La fuerza de las ideas. La impronta del Estado batllista en la identidad nacional. Julio Maria Sanguinetti. TAURUS. 309 págs. $790.
¿Cómo narrar la historia a las generaciones siguientes para que el esfuerzo realizado no se pierda o se tergiverse? Dicha tarea tiene en “La fuerza de las ideas” una idea central clave: Uruguay es una democracia sólida, rara en un mundo marcado por diversos desbordes autoritarios. Dicha democracia política ha sido definida por una construcción social de derechos que hacen a la nación un ejemplo excepcional. Esta ardua construcción colectiva ha tenido un barco insignia, el Partido Colorado y más específicamente el batllismo como ideología que vertebra dichos esfuerzos.
Julio María Sanguinetti, político inteligente por definición, logra plantear de una forma plausible y convincente esta visión. Asume la urgencia de la hora y no escatima argumentos matizados por anécdotas de su extensa trayectoria como artífice de gran parte de la realidad institucional de nuestro país. Sintetiza los aportes en un listado no taxativo que incluye los avances pioneros en derechos sociales, económicos y culturales, un singular republicanismo laico, la ética de la responsabilidad, la laicidad republicana, el feminismo como bandera, la garantía de la libertad de expresión, la educación como herramienta para el desarrollo, el concepto de solidaridad social, el internacionalismo.
Pero la lectura comienza a generar algunas preguntas. Sin desconocer lo valioso de la construcción democrática nacional, ¿podemos realmente adjudicar dicho logro básicamente al Partido Colorado? En la premura de la defensa de cierto modelo, ¿no quedarán por el camino eventos que contradicen tan benigna visión sobre nuestra realidad? Sin caer en el maniqueísmo de la generación del 45, ¿por qué, si el batllismo es tan maravilloso, en esta oficina pública que adquirió status de república, sus hijos siguen yéndose generación tras generación?
Quizás sea necesario evaluar que medias verdades no son una verdad entera. Nuestro pasado, del que hay tantas razones para estar orgullosos, amerita un compromiso con la verdad, pero íntegra.
Cuando el Dr. Sanguinetti pasa de largo sobre la discusión de las bases navales de EE.UU. en la histórica interpelación al Dr. Guani por parte del Dr. de Haedo, quizás sea necesario matizarlo con la lectura de “El año del León” de Mercader que brinda una visión muy distinta. Lo mismo en la descripción de la Revolución del 1904, quizás sea pertinente releer a Lincoln Maiztegui en “Orientales” cuando investiga la intervención norteamericana solicitada por el gobierno batllista, claramente definitoria en dicho conflicto. Y cuando relata la génesis de la Constitución del 17, el Dr. Sanguinetti falla en relatar el verdadero espíritu de dicha reforma. Por fin habrá voto universal con garantías y esto es un logro indudable del Partido Nacional y del Riverismo. Quizás una lectura somera a la tesis doctoral de Daniel Corbo” Cómo se construyó nuestra democracia” sea útil para clarificar un concepto básico de nuestra Historia; es en la tensión fecunda de distintas posiciones que logran articular un consenso que se han logrado avances significativos en nuestra patria. Y eso significa reconocer que en este país no solamente hay batllistas que hicieron buenas cosas. Hay también orientales de las más diversas banderías que hicieron y hacen aportes trascendentales.
En “La fuerza de las ideas”, un libro cuya lectura ya es ineludible en el acuerdo o en el disenso, hay otro aspecto soslayado. Carlos Real de Azua, en “El impulso y su freno”, analizaba un aspecto fascinante del batllismo: su freno, más que en los adversarios, estaba implícito en un proyecto que encerraba contradicciones internas insoslayables.
Es entendible y plausible el entusiasmo del Dr. Sanguinetti en defender su proyecto político partidario. Pero ya, en un texto milenario, se advertía a las personas de buena voluntad, los peligros de la soberbia.
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