La profesional explicó que la lana “no es un producto de primera necesidad como los son los alimentos”, lo que frenó el mercado internacional. Ahora el sector se está recuperando pero sigue habiendo dificultades.
“Como productor de materias primas Uruguay tiene muchas oportunidades” porque tenemos “las condiciones de atender a un consumidor cada vez más consciente y preocupado por conocer lo que adquiere, se preocupa por el bienestar animal y la palabra del momento es ‘sostenibilidad’. Nosotros tenemos mucho para explotar en ese sentido”, comentó la Dra. Antonella Riani, responsable del Área de Mercados y Proyectos del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL).
Respecto a la lana dijo que es un sector que “sufrió muchísimo la pandemia” porque “no es un producto de primera necesidad como los son los alimentos” aunque ahora “estamos en un proceso de recuperación no libre de dificultades”.
“Si vemos la gráfica de precios el comercio internacional veremos que en 2020 la lana se paró por la pandemia. Ahora hay una recuperación de las lanas finas y superfinas que llegaron a niveles prepandemia”. En contrapartida “está costando” comercializar “las lanas un poco más gruesas”, además de que el Covid “ensanchó la brecha de precios entre las finas y las de micronaje más grueso”, señaló.
Lo que sucede es que “el mundo tiene mucho stock de lanas medias, y es muy difícil que en poco tiempo se pueda liquidar ese stock, uno espera que en la medida que ese stock se vaya consumiendo el precio de la lana fina arrastre a las más gruesas” y reactive todo el mercado.
Consultada sobre el uso de las lanas, la Dra. Riani dijo que “es diferente según el micronaje”. Algunas “se usan para tapices o alfombras. Las finas se usan en la industria textil de lujo como la elaboración de trajes, ropa deportiva de alta calidad, tapizados de autos, aislantes. Todos son productos que se dejaron de consumir durante la pandemia y eso resintió el mercado y el precio”, insistió.
“Pasamos de precios altos a un mercado parado, a los precios bajos y con 2 y 3 zafras con dificultades de colocación, eso se ve incluso ahora con los productores que no pueden colocar su producción”. Es un fenómeno que está pasando “en Uruguay pero también a nivel mundial”, sobre todo con los micronajes más gruesos.
Diferente es la situación de la lana de Merino que “se ha recuperado” y ofrece perspectivas más claras. En las más gruesas hay otro factor que es la presencia de otros productores Perú o España, “son países que siguen teniendo stock” acumulado por los “problemas en el consumo y por las dificultades logísticos”.
La expectativa es que el precio suba
Sin embargo, la lana tiene sus ventajas y potencial: “Es una fibra muy versátil y va en favor de todo lo que le preocupa al consumidor contemporáneo”.
Sobre qué esperar en el mediano plazo, Riani dijo que no es fácil saberlo en un mundo cambiante y lleno de incertidumbres, aunque “en las últimas semanas vemos una situación de bastante estabilidad” en las ventas de Australia, con el Indicador del Mercado del Este (IME) cerrando arriba de los diez dólares. “Hay oscilaciones, leves pero con estabilidad”.
“Las expectativas de todos es que el precio suba. La semana pasada Sudáfrica que es un productor importante sufrió un brote de fiebre de aftosa y China que adquiere el 80% de lo que Sudáfrica produce prohibió las importaciones” desde ese país.
Aún está por verse cómo esa situación afectará al mercado global y a Uruguay en particular. “Sudáfrica produce lana fina que es una lana diferente a la que el productor uruguayo tiene guardada en sus galpones y con necesidad de vender”, explicó.
Uruguay, “un polo industrial muy importante”
La exportación de Uruguay es mayoritariamente de tops para lo cual es muy importante el polo industrial que poseemos y “que no es común a nivel mundial. Son muy pocos los lugares donde hay industrias topistas: en el este de Europa, en China, en Uruguay. El este de Europa está sufriendo una guerra y China tiene un rebrote de Covid con cuarentenas y problemas logísticos que generan muchas dificultades”. La industria local “hace que no seamos dependientes” de otros países.
Otra ventaja “muy importante” de Uruguay es que “tenemos el mercado diversificado y exportamos lana sucia, lavada y peinada”.
Como valor agregado Riani destacó la importancia de los acondicionamientos y certificados: “Por un lado está el acondicionamiento con grifa verde y con análisis de laboratorio”. En ese sentido es cada vez más importante que la esquila se haga con una empresa acreditada por el SUL y que sea acondicionada como grifa verde porque “hay un aporte importante en el valor. Eso se hace y va en aumento con una significativa diferencia de precios” para los productores.
“También están las certificaciones” como la orgánica o RWS, que agregan valor en un mercado cada vez más demandante de datos objetivos sobre rendimiento, micronaje y todo dato de la fibra en sí, el sistema y el ambiente”.
En el caso de “la certificación RWS está vinculada al bienestar animal, se ha desarrollado mucho y el productor la está implementando”, comentó.
Todo eso resulta que la producción de lana en Uruguay “es de muy buena calidad, con ventajas comparativas en muchos sentidos” frente a los demás países de la región y competidores.
Recuadro debajo de la foto:
La Dra. Antonella Riani nació en Artigas, se recibió de veterinaria y trabajó como tal durante cuatro años. En 2017 la Sociedad de Criadores de Ideal le dio la oportunidad de viajar a China donde hizo un programa de intercambio económico cultural. Allí descubrió su interés por ver los productos agropecuarios desde otras aristas por lo que 2018 viajó a Inglaterra donde hizo una maestría en agronegocios. En Europa se le abrieron oportunidades laborales en el área de los commodities, las que aceptó y trabajó con soja, trigo, maíz, aceite y gas licuado de petróleo. En 2020 regresó a Uruguay y hace un mes es la nueva responsable del Área de Mercados y Proyectos del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL).
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