Sr. Director:
Para quien ha hecho de la lectura el pasatiempo preferido leer un artículo bien concebido y redactado es una delicia del espíritu. Por ello debo destacar que lo escrito por el Sr. Álvaro Fernández Texeira Nunes en la edición de La Mañana del miércoles 8 de junio en su página 12 no sé si habrá sido el mejor de todos desde el bienvenido reinicio de la presente publicación, pero sí estoy seguro de que está entre los primeros cuatro o cinco, ya que obviamente, resulta muy difícil comparar notas que tratan de distintos temas. Por tanto, me tomo el atrevimiento de comentarlo y aportarle algo, si es que se puede.
Toros y tibios hay por todos lados. Claro está que por estas tierras no existen los toros de lidia como en España, que han despanzurrado a más de un “matador”, pero sí tenemos toros. Y supongo que debe ser más fácil tomar por sus guampas a uno de los nuestros que a los de la Madre Patria. Pero claro, tibios hay por todos lados y es lógico que no se animen a asir por sus cuernos a esos toros que arremeten contra todo lo rojo que ven por delante (por lo menos así dicen) con una fuerza brutal. Pero resulta que por acá, por estas tierras, con toros mucho menos peligrosos, tampoco hay quien se atreva. ¿Cómo es eso? Claro, es que por acá también hay tibios, vaya si los habrá, y a los tibios les gusta mucho más hacer la plancha en una piscina climatizada que nadar contra la corriente en un río medio bravo, como es el río Uruguay. El problema surge cuando el tibio ha prometido nadar en el río, pero demora, demora y demora en tirarse al agua al punto tal que muchos creen que jamás lo va a hacer y hasta algunos mal pensados por ahí dicen que es por temor a que el río lo vomite, vaya uno a saber.
¿Qué pasará? No quiero que alguien diga que soy bicho de mal agüero y entonces prefiero sintonizar Radio Colonia para ver si aquella famosa frase de que “habrá más noticias para este boletín” se mantiene.
Atentamente
Dr. Esc. César Eduardo Fontana
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