Larry Fink, el ejecutivo principal de uno de los mayores fondos de inversión mundial, asegura que la pandemia y la guerra en Ucrania provocaron “profundos efectos” que ponen fin a la globalización de las últimas décadas y llama a impulsar la producción nacional y regional para garantizar la seguridad estratégica.
BlackRock es una corporación estadounidense de gestión de inversiones y según el diario inglés Financial Times es actualmente la gestora de activos más grande del mundo superando los US$ 10 billones en activos que maneja a nivel mundial. En nuestro país el gigante empresarial tiene acciones en Mercado Libre, UPM y acuerdos con SURA Asset Management Uruguay y además con la filial local del banco HSBC.
Respecto a UPM, Blackrock posee de manera directa menos del 5% de las acciones, pero además tiene acciones a través de otras entidades financieras. También es el segundo accionista en Nordea Bank Abp de Finlandia (también tiene acciones en UPM a través de sus subsidiarias) y sexto accionista en Skandinaviska Enskilda Banken AB (grupo SEB), que con 55,49% de las acciones es el mayor accionista de UPM, según su página web. Además, el gigante financiero estadounidense es el sexto accionista de Swedbank, banco que a través de su subsidiaria Swedbank Robur es el cuarto accionista del grupo SEB. Por su parte, SURA tiene en nuestro país la AFAP SURA, segunda administradora de fondos previsionales en número de afiliados y fondos administrados del Uruguay.
El pasado 24 de marzo, Larry Fink, fundador y oficial ejecutivo en jefe de Blackrock, publicó una carta a sus accionistas analizando la guerra en Ucrania y la situación económica producto del conflicto. Fink, miembro de la junta directiva del Foro Económico Mundial y del think tank estadounidense Council on Foreign Relations, inicia la carta afirmando: “El mundo está experimentando una transformación: el brutal ataque de Rusia contra Ucrania ha trastornado el orden mundial que había estado vigente desde el final de la Guerra Fría, hace más de 30 años”.
La misiva sigue contando que los efectos del conflicto no están “limitados a Europa del Este” y que se superponen a una pandemia que generó “profundos efectos” a nivel político, económico y social, para que luego Fink diga que el impacto de estos hechos “repercutirá en las próximas décadas en formas que aún no podemos predecir”. Los siguientes párrafos se los dedica a comentar la entrada de Rusia al sistema financiero global tras la desintegración de la URSS afirmando que “el mundo se benefició de un dividendo de paz global y la expansión de la globalización” y debido a ello se “aceleró el comercio mundial, se expandieron los mercados globales de capital, aumentó el crecimiento económico y ayudó a reducir drásticamente la pobreza en las naciones de todo el mundo”.
En la carta a los accionistas, Fink analiza las medidas contra Rusia, pero antes dice que “la invasión rusa de Ucrania ha puesto un fin a la globalización que hemos experimentando durante las últimas tres décadas”. La misma “catalizó a naciones y gobiernos a unirse para romper los lazos financieros y comerciales con Rusia. Unidos en su firme compromiso de apoyar al pueblo ucraniano, lanzaron una ‘guerra económica’ contra Rusia. Los gobiernos de todo el mundo impusieron sanciones casi por unanimidad, incluida la medida sin precedentes de prohibir al banco central ruso desplegar sus reservas de divisas”. Respecto a las medidas contra el Banco Central de Rusia, Fink hace mención a la congelación de las reservas rusas en el exterior por parte de Estados Unidos y otros países occidentales por un valor de más de US$ 300 mil millones en oro y reservas en moneda extranjera.
Asimismo, destaca la importancia del sector financiero empresarial al afirmar que las acciones tomadas desde el sector privado “demuestran el poder de los mercados de capitales: cómo los mercados pueden proporcionar capital a quienes trabajan constructivamente dentro del sistema y qué tan rápido pueden negárselo a quienes operan fuera de él”. Luego Fink agrega: “Rusia ha quedado esencialmente aislada de los mercados de capitales mundiales, lo que demuestra el compromiso de las principales empresas de operar de manera coherente con los valores fundamentales. Esta ‘guerra económica’ muestra lo que podemos lograr cuando las empresas, apoyadas por sus partes interesadas, se unen frente a la violencia y la agresión”. Respecto a las medidas del sector privado, el CEO de BlackRock se refiere a que muchas empresas de distintos rubros se sumaron reduciendo sus operaciones en el mercado ruso y en muchos casos intentando vender sus operaciones en el país.
Los países piensan en sus cadenas de suministro como valor estratégico
Fink considera que la “agresión rusa en Ucrania” junto a la posterior desvinculación de la economía mundial “impulsará a las empresas y los gobiernos de todo el mundo a reevaluar sus dependencias y volver a analizar sus huellas de fabricación y ensamblaje, algo que covid ya había incitado a muchos a comenzar a hacer”.
El empresario alerta sobre la pérdida de participación de Estados Unidos en la fabricación global de semiconductores. “Los semiconductores son un bloque de construcción esencial en los bienes y productos que los estadounidenses usan todos los días. Estos chips de computadora son fundamentales para una variedad de sectores y productos, desde automóviles hasta teléfonos inteligentes, equipos médicos e incluso aspiradoras. Ayudan a impulsar nuestra infraestructura desde nuestra red hasta nuestra banda ancha. Estados Unidos solía liderar el mundo en la fabricación global de semiconductores. Pero en las últimas décadas, EE.UU. perdió su ventaja: nuestra participación en la producción mundial de semiconductores cayó del 37% a solo el 12% en los últimos 30 años”. El 21 de enero de este año, la Casa Blanca anunció la inversión de la empresa en Ohio Intel por un valor US$ 20 mil millones, para la construcción de una planta de producción.
Por otra parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió el 24 de febrero de 2021 una orden ejecutiva respecto a las “Cadenas de Suministro de Estados Unidos” en la que insta a distintas reparticiones del Estado a asegurar y mejorar las cadenas de suministro. La orden ejecutiva afirma que “Estados Unidos necesita cadenas de suministro resistentes, diversas y seguras para garantizar nuestra prosperidad económica y seguridad nacional. Las pandemias y otras amenazas biológicas, los ataques cibernéticos, los choques climáticos y los eventos climáticos extremos, los ataques terroristas, la competencia geopolítica y económica y otras condiciones pueden reducir la capacidad de fabricación crítica y la disponibilidad e integridad de bienes, productos y servicios críticos”.
La difícil decisión sobre la salida de los bancos europeos
La división de inteligencia de mercado de la corporación financiera S&P Global emitió un informe el pasado 25 de abril de este año titulado “Los bancos europeos se enfrentan a una decisión difícil mientras sopesan la retirada de Rusia”, en el que analiza las acciones que varias instituciones de renombre como Société Générale y Credite Agricole de Francia, UniCredit de Italia y Raiffeisen Bank International AG (RBI) de Austria están llevando a cabo con respecto a sus operaciones en el gigante euroasiático. El informe destaca que estos bancos deben decidir entre “dos opciones poco atractivas” como lo son “hacer una salida apresurada y probablemente costosa que deje varados a los clientes internacionales, o quedarse y lidiar con las complejidades de las sanciones internacionales, así como el riesgo de una reacción violenta en casa”. En el caso francés, Société Générale y Credite Agricole están en Rusia desde 1872 y 1879, respectivamente, y el primero lidera la venta de su participación en Rosbank. Según S&P, el banco francés podría perder hasta 3.1 mil millones de euros por la venta.
Por otro lado, UniCredit tiene una exposición 12600 millones de euros y, según el informe, la mayor parte corresponde a una posición de préstamos autofinanciada. La salida del banco italiano de Rusia llevaría a terminar una estructura que cuenta con 4000 empleados, más de 1500 clientes corporativos y absorber una pérdida de 7500 millones de euros. Esto “no puede ni debe hacerse de la noche a la mañana”, expresó Andrea Orcel, director ejecutivo de UniCredit el pasado 15 de marzo. Por su parte, RBI tiene la exposición más alta con 22,9 mil millones de euros en el mercado financiero ruso, según S&P Global, y hasta ahora el banco austríaco “continuará reduciendo sustancialmente sus préstamos y no buscará activamente adquirir nuevas relaciones con los clientes”, destaca el informe de la división de inteligencia de mercados de S&P Global.
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