Cuando el amigo Roberto Bennett se comunicó conmigo para tomar un café y departir sobre temas históricos y literarios, no suponía que la charla terminaría en una aventura hacia el pasado. Roberto, experto en turismo, titular de un programa de radio y escritor de novelas y libros de viajes, lleva un apellido con sangre escocesa, por lo que ha estado y está en contacto con la colectividad británica en Uruguay. Que por otra parte es más numerosa de lo que pensamos. El motivo era mostrarme los ejemplares de diarios que había encontrado en la biblioteca de su padre, fallecido años atrás. En especial los referentes a la estadía del Graf Spee en el puerto de Montevideo, allá por el lejano diciembre de 1939.
Los ejemplares venían dentro de un sobre que lucía escrito en letra de imprenta la expresión “MATERIAL HISTÓRICO”. Daba temor empezar a desdoblar el papel amarillento que se notaba plegado con esmero. El primero en aparecer era el del Buenos Aires Herald, diario que se publicaba en inglés en Buenos Aires, de fecha 15 de diciembre de 1939 cuyo titular, en grandes letras, decía: “Serious Problems For Admiral Graf Spee” y al que acompañaban dos fotos del acorazado de bolsillo, una de su torreta y otra de la cubierta en la que se podían apreciar los desperfectos ocasionados por la artillería inglesa.
Victoria diplomática
El segundo era del diario El Pueblo, editado en Montevideo, con fecha del día siguiente, sábado 16 de diciembre de 1939, cuya página inicial lucía totalmente cubierta de fotografías, en medio de las que sobresalía el título: “Descansan en tierra de paz”, referente al sepelio de los jóvenes marinos alemanes fallecidos en el combate, a los que se les había dado honrosa sepultura. Más abajo figuraba la noticia demostrativa de que la Embajada inglesa había ganado la guerra diplomática porque había logrado el objetivo de que “antes de las 18 horas de mañana deberá partir el Graf Spee”.
Sabido es por los estudiosos del tema que el capitán Langsdorf había solicitado más tiempo de permanencia para poder realizar las reparaciones del caso antes de salir a enfrentar a los tres cruceros ingleses que lo aguardaban, pero luego de discusiones y contactos entre el embajador inglés Sir Eugene Millington Drake y las autoridades uruguayas, entre las que contaba con grandes amigos, logró que el gobierno uruguayo intimara la rápida salida del acorazado.
Nueve fotografías ilustran la página, llamando la atención una en la que se ve un carruaje fúnebre frente a la Plaza Independencia seguido por una comitiva de automóviles y la multitud agolpada en las veredas. Otro de los ejemplares, también del Buenos Aires Herald, de fecha anterior, el 4 de setiembre de 1939, daba cuenta de la declaración de guerra bajo el título de “Empire Declares War On Hitlerism” y, finalmente, un ejemplar del The Standard, otro diario publicado en inglés en Buenos Aires, de fecha 9 de mayo de 1945, celebraba en grandes letras “Final Capitulation in Berlin”.
Una vez leídos los mismos y efectuados los comentarios del caso, concordamos en su importancia como documentos. Los ejemplares de los diarios del pasado, cuando refieren a hechos de relevancia, mantienen especial vigencia. Pese a estar doblados y amarillentos, representan un testimonio cargado de emociones porque fueron escritos con el calor del momento. Valoramos de allí la importancia de las hemerotecas existentes en las bibliotecas y museos.
Concordamos con Bennett en la necesidad de darles a estos ejemplares un destino adecuado, tal vez la Biblioteca Nacional, el Museo Naval, donde se guardan interesantes documentos sobre la época junto con un óleo del Capital Mario Mascarello, que también es pintor, y representó con colores vivos la llamada batalla de Punta del Este. O tal vez, al Museo del Ejército del batallón de Sarandí del Yí, donde estuvieron confinados los marinos alemanes que quedaron en el país, y donde se exhiben elementos materiales relacionados o pertenecientes a ellos.
Sin descuidar la entrega de una copia fotográfica a la biblioteca de la Casa de la Cultura de Maldonado, ya que el conflicto se libró frente a Punta del Este.
En este sentido también recapacitamos en la lámina que obra en mi colección, un dibujo a lápiz del Graf Spee realizado por uno de los tripulantes del barco que quedó a vivir en Montevideo. Adquirí la lámina hace más de 30 años en la librería “Oriente Occidente”, que abría sus puertas en la calle Cerrito Nº 475, atendida por Julio Moses.
Lamentablemente, el librero no pudo o no quiso brindarme el nombre del autor ni tampoco pude averiguarlo en posteriores investigaciones. De seguro que podrá hacerle buena compañía y ser apreciado por los interesados en el tema junto con los periódicos de la época y el álbum de fotografías tomadas al acorazado, tema al que nos referiremos en un próximo artículo.
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