Mediocracia. Cuando los mediocres toman el poder. Alain Deneault. TAURUS.2019. 252 págs.
Cuatro décadas atrás, en las aulas del Preparatorio del IAVA, un docente de Literatura apellidado Ospitaleche, consideraba su misión pedagógica en una dualidad: educar en contenidos curriculares, pero también formar como ciudadanos a sus alumnos. No solo dictaba el curso según el programa oficial, planteaba al menos dos complementos; el primero, lecturas elegidas por los propios educandos y el segundo, dedicar el año a la lectura pausada y meditada de un texto de José Ingenieros. Médico, sociólogo, psicólogo, filósofo, ensayista infatigable fue autor, entre otras tantas obras, de un texto eterno: El Hombre Mediocre (1913). La confrontación eterna entre el idealismo y aquellos que optan por el camino fácil; cómplices de los intereses creados, en su vida acomodaticia no hay lugar ni para el conocimiento ni para el amor, en esa vida vegetativa tan solo hay un mandato, ser cobardes borregos del rebaño social.
Un siglo más tarde, otro filósofo y sociólogo –francés–, Alain Deneault, retoma el tema, pero desde un ángulo distinto. Autor de “Paraísos fiscales. Una estafa legalizada”, Deneault ha dedicado sus distintas obras y conferencias a la denuncia sistemática de las prácticas inmorales de las grandes corporaciones del mundo globalizado. “Nadie ha tomado la Bastilla ni ha prendido fuego al Reichstag, pero sí ha habido un cambio drástico: los mediocres han tomado el poder”. La mediocridad nos anima de todas las maneras posibles a adormecernos antes que a pensar, a considerar inevitable lo que resulta inaceptable, y necesario lo repugnante. El político ambivalente afín a progresistas y conservadores, el profesor de la universidad que se limita a rellenar formularios burocráticos, el reportero que mira hacia otro lado ante los escándalos fiscales y hace ruido en la prensa amarillista… Da igual si es en el ámbito político, académico, jurídico, cultural o mediático, se mire donde se mire, la mediocridad se ha instalado.
“Acabar con lo que daña al bien común; ya hemos llegado a un punto en el que hay que detener la destrucción a gran escala de los ecosistemas, así como la explotación extractivista que machaca y aplasta a las personas y las dinámicas financieras que siguen ahondando la zanja entre ricos y pobres”.
Un texto que pone en entredicho todas las categorías de lo políticamente correcto, un texto que clama por el retorno al compromiso y a los ideales.
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