La suba en los precios de los alimentos, insumos y combustibles ya venía siendo un problema desde hacía meses; pero con la guerra de Ucrania esto se potenció. La guerra tiene efectos devastadores en los más diversos planos, provocando alzas en los precios de las materias primas, así como problemas de abastecimiento y sumistro en insumos clave, que ponen en riesgo la seguridad alimentaria.
Rusia es un actor clave en el comercio mundial de materias primas e insumos, al mismo tiempo que Ucrania es un gran productor de alimentos. El efecto conjunto hace que el conflicto actual tenga consecuencias que trascienden a los territorios afectados. Consecuencia de la pandemia, el mundo venía sufriendo ya problemas de abastecimiento, inflación y disponibilidad de fletes, este último no de los principales problemas a nivel mundial.
Las consecuencias más inmediatas en los mercados alimentarios como resultado de la guerra son: (i) aumento del hambre y colapso de sistema alimentario mundial, principal advertencia realizada por las Naciones Unidas; (ii) el precio de las materias primas, del trigo y los fertilizantes se han disparado desde que estalló la guerra; (iii) se interrumpen exportaciones de alimentos de Rusia y las de Ucrania no se quedan atrás.
Rusia es el primer exportador de gas y petroleo del mundo y el tercero de carbón. El 28% del trigo mundial proviene de Rusia y Ucrania, al mismo tiempo que representan el 53% del comercio de aceite de girasol y semillas, y el 27% del de trigo. En el área de energía, los precios mundiales de los combustibles se han disparado ante la perspectiva de reducciones en las compras de petróleo, gas y carbón a la Federación Rusa, el segundo mayor exportador de petróleo del mundo.
A su vez, Rusia es el mayor exportador de fertilizantes nitrogenados del mundo y también es un importante exportador de potasio y fósforo. Todos estos son insumos que la agricultura moderna demanda para lograr obtener los niveles de rendimientos actuales. Con el aumento del precio de todos estos fertilizantes, no son solo los agricultores de Rusia y Ucrania los que sufren el impacto, los efectos son mucho mas extendidos. En América Latina esto genera una importante preocupación por ser un gran productor y exportador de alimentos, para los cuales necesita importantes volumenes de fertilizantes.
El costo de producir fertilizantes nitrogenados está directamente relacionado con el costo del combustible. A su vez, los insumos de fertilizantes para los sistemas agrícolas representan uno de los costos variables de producción más significativos de los cultivos. Al invertir en fertilizantes, un agricultor debe equilibrar el rendimiento de esta inversión con los ingresos esperados por la cosecha. Agregar más fertilizante, para una pequeña mejora en el rendimiento, podría no amoritzarse solo en la cosecha. El calculo depende del tipo de cultivo, el sistema, la escala y el manejo que se realice. Pero no hay discusión de que el uso adecuado de nutrientes son claves del rendimiento, en la producción y disponibilidad de alimentos.
En los niveles actuales para seguir siendo rentables, los agricultores deberán estar muy atentos a los costos de producción, lo que potencialmente puede bajar la aplicación de fertilizantes, lo que puede implicar un aumento en los riesgos de rendimiento y calidad.
En primera instancia parecería razonable anticipar que muchos agricultores hayan logrado escapar a este aumento habiendo comprado fertilizantes por adelantado, por lo que es poco probable que tenga un impacto inmediato en el suministro de alimentos y en los precios. Pero aunque se reinició la producción de fertilizantes, los precios mundiales de los combustibles no se han recuperado y continúan subiendo. En los hechos esto depende de las zafras y las necesidades temporales de insumos.
Muchos productores que son tomadores de precios tendrán importantes dificultades para asumir esta suba de costos. Bajo estas circunstancias, una intervención gubernamental en el mercado sería esperable. Sin embargo, los presupuestos públicos están severamente acotados como consecuencia de la pandemia, dejando poco espacio para el apoyo y la contribución monetaria directa.
A nivel mundial se va haciendo más clara la necesidad de transformar nuestro sistema alimentario, utilizando más energía verde y prácticas más sostenibles que mejoren la salud del suelo y la eficiencia en el uso de nutrientes, utilizando tecnologias alternativas. Pero esto no será suficiente, y es claro que en paises como Uruguay donde la producción de materias primas es un pilar clave de la economia y los nutrientes son un insumo fundamental, se va a requerir de acciones públicas que permitan neutralizar estas presiones en los precios.
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