Lo que queda de mayo será amigable con las labores agrícolas, el tiempo acompañará; pero en invierno y primavera las precipitaciones disminuirían. La Niña persistiría hasta fin de año.
La producción agropecuaria a cielo abierto depende de lo que la naturaleza nos regale, conocer los pronósticos realizados por especialistas es una herramienta fundamental para la toma de decisiones. La Mañana consultó al técnico meteorólogo Gabriel Labrador sobre qué esperar en lo que queda del mes, el invierno y la primavera próximas.
Al respecto dijo que para “las temperaturas del aire cerca de la superficie, se prevén valores en general dentro de lo normal, con un leve sesgo hacia temperaturas mínimas más bajas en el sureste; y máximas algo más altas de lo normal en el norte”.
“Al día de hoy, el análisis de los datos en tiempo real de los componentes del sistema climático (atmósfera, hidrósfera, litósfera, criosfera, bióesfera) combinado con los análisis de varios modelos de predicción meteorológica estacional, subestacional y mensual permiten inferir con varios meses de anticipación el comportamiento más probable de estas variables”, agregó.
Respecto al mes de mayo, señaló que “continúa presentándose muy bueno en relación a lo que ha pasado en abril que tuvo principalmente al norte del Río Negro lluvias por momentos excesivas. (Ver imagen 1, en verde lluvias por encima de lo normal).
Para este período de zafra agrícola, “los días sin lluvias continúan favoreciendo las actividades agropecuarias especialmente las vinculadas a la agricultura de secano, que luego del déficit hídrico de comienzos del verano, tuvo precipitaciones que permitieron el repunte y desarrollo de los cultivos de segunda y las sojas de primera que se plantaron tardíamente”.
“En general en la zona núcleo, los suelos quedaron casi a máxima capacidad de campo reteniendo buena humedad en los horizontes profundos mientras superficialmente ahora están más secos permitiendo el tránsito de la maquinaria agrícola. Las cosechas, trillas y siembras marchan a buen ritmo en gran medida favorecidos por el estado del tiempo atmosférico”, agregó.
Buenas condiciones para la ganadería
Sobre la ganadería, Labrador dijo que ese sector productivo “se encuentra con suficiente disponibilidad de pastos y aguadas; los forrajes que se han sembrado vienen muy bien preparándose para el invierno”.
De igual modo “el estado de las vacas preñadas es en general muy bueno esperando un invierno tranquilo de pocas lluvias hacia una primavera que promete ser de alta productividad”.
Los ovinos acompañan las buenas perspectivas: “Están en época de encarnerar y con pasturas suficientes se esperan buenos porcentajes de preñez”, consideró.
Después del invierno, primavera de bajas precipitaciones
En definitiva, nos espera “un invierno relativamente seco y frío” que “es bueno para la agricultura en general”, pero “es necesario prestar atención a lo que pase después”.
Los análisis de Labrador indican que “habrá que prepararse para una primavera a priori con precipitaciones por debajo de lo normal y temperaturas levemente superiores”, un “escenario más complejo para la agropecuaria”.
“Lo normal es que en primavera se repongan pasturas, forrajes, aguadas; se carguen de humedad y nutrientes los suelos”, pero “si La Niña persiste podría reiterarse un contexto de menos lluvias” lo que se puede ver “en los mapas pronosticados para la primavera (ver imagen 2) aunque la situación en verano cambiaría”.
La Niña, actual fase fría de ENOS (El Niño la Oscilación del Sur) es la forzante principal del clima de Uruguay que suele explicar el desvío en las precipitaciones hacia valores por debajo de lo normal por largos periodos (a inversa sucede con El Niño que provoca lluvias por encima de lo normal).
La Niña y sus efectos persisten hasta casi fin de año
Labrador explicó que “los efectos de La Niña sobre el sureste de América del Sur, Uruguay, Paraguay, parte de Argentina y sur de Brasil son en general de lluvias por debajo de lo normal, que en conjunción con altas temperaturas en verano, deriva hacia situaciones de déficit hídrico y eventualmente sequía”, y aunque “se esperaba un declive del fenómeno y que las temperaturas de la superficie del mar en el océano Pacífico intertropical central y cercano a las costas de Suramérica retornaran a la normalidad, no fue lo que sucedió”.
Al final de febrero “hubo un leve retorno a condiciones normales en el océano Pacífico que rápidamente se reflejaron en lluvias para Uruguay. Luego la situación evolucionó a una regresión con anomalías negativas de temperaturas de la superficie del mar (TSM) lo que vuelve a repercutir en nuestro país con menos lluvias”.
En su análisis de la región para el trimestre octubre, noviembre y diciembre 2022, Labrador destaca que “la persistencia de valores inferiores a lo normal de TSM, indicativos de persistencia de La Niña casi hasta fin de año. (Ver imagen 3).
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