La Sacralidad de los cuerpos
Señor Director:
Reciba mis felicitaciones por su informada reflexión acerca de la sacralidad de los cuerpos y los enterramientos clandestinos. Este es un tema de orden moral que hiere los sentimientos más elementales de toda persona bien nacida y que usted trata con enjundia a la vez que lo ilustra con valiosos ejemplos históricos y literarios.
Sobre ese tema leí y recorté hace unos años un artículo del semanario “Busqueda” firmado por Rodolfo M. Fattoruso a principios del año 2012. Por entender de aporte al tema que usted trata me permito remitirle las partes principales de esa columna; ya que habla de un caso del que no tenía noticia hasta ese momento.
“En Italia el Día del Recuerdo, que evoca el exterminio de más de diez mil italianos ejecutados por las milicias del Partido Comunista a las órdenes de Josip Tito en Trieste, Istria y algunas zonas de la Dalmacia. Los hechos a los que remite la efemérides tuvieron lugar entre 1945 y 1947, pero durante cerca de sesenta años fueron prolijamente disimulados o soterrados por buena parte de la clase política italiana; recién en el año 2004 se adoptó una ley que fija esa fecha y que invita, por lo mismo, a conocer y a no olvidar este proceso tan elocuente del odio racional que los comunistas sienten por los derechos elementales de las personas.
En la época moderna, tan pródiga de crueldades e insanías, hay muy pocos ejemplos de perversión moral y de crueldad como el de esos partisanos marxistas-leninistas que obedecieron con eficacia y gusto la orden de Tito de no sólo desplazar en masa a los 350 mil italianos que desde varias generaciones habían construido espacios de prosperidad y de paz en esa parte del Adriático que históricamente les pertenece, sino que determinó que a varios miles de ellos –civiles, militares, niños, fascistas y no fascistas—se los enviara a las gargantas profundas de las Foibe, esas fosas naturales de varios cientos de metros de profundidad que son el rasgo geográfico singular de la zona y que desde entonces se convirtieron en la tumba infame de seres humanos a quienes se torturó, se humilló y se asesinó por el solo crimen de ser italianos.
La faena de los partisanos comunistas fue escandalosamente sistemática y ordenada; no hubo en ella nada parecido a la pasión o a la espontaneidad: cada miliciano marxista cumplió con despiadada obediencia y con la tranquila escrupulosidad del funcionario público las claras decisiones del Comité Central; por eso se aplicaron imparcialmente distintos
procedimientos del modo más frio y más atroz, sin experimentar ningún sentimiento, ninguna culpa: a ciertos prisioneros convenientemente se los torturaba, luego se los fusilaba y al cabo su cuerpo se arrojaba a los Foibe; a otros, se les ahorraba la tortura a la luz del sol y los arrojaban vivos a las tenebrosas cavidades; a otros los ataban en pareja, se le pegaba un tiro a uno, y el otro quedaba vivo, y juntos eran enviados al infierno.
Casi tres años de paciente y ordenada labor llevó esta implacable limpieza étnica hasta que se borró todo vestigio de presencia italiana en el lugar. Cuenta Milovan Djilas, primero amigo y estrecho colaborador del líder comunista yugoeslavo y luego disidente tenaz , en su libro “Conversations avec Stalin” (Gallimard, Paris,1971) que, según Tito, era preciso que las fuerzas comunistas ejecutaran “algunos actos de justicia” para evitar que el Ejército Rojo reclamara la necesidad de limpiar todo vestigio de la anterior presencia italiana y tuviera excusa y oportunidad para quedasen el país, como ya había hecho en otras partes de la Europa que había caído bajo su peso y maldición.
La política exterior de Tito, que puso coto al desborde soviético y que procesó una revolución comunista de la peor índole pero de manera autónoma, aplicando criterios que eran un tanto diferentes a los de la URSS en determinados aspectos de la organización industrial, aunque el control policial de la vida era análogo, resultó simpática a ciertos sectores idiotas o distraídos de Occidente. Ello fue, junto a la política e influencia de las fuerzas comunistas en Italia y también en el resto de Europa, una de las buenas razones que explican el silencio que hasta ahora cubrió la triste memoria de esta tragedia de las Foibe.”
Apreciará señor Director la coincidencia con el artículo que pretexta la presente carta y por el cual le reitero mis felicitaciones.
Atentamente lo saluda
Federico B. Hidalgo
Canelones
Lo macabro como telón de fondo y algo más
Aunque no se menciona el nombre que motivara esta nota, acerca de “lo macabro como telón de fondo”, es fácil adivinar que la misma se refiere al dirigente comunista Eduardo Bleier. El relato está muy bien conducido hacia lo absurdo y vil de asesinar a un opositor político y luego esconder su cadáver, impidiendo así que sus familiares tuvieran la comprobación cierta de su situación.
A lo cual cabe agregar, que en los tiempos que corren sus herederos cobrarán una indemnización dineraria en dólares muy importante (U$S 550.000) por este hecho vandálico. Efectivamente, nadie puede atacar lo que significa para los familiares de Eduardo Bleier, primero “desaparecido” y finalmente encontrado recientemente después de 43 años de muerto, enterrado en el predio de un Batallón de Infantería.
Es un crimen que – dado el método de su ejecución – afecta la “sacralidad” de la muerte sin duda, y merece en principio y como tal, total repudio.
Pero ante el hecho concreto, y desconociendo las vías de su “descubrimiento” actual, surge la pregunta de ¿por qué el hallazgo de su cadáver ocurre justamente en momentos en que está por definirse el gobierno que tendrá Uruguay en los próximos 5 años? ¿y qué decir, cuando a menos de 1 mes de las elecciones nacionales, se confirma la identidad del cadáver en este lamentable episodio?
Llama la atención, porque en 15 años sólo se han encontrado los restos de 5 desaparecidos, lo cual fue en cada ocasión motivo de agitación del grueso de los dirigentes de FA.
No creo por ello que este caso sea casual, ya que cualquiera puede sospechar que el hallazgo encierra algo más que una noticia necrológica.
En efecto, el cadáver desenterrado era de un personaje relevante del Partido Comunista (miembro del Comité Central y tesorero). Mucho se han preocupado de machacar la noticia y sus ribetes emocionales en las redes de periodistas afines al P.C.U. así como sus principales dirigentes, han buscado sacar provecho político de esta lamentable situación.
Como editorializa el diario El Observador del pasado 16 de octubre la ceremonia fúnebre realizada en el Paraninfo de la Universidad de la República con la presencia del Presidente Vázquez, los miembros del gabinete y los principales líderes y dirigentes del Frente Amplio “debió darse cuenta de que ese gesto partidario fuera de contexto, termina hundiendo un punzón en una herida muy difícil de cicatrizar…”
Volviendo al artículo que me ocupa, es oportuno comentar que resultan ser lamentablemente cómplices de quienes no solo asesinaran y enterraran en una fosa común, para hacerlos desaparecer, a los 22.000 ciudadanos polacos, contrarios al totalitarismo imperante en la URSS de aquel entonces, (“intelectuales, universitarios, sacerdotes y algunos militares”) en Katyn, siguiendo el pacto nazi-comunista firmado por Ribbentrop y Molotov en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, sino también de los 100 millones de muertos que causó el comunismo desde su implantación en Rusia hasta la caída del Muro de Berlín.
Nos gustaría escuchar qué opinión le merece a los dirigentes del P.C.U. y por supuesto de todos sus socios del Frente Amplio, la declaración (muy poco difundida por los medios uruguayos) aprobada el pasado 19 de setiembre, casi por unanimidad, por el Parlamento Europeo, condenando los crímenes del comunismo y equiparandolos a los del nazismo y por lo tanto ingresándolos en la categoría de “lesa humanidad”. Los defensores de los DDHH tienen la palabra en víspera del pronunciamiento de la ciudadanía del próximo 27.
La sensibilidad de un tema tan delicado, nunca debería ser hemipléjico.
Matías Hernández
Montevideo
Trabajar juntos por una sociedad más inclusiva
En nombre de la Comisión Directiva de ADA, nos dirigimos a usted a los fines de agradecerle muy especialmente la presencia del Semanario La Mañana y participación en la Gala Anual de las Naciones 2019.
Sabemos que no es posible pensar una sociedad, sin pensar al mismo tiempo en su construcción diaria. Y ese es el espacio de la prensa y del periodismo. El espacio donde se hacen públicos las ideas, los debates, los hechos y las decisiones de una sociedad, el espacio donde convergen las distintas voces, el espacio donde confluyen los temas privados que se vuelven de interés público.
El lugar de la palabra constituye, sin lugar a dudas, un lugar de poder. Pero no solo por el poder de decir o callar, sino también por el poder de construir sentido sobre lo que sucede. Creemos que difundir los actos de la Asociación a través de la prensa propicia la comunicación permanente con la ciudadanía y genera, entre otras cosas, conciencia social y nos devuelve una mirada que redescubre a aquellos postergados, y renueva las utopías de vivir en un mundo más digno, un mundo con rostro humano.
Cabe destacar también, el excelente trabajo realizado por el equipo periodístico, que con suma sensibilidad y profesionalismo ha sabido transmitir la esencia de la Asociación.
Sin otro particular y en el deseo de que el próximo año nos encuentre trabajando juntas por una sociedad más inclusiva, consciente, sensible y empática con los que menos tienen, saludamos a ustedes con nuestra más alta estima y consideración.
Milka Krsul – Secretaria ADA
Maria Genoveva Mazzón – Presidente ADA
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