La feria de Tristán Narvaja es uno de los paseos tradicionales y centros comerciales más característicos de Montevideo. Los puestos de frutas y verduras se intercalan entre los de antigüedades, artesanías, textiles y comida ya preparada. A ello se le suman feriantes que ofrecen plantas, juguetes y comida para las mascotas, libros, revistas, cuadros y hasta objetos extraños, de índole tan específica que solo una minoría podría entender a primera vista de qué se trata el elemento.
La diversidad no solo se plasma en los elementos que se ofrecen a los visitantes y potenciales clientes, sino que también se visualiza en los grupos de vendedores e, incluso, de predicadores de alguna religión, espiritistas y metafísicos.
Concentra más de 56 cuadras de puestos, entre los que se calcula trabajan unas 5.000 personas. Cada domingo se arma a las 5:00 de la mañana y se desarma a las 17:00 horas. 24 horas de patrimonio cada siete días, que llenan al Centro de la capital de visitantes llegados desde los puntos más remotos del mundo.
Recientemente, desde la Intendencia de Montevideo (IMM), se realizaron censos en el lugar para poder confirmar, según dijeron, que existe un exceso de puestos y que es necesaria una reestructura para disminuir la cantidad de vendedores que ocupan las primeras cuadras y hasta la Av. 18 de Julio también, mejorar la circulación, así como la necesidad de organizarla por rubros.
“Desde la IM parecen no entender que la feria no puede funcionar de otra manera que no sea de la forma en la que está constituida. Esto es reconocido a nivel nacional y mundial. Acá hay colectivos de los que quieras. Todos conviven con naturalidad. Este espacio es democrático”, sostuvo en diálogo con La Mañana, Ricardo Cozzano, un feriante que desde hace 47 años tiene un puesto en Tristán Narvaja.
Estuvo cuando se la declaró paseo cultural de los uruguayos, en el año 2009 con motivo de su 100 aniversario, también en el año 2013, cuando a instancias de votación en la Junta, se nombró a la feria como patrimonio departamental. “Se la nombró patrimonio sin estar regulada, sin estar separada por rubros; se la nombró así como está, aduciendo a la diversidad, a lo pintoresco, a lo democrático y a todo lo que la feria significa, enorgulleciéndose de que es un paseo y un punto de encuentro de todos los uruguayos”, recordó Cozzano.
Según la visión de los integrantes de la feria, tocar la esencia es romperla, ya que, indicó el entrevistado, en el mundo se trata de preservar todo lo que es patrimonial, no de destruirlo. “Capaz no es lindo cómo está armada la feria, no es un gran bazar de Estambul, pero funciona así y funcionó siempre. Hay una infinidad de ejemplos de que cuando la Intendencia quiso regular ferias, las destruyó. Una es la de techitos verdes, que de 150 locales se pasaron a 50, porque la trasladaron a un edificio. Destruyeron la Villa Biarritz también”.
La feria no se toca
Como forma de protesta y de manera de sacar a luz las intenciones que se expusieron desde la IM, este domingo 20 de octubre, cada vez que se marcaba la hora en punto, algunos feriantes realizaron caceroleadas de algunos minutos. A esto se está sumando la exposición de carteles en la mayoría de los puestos, los cuales expresan: “Sr. intendente, la feria no se toca, es patrimonio nacional”.
Cozzano informó que se estarán manifestando de la manera más pacífica posible, con los carteles para alertar a la gente y poner en consideración de la población de lo que se quiere hacer. “La IM quiere reorganizar la feria de una manera que nosotros no estamos dispuestos. No nos negamos a que se propagandice la feria; si la Intendencia quiere suministrar baños y gabinetes higiénicos de primera categoría y que se tengan que utilizar abonando, como en cualquier parte del mundo, tampoco nos negaremos”, dijo.
Aseguró además que tampoco se opondrían si se quiere arreglar las calles, pintar, iluminar, hacer algún tipo de toldo uniforme para los días de lluvia.
“A lo que sí nos vamos a negar es a cambiar de lugar a la gente que hace muchos años está en un punto. Sí nos vamos a negar a que nos separen por rubro. Sabemos que pueden haber cosas que potencien y beneficien la feria, y a eso estamos abiertos, pero la esencia no se puede romper”, indicó.
Beneficios compartidos e igualdad
La feria no solo es el sustento económico para quienes cada domingo arman su puesto, sino que los comercios de las calles que utilizan los feriantes también se ven beneficiados. En ese sentido, el entrevistado sostuvo que si Tristán Narvaja no existiera, no existiría el comercio establecido. Y que hay bares que pura y exclusivamente trabajan bien los domingos, y gracias a eso viven el resto de la semana. Es por esto que desde los locales fijos se está apoyando la postura de los trabajadores de la feria.
“Nosotros somos inclusivos y fomentamos todos los negocios en torno a la feria, el que no es inclusivo es el gobierno departamental, que ataca a los que venden chorizos, a los de las tortafritas, a los que venden bizcochos y roscas, y permite -no se sabe con qué motivo- que vengan desde otros países a vender. No decimos que ellos no vengan, venimos todos, pero que haya igualdad para cada uno, porque acá se genera un entramado social como no lo hay en otro lado”, expuso Cozzano.
Recordó el caso de un bizcochero, que elaboraba 390 bizcochos, y la IM se los decomisó. Se calcula que el feriante ganaba 3.600 pesos, pero si se descuenta los materiales, no le quedaban más de 1.000 pesos de jornal, “pero, por otra parte, hacen la vista gorda en lo que refiere a los extranjeros que venden comida elaborada y no se sabe con qué está hecha”.
Un ecosistema propio
“Nosotros no queremos generar un problema a nadie, pero cualquiera que quiera entrometerse para deshacer la estructura y esencia de la feria, se va a encontrar con serios problemas, no les será fácil”, dijo con firmeza el entrevistado cuando fue consultado acerca de la posibilidad de ceder ante algunas modificaciones propuestas.
Afirmó que la idea de reorganización partió de un escritorio de una persona que gana bastante más que un feriante promedio, que tiene que justificar un sueldo y que nunca tuvo un puesto como feriante. “Yo los invitaría a los responsables a que vengan un día a las 5:00 de la mañana, armen todo un puesto y se queden vendiendo todo el día. Que se fijen después cuánto les queda de ganancia y tengan la voluntad de venir el domingo próximo a hacer lo mismo. No somos masoquistas, somos feriantes y nos gusta lo que hacemos, pero si cambian la estructura, cambiarán nuestra vida”, dijo Cozzano.
Los feriantes entienden que el “desorden” es lo que hace a la mítica feria, y que eso debe perdurar y preservarse siempre. Esto se justifica con el hecho de que se venden antigüedades y rarezas que en otros lugares no se han encontrado, porque no hay otra feria igual. “Por algo la televisión dedica programas a nosotros. Hay un estudio de la Universidad de la República que dice que la feria se autorregula y autosustenta como un ecosistema propio donde todos se enorgullecen de la diversidad que hay”, remarcó.
Aseguró que si la IMM continúa con su plan tendrá dar explicaciones muy serias del cambio que quieren implementar. “El intendente actual, por busca de protagonismo, está mandando a sus asesores como Ricardo Posada, a hacer estas movidas equivocadamente, a Di Candia le diría que venga acá y vea la diversidad de gente que hay trabajando. Este sentir no es propio, es de todos los que acá nos ganamos la vida. Soy una voz dentro de las 5.000 voces. Mi padre y mi tío eran feriantes desde 1950, es decir que más de 70 años de patrimonio de la feria están en mi familia”.
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