disciplina nace en la antigua Grecia en el siglo IV a.c., la palabra “filosofía” está compuesta por dos vocablos griegos yuxtapuestos, “Filo”: amor, y “Sofía”: saber, por lo que la filosofía fue desde sus orígenes una disciplina que evocaba “el amor por el saber o el conocimiento”. La piedra fundamental de este templo llamado filosofía la puso Sócrates. En el ágora ateniense frente a sus discípulos Sócrates comenzó a desarrollar un método por medio del cual enseñaba a separar las creencias del conocimiento, y entre sus acólitos se encontraba Platón que luego escribiría en sus Diálogos las enseñanzas de Sócrates, y fundaría la Academia en la que Aristóteles completaría sus estudios.
Para comprender la seriedad de la escuela griega, hay que tener en cuenta que para ser admitido en la Academia de Platón, era necesario tener probados conocimientos en geometría y aritmética. Esto era así porque Sócrates había considerado que era necesario establecer una diferencia entre los sofistas y los filósofos. Los sofistas eran en aquel entonces mercaderes del “pseudo-saber” y, aprovechándose de la ignorancia de los ciudadanos atenienses, mantenían la apariencia de ser grandes sabios sin serlo, vendiéndoles “falsas verdades”.
Así, para la filosofía todo conocimiento tiene que tener no solo un contenido sino también una forma, y es mediante esta forma es que un conocimiento alcanza un carácter de universalidad, basado en la razón como herramienta lógico-argumental. Por eso mismo se emplea la expresión: “conocimiento formal” cuando hablamos de conocimiento científico o filosófico.
El hombre no es dueño de su propia vida
Ahora bien, Sócrates, por cuestionar algunas creencias mediante su análisis filosófico, fue condenado a muerte en la ciudad de Atenas. La sentencia no pudo ejecutarse inmediatamente porque en aquel período se conmemoraba la expedición de Teseo a la isla de Creta para matar al minotauro en el laberinto y liberar a Atenas de un tributo que el rey Minos les había impuesto: cada nueve años debían ser entregados siete muchachas y siete muchachos. Teseo se embarcó rumbo a Creta, mató al minotauro y se convirtió en algo así como el héroe nacional ateniense, y por ese motivo durante este período no podía ejecutarse ninguna sentencia de muerte en la ciudad.
De ese modo, Sócrates pudo disponer de unos días más de vida, y en su celda recibía a sus discípulos para reflexionar principalmente acerca de la muerte que se hallaba tan próxima. En una ocasión uno de ellos le hace la siguiente pregunta:
“¿En qué puede fundarse uno Sócrates, dijo Cebes, para asegurarnos que el suicidio no es lícito?” A lo que Sócrates le responde: “Vivir es para todos los hombres una necesidad invariable, una necesidad absoluta, aún para aquellos que la muerte sería mejor que la vida. Y es parte del misterio de vivir que los hombres no puedan procurarse la muerte por sí mismos y que estén obligados a esperar a otro libertador”. Además, concluye que el hombre no es dueño de su propia vida por lo que no sería lícito suicidarse o terminar con la propia vida por propia voluntad.
Hay que entender que en las tradiciones prefilosóficas y mistéricas griegas anteriores a Sócrates, como los pitagóricos y los órficos, el suicidio era considerado un mal y estaba prohibido entre ellos. Platón recoge las enseñanzas de estos y las vierte en las palabras de Sócrates. La idea de fondo es que el alma es inmortal y tiene un sentido más elevado del que podemos comprender desde lo puramente material o corporal.
La sabiduría a la que apelaba la filosofía antigua tenía que ver con el buen vivir, o mejor dicho, con el fin de vivir para alcanzar lo bueno, lo bello y lo justo. Bajo esa premisa todo cuanto nos sucede en esta vida es una fuente de aprendizaje cuyo fin es acercarnos a lo mejor o más divino de nosotros mismos. En definitiva, lo que nos enseña Platón y a través de él, Sócrates, tiene que ver con la ética, con la trascendencia de ciertas ideas sobre la materialidad en constante devenir. Estas ideas son las que nos ayudan constantemente a separar lo justo de lo injusto, no por una arbitrariedad, sino por la misma razón de ser de las cosas, a las cuales por medio del pensamiento y la reflexión podemos acceder.
El tema actual de legalización y legitimación de la eutanasia o el suicidio asistido implica, fundamentalmente, no dejar de lado que el derecho a la muerte ya todos lo tenemos consagrado desde el día de nuestro nacimiento y lo que debería consagrarse verdaderamente en todos sus aspectos es el derecho a la vida, a la salud, a los cuidados de todos aquellos que lo necesitan. Filosofar sobre este tema implica considerar todos los escenarios posibles que pueda generar una ley de este tipo, teniendo en cuenta que el mayor presente que nos ha sido dado es la vida.
TE PUEDE INTERESAR