Graciela Rompani, viuda del expresidente Jorge Pacheco, tiene una vida por demás activa. Además de seguir de cerca la realidad política del Partido Colorado, desde hace 27 años trabaja con niños en la zona del Cerro, otorga microcréditos a mujeres emprendedoras en Casabó y es fundadora del Centro de Estudios de Derechos Humanos del Uruguay.
¿Cómo observa la actual realidad del Partido Colorado?
El Partido Colorado es Sanguinetti y está haciendo un esfuerzo ciclópio, algo que es natural en él, para la supervivencia del partido. Sin subjetividad, dentro del sector Batllistas se ve a un Tabaré Viera con su bastión que es el departamento de Rivera, y el doctor Gustavo Zubía que tiene sus votos propios. Y por suerte tenemos al doctor Sanguinetti que está construyendo con una vocación y un amor sin límites.
¿Dónde ubica el legado de Pacheco?
Hay muchas acciones e ideas de su gobierno que generalmente las llamaron de otra manera, para no provocar el rechazo de ciertos sectores y vincularlas con su accionar. El legado de él es haber hecho un gobierno con sentido común y coraje para tomar decisiones, que eso es lo que tiene que tener cualquier gobernante. Ya no existen líderes que forman gente a su alrededor y los sobreviven.
Para mí el último líder dentro del partido fue Luis Batlle quién desde la radio Ariel y el diario Acción formó como un laboratorio de ideas y acciones que produjo políticos de primera y estos los sobrevivieron a su muerte. Después de la muerte de Pacheco y Jorge Batlle, eso no volvió a ocurrir. La gente que sucedió a Luis Batlle logró conformar un partido fuerte y un semillero de líderes como Flores Mora, Hierro Gambardella, Alba Roballo, Michelini, Paz Aguirre y el propio Sanguinetti. Ellos se formaron entorno a Luis Batlle, pero eran otros tiempos dónde no existían los WhatsApp ni cosas por el estilo.
¿Cómo ve la realidad política actual de Uruguay?
Es una realidad de mitad y mitad: por un lado, la coalición y por el otro el Frente Amplio. Tendrían que hacer todo lo posible para mancomunar las ideas y las acciones en el bien común para favorecer a la población.
¿Y en cuanto al nivel intelectual del discurso político y de la sociedad en general?
Hay un bajón horrible, salvo honrosas excepciones. Hay una ignorancia total de la historia, generada por un falso relato de los hechos y la poca curiosidad de la gente por enterarse de lo que es la verdad. Incluso el falso relato fue pasado a los libros de historia, lo cual es inaudito. Me llama de manera seguida gente que debe realizar algún trabajo sobre la historia en la época de Pacheco y es increíble los conceptos que manejan. Y eso lo vemos en personas que son estudiantes y tienen un respaldo cultural. En los políticos también se ve en las Cámaras la ignorancia con que se expresa algunas personas.
Usted está trabajando en una reciente organización denominada Centro de Estudios de Derechos Humanos del Uruguay. ¿Qué se busca?
Es, como lo dice su nombre, estudiar todos los derechos humanos sin flecharlo para ningún lado. Porque esos derechos los tienen tanto la gente que desapareció y los familiares que tienen la angustia de no saber dónde están, como los asesinados por los tupamaros y las familias a las cuales nunca se les reivindicó absolutamente nada. Este centro de estudios tendrá como objeto la defensa, promoción y protección de los derechos humanos, pero con un enfoque humanista, centrado en dignidad, responsabilidad personal y con la familia como base de la sociedad. Además, está constituido por civiles. En la presidencia está Sergio Molaguero (secuestrado por el OPR 33), quién habla como vicepresidente, y Daniel García Pintos.
¿Cómo serán los próximos pasos que dará este centro de estudios?
Va a ser la presentación en sociedad, luego de obtener la personería jurídica. Se va a promover la difusión respetuosa de ideas de los principios democráticos que fortalezcan a la República. Pensamos realizar encuentros, seminarios, simposios y foros. Supone crear también centros de estudios y bibliotecas, porque para tener una voz dentro de los derechos humanos hay que conocer de ellos.
¿Cuál es la posición con respecto a la compensación económica para los familiares de las víctimas de las organizaciones subversivas?
Esto totalmente de acuerdo en que hay que apoyar esa iniciativa. Algunos eran padres de cuatro hijos y quedaron en la miseria, porque era el único aporte. Esto debe ser obviamente estudiando cada caso, porque hay muchas más situaciones de estas de las que se pueden creer.
¿Cómo calificaría su trabajo social con la Organización Ventura de la cual forma parte?
Con esta organización administramos tres centros Caif en la zona del Cerro, Cerro Norte y el Tobogán. Son 354 niños y 41 funcionarios. También tenemos en Casabó, como un apéndice de la asociación, un sistema que otorga microcréditos para gente de muy bajos recursos. Ellos devuelven los montos por semana, y son sumas muy pequeñas, pero tengo el 98% de éxito en lo que se refiere a la devolución. Esto lo vengo realizando desde hace 22 años.
¿Y qué puede comentarme con respecto a la realidad social con que se encontró al principio y la que se observa hoy en día?
Cuando comenzamos en 1995 la finalidad era hacer un centro de refugio para niños de madres que trabajan. En esa época veía las chicas que trabajaban y las dificultades que tenían para dejar a sus niños en algún lugar. Esa es la finalidad de Ventura, una educación formativa para niños de madres que trabajan. Ahora, de 118 niños que hay en cada centro, trabajan solo dos madres. Antes por lo menos trabajaba el 40%, ahora la gente trabaja menos. Lamentablemente, las cosas son así.
¿Cómo se sale de esa realidad?
Es un tema cultural y muy profundo. Tenemos cuatro generaciones sin hábitos de trabajo. Las bisabuelas ahí tienen 45 años. Y las realidades duelen, porque una cosa es estar detrás de un escritorio y hacer planes y otra es llegar ahí y saber que mataron a la mamá de uno de los niños, cuya madre (o sea la abuela del niño) la había mandado a prostituirse a los 14 años y el padre de la niña está en el Comcar y el novio actual preso en Brasil, quién fue que la mandó a matar porque pensó que andaba con otro. Eso es una tragedia de todos los días. Creo que es necesaria la educación para salir de todo eso, pero si no se incentiva a la gente para que trabaje es muy difícil.
¿En qué momento estima que se da el cambio hacia el deterioro, porque según me relata, los niños aprenden modales en los Caif, pero después cambian radicalmente?
El tema es que tengo en los Caif dos maestras cada veinte niños. Cuando por ejemplo llega un niño pegador, por la realidad diaria en la cual vive, se lo aparta y se lo contiene dedicándole tiempo. Además, se realiza un estudio de situación de la familia y como canalizar la contención del niño. Pero después van a la escuela, en aulas con 54 niños con una maestra y a los niños conflictivos no se los puede atender correctamente. Entonces se pierde toda la contención que le pudimos dar antes.
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