Papá camina, mamá reza
Este año estudiamos “Tiempo y clima”, y creo que me quedó bastante claro el tema: sé lo que son “fenómenos atmosféricos”, aunque la palabra “fenómeno” me cuesta entenderla, pero “atmosférico” no, porque deriva de atmósfera y esta sí entendí bien.
Así que lo que se armó ahora es un fenómeno atmosférico, al cual llamamos “tormenta”. ¡Y qué tormenta! Un trueno a continuación del otro y más fuerte que el anterior; tantos relámpagos que parece de día; y otro rumor raro, que me da más miedo todavía.
No sé qué hora es; en la casa hay un solo reloj despertador, en la mesa de luz de mi madre, detrás del candelero; pero parece que recién anocheció, aunque mis hermanos hace horas que roncan. Yo aprieto los ojos, pero no duermo; casi no respiro y sigo con mucho miedo.
Papá siempre nos dice que no sintamos vergüenza de tener miedo, porque los hombres también lo sentimos.
Él le tiene mucho miedo a las tormentas de viento; nunca nos dijo por qué. Siento que anda cerca, porque oigo apenas sus pisadas: va de una ventana a otra, abre un postigo, mira el cielo aprovechando la luz de los relámpagos, para ver cómo está y hacia dónde van las nubes oscuras; parece que lo estoy viendo, porque cuando hay tormenta de día hace eso.
Me animo a entreabrir los ojos y me parece ver un pequeño resplandor, como a lo lejos; estoy seguro que mamá prendió una vela bendita, se arrodilló en el piso, frente al crucifijo que está en la pared de la cabecera de su cama y se puso a rezar; siempre que hay truenos y relámpagos hace lo mismo: se arrodilla, se persigna y mueve los labios. Nunca fue a ningún catecismo, pero en casa de sus padres aprendió algunas oraciones y las dice con mucha fe.
Yo ya me sé todo el catecismo: las 150 preguntas, mandamientos, oraciones, todo, porque el año pasado, cuando estuve 18 días internado en el hospital, le pedí uno a la Hna. Catalina y me dio “El amigo del enfermo”. Fue en julio; en setiembre ya me sabía todo de memoria, pero cuando tengo mucho miedo, como ahora, ni rezar puedo.
Me tranquiliza bastante que mi padre ande vigilando y mi madre esté rezando, pero igual no me duermo. Además, ya se despertó mi hermano mayor, Tití, el chacrero; debe ser las 3 y media, porque todos los días del año, haga el tiempo que haga, se despierta a esa hora: va a la cocina, hace fuego, calienta agua y matea un buen rato. Después ordeña, da maíz para las gallinas y suelta a los cerdos de su encierra.
Hoy no sé qué hará después, si trabajar con cuerdas o limpiar y ordenar el galpón, porque nunca puede estar sin hacer nada.
Empecé a bostezar. La tormenta pasó. Creo que voy a dormir…
Jesús H. Duarte, maestro.
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