Siempre fue claro que Wall Street nunca quiso que Washington se metiera en sus asuntos. A mediados de la década de 2000, el entonces jefe de Goldman Sachs, Henry Paulson, impulsó una norma que habilitara a los bancos a aumentar el apalancamiento. Sandy Weill de Citibank fue uno de los principales impulsores de la eliminación de Glass-Steagall, que obligaba entre otras cosas a los bancos de inversión y a los comerciales a permanecer separados (ndr: ley promulgada en 1933 por el gobierno de Franklin D. Roosevelt como respuesta a la crisis del ´29). Lo que no ha quedado tan claro es que los proveedores de créditos habituales también desempeñaron un papel en el impulso de la desregulación y en el esfuerzo por habilitar la concesión de malos préstamos. La historia de la crisis financiera deja en evidencia que fueron republicanos y demócratas favorables al libre mercado los que presionaron para que se desregularan los mercados financieros, bajo el supuesto que las mayores ganancias de Wall Street terminarían “derramando” hacia Main Street (ndr: refiriéndose a las empresas y los ciudadanos comunes y corrientes. “Main Street” suele ser el nombre de la calle principal de cualquier ciudad pequeña de Estados Unidos). Lo que arrancó como una corriente filosófica, se convirtió en una realidad práctica después del boom de las Dotcom.
Alan Greenspan, que como presidente de la Reserva Federal debería haber sido el guardián de los préstamos, en los hechos habilitó que los proveedores de créditos otorgaran cualquier tipo de préstamos, con tal de que el dinero llegara a manos de la gente, y con eso estimular la economía. Ese vacío normativo preparó el terreno para los salvajes préstamos del boom inmobiliario. Pero los acreedores (bancos y sus colaterales dentro del sistema de los “bancos en las sombras”) no están exentos de culpa, aunque es más fácil para los banqueros argumentar que estos préstamos arriesgados fueron el resultado de los cambios regulatorios que los políticos y “otros” alentaron. Hoy sabemos que los bancos tuvieron más culpabilidad de lo que se pensaba. Un estudio elaborado por tres economistas del FMI sostiene que los bancos participaron activamente en la desregulación, presionando para que se debilitaran las normas que efectivamente permitieron todos esos préstamos hipotecarios poco aconsejables. Es más, el estudio demuestra que fueron justamente los que más presionaron en su momento por menor regulación los que terminaron concediendo los préstamos más arriesgados y los que, luego del desastre, se terminaron beneficiando más de los rescates otorgados por Washington.
Stephen Gandel, en “¿Fue el lobby el responsable de la gran crisis? Publicado originalmente en Time (2011)
TE PUEDE INTERESAR: