Supo ser “el rey de la noche montevideana” y hoy, a sus casi ochenta años, canta arriba de los ómnibus para poder vivir. Mario Ríos tiene una larga trayectoria en el mundo carnavalero, sin embargo, es uno de los viejos artistas olvidados de nuestro país que, por no aportar en décadas anteriores, por desconocimiento o falta de herramientas, hoy no cuenta con una jubilación. “Soy un producto del carnaval. Toda mi vida milité para un partido político, pero no me ayudaron. Soy un descreído de la política”, subrayó en entrevista con La Mañana.
Al comenzar la entrevista, Mario Ríos advierte: “Esperá un momentito, voy a bajar la tele, porque si bien no la veo, la escucho”. Tiene 78 años y relata, del otro lado del teléfono, que vivió toda su vida con la visión de un solo ojo, del cual cada vez ve menos y que, además, está haciendo un glaucoma en ambos ojos. Es una tarde fría de invierno, hasta hace unos minutos Ríos estaba parado arriba de un ómnibus, haciendo equilibrio con su movimiento para poder cantar. “A esta hora no sabes cómo se siente el frío en la nuca”, expresa. Pero es positivo, celebra que luego de tres días de humedad, esta se ha ido y el tiempo le permite salir de su casa para cantar. Vivir del arte es lo que ha hecho toda la vida.
Cuenta que su primer trabajo en el mundo artístico fue en Brochazos Camperos, una compañía de Radioteatro que iba al interior. Ríos comenzó recitando poemas criollos hace más de sesenta años y fue creciendo a nivel actoral. Llegó a trabajar en un corredor de cambio, pero cuando descubrió que el arte era lo suyo, lo dejó para adentrarse en el mundo del carnaval. Corría el año 1964.
Luego se abrió camino en otras áreas. Recuerda que las páginas de fines de semana del Diario de la Noche estaban tamizadas con sus avisos de animación. También escribió obras de teatro. “Fui durante años el animador tradicional de la noche montevideana. Trabajé en C’ Carlos, Portofino, Bonanza, Go-go, Picaros, La Alhambra y La Nueva Carreta”, rememora. Luego viajó a Argentina, donde comenzó a trabajar en el viejo varieté argentino. De hecho, está jubilado en este país por la Unión Argentina de Variedades, donde hay una ley de moratoria en la cual quienes pueden justificar su trabajo pueden acceder a una jubilación, señala. No obstante, el dinero que le adjudicaron, con la diferencia cambiaria, se traduce en unos seis mil pesos uruguayos. Con ellos, debe hacer frente a un alquiler de 15 mil pesos mensuales, más los gastos alimenticios.
Que en Uruguay exista una ley de moratoria similar a la argentina, donde los viejos artistas uruguayos (no más de cuarenta, indica Ríos) puedan acceder a una jubilación, es una de las luchas a las que le da pelea. “Hace poco tiempo atrás murió Roberto Capablanca casi en la indigencia. Vivía en un ranchito en Playa Pascual. Si bien era argentino, hizo toda su carrera en Uruguay”, resaltó.
“No supimos qué hacer de cara a nuestra jubilación”
“En aquellos momentos nosotros éramos artistas y no entendíamos o desconocíamos que nuestro futuro jubilatorio era importante. Hoy los artistas tienen otros instrumentos, como el monotributo, por ejemplo”, comenta.
Recuerda que en un momento tuvo la asistencia a la vejez, pero que cuando viajó a Argentina le eliminaron la pensión. “Hace ocho meses que estoy peleando para que me otorguen la pensión a la vejez y me dicen que si me la dan, me descuentan la pensión argentina”, indica.
La otra ayuda que Ríos percibe actualmente es la de la Asociación General de Autores del Uruguay (Agadu), que le brinda una canasta y los medicamentos que necesita para que pueda subsistir. “Tengo que agradecer profundamente a Agadu, que es como mi madre”, declaró.
“Esto es inhumano”
Empero, manifiesta su preocupación ya que no sabe hasta cuándo va a poder subirse a cantar arriba de los ómnibus. “Tengo casi ochenta años, me duelen las rodillas y la espalda, me cansa apoyarme en los caños de los ómnibus, estoy preinvidente”, describe.
En ello, Ríos señala que no desea “un regalo” sino que está luchando para que le otorguen la jubilación, ya que cuenta con una trayectoria de muchos años de trabajo en Uruguay. “En otras actividades, en otros rubros, presentando testigos, podés jubilarte, pero los viejos obreros de la cultura uruguaya no podemos hacerlo. Yo tengo miles de testigos que me vieron trabajar durante toda mi vida. Animé en todas las casas de espectáculos que tuvo Montevideo, hay archivos en los diarios, saqué conjuntos de carnaval, ¿y no me puedo jubilar?”, expresa, y agrega: “Esto es inhumano”.
Por otra parte, Ríos cuenta que toda su vida militó para el Partido Nacional, por lo que fue a ver a un senador para que lo ayudara y que este “solo consiguió una audiencia con el vicepresidente del BPS, que yo mismo podía conseguir. Este vicepresidente, que conoce mi militancia, no me dio pelota. Hoy soy un descreído de la política, pero me tendrían que haber dado una mano. El Frente Amplio también me tendría que haber dado una mano, porque trabajé toda la vida en carnaval”, expuso.
Por último, manifestó su deseo de denunciar que “un viejo obrero de la cultura uruguaya” no se puede jubilar porque no existe una ley que así lo prevea. “Le exijo al Parlamento uruguayo que estudie una ley de moratoria para los antiguos artistas uruguayos que, en su momento, no supimos qué hacer respecto a nuestros aportes jubilatorios y que hoy no tenemos de qué vivir”, sentenció.
Entre el año 2004 y 2008 fue animador oficial del Teatro de Verano. Luego se volvió a Argentina. En el año 2016 fue finalista en el festival de La Falda, uno de los festivales más importantes de tango, donde ganó el premio como mejor intérprete de tango en Buenos Aires.
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