Los uruguayos lo hemos estado viendo en estos últimos días en blanco y negro. Nos referimos a cierta propaganda electoral que se exhibe por televisión y las redes sociales.
El spot hace hincapié en grandes obras que no se materializaron, o bien quedaron a medio hacer, o terminaron como fierros viejos. El factor común de la mayoría de estas obras es que el Estado perdió dinero con proyectos en algunos casos mal concebidos, en otros casos en emprendimientos teñidos de corrupción. Aparecen sucesivamente imágenes de Envidrio, la playa donde se planeaba construir el puerto de aguas profundas, la curtiembre El Aguila, los pozos petroleros, Pluna, Alas Uruguay, Aratiri, el Tren de los Pueblos libres de AFE , la planta de alcohol a boniato de Ancap, Fanapel y la Planta regasificadora. Y hasta la fábrica de perfumes de ANCAP, que frustró a muchas y muchos aspirantes a divas y galanes.
Pero el daño que esto le ha producido al país es insignificante si uno mira la realidad de la pequeña y mediana empresa nacional. Y decimos bien, porque ya no hay gran empresa nacional privada.
La empresa nacional viene desapareciendo como se apaga una vela. Esos empresarios que Colonia y Paraguay en su deformado imaginario tratan de oligarcas, son los kiosqueros, tamberos, fruticultores, panaderos, baristas, almaceneros, torneros etc. etc. Son los que mueven la economía, y a quienes los conductores de la economía cultivan en cualquier país que se precie de su independencia económica.
El artículo 1º de la constitución italiana dice: “Esta es una república fundada sobre la base del trabajo”. Nada hay más sagrado para Italia que el trabajo. Alemania se enorgullece de sus “mittelstand”, y Estados Unidos tiene una venerada institución creada durante la depresión para el cuidado exclusivo de sus Pymes. Se trata de la Small Business Administration, conocida como SBA.
El pacto faustiano del gobierno actual con una gran empresa extranjera ha dejado relegadas a las Pymes al rol de justificativo de múltiples oficinas que se crean dentro del Estado central para fomentarlas y que, si dejamos pasar más tiempo, los burócratas superarán a los pequeños empresarios en extinción. Es así que existen ANDE, DINAPYME y una sopa de letras con el supuesto cometido de cuidar de las Pymes.
Las Pymes representan una parte importante de la economía. El 95% de las empresas uruguayas son Pymes y generan aproximadamente 800,000 empleos. Mientras tanto siguen muriendo silenciosamente.
Este gobierno decidió poner la suerte del país en manos de una corporación extranjera que casi sin darnos cuenta fue tomando el control de nuestros destinos. Es así que hoy no hay ninguna actividad económica que no tenga algo que ver con UPM. Aquel que tenga el infortunio de tener que exportar su producción o vender su servicio a una empresa que no tenga la suerte de tener al sector forestal como cliente, está condenado a ir desapareciendo.
En la obra de Goethe, Fausto un varón ya pasado de edad pero que se imaginaba todo poderoso, se convence que el voluntarismo lo puede todo y termina obligado a hacer un pacto con Mefisto para seducir a la joven Margarita. La lección: creyó poder encender el fuego de la vida y solo logró un cúmulo de calamidades.
Como Fausto, este gobierno nos deja un legado de dependencia y voluntarismo que está terminando con la empresa nacional.
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