Víctor Sánchez forma parte del Partido Nacional desde que dejó el Frente Amplio, hace cinco años. “Me hizo cambiar mi cabeza el hecho que le hayan entregado la ciudad a los delincuentes. Para entrar a mi barrio tengo que pedir permiso a las personas que están en la esquina tomando vino y consumiendo drogas. Hay que estar en los barrios para ver el andar de los delincuentes, sacan pecho como gorrión de basurero. Estamos rodeados de narcotraficantes, y hay oferta de drogas como si fuera pan caliente”.
Ciudadano común, jubilado, Sánchez era uno más de los que estaba parado con su bandera de la lista 40 al hombro mientras esperaba el comienzo de la caravana para dirigirse a su automóvil a unos metros por Av. de las Leyes. “Tenemos la certeza de que este partido puede ofrecernos el cambio que necesitamos como país, no quiero irme de mi tierra sin ver que le va a quedar a mis nietos un lugar sano y habitable”, analizó.
Los alrededores del Palacio Legislativo se encontraban medianamente despejados la pasada mañana del sábado 19 de octubre. Sin embargo, a la altura del edificio anexo José Artigas, el panorama era otro. Una decena de automóviles empezaba a enfilarse apuntando al sur, las banderas iban y venían, de la misma manera que lo hacían los presentes que llegaban y bajaban de sus autos. Las caras de alegría, los saludos, la música que iba ambientando el lugar, vaticinaban una gran fiesta.
El evento comenzaba allí, frente al inmenso edificio. La ruta de la caravana implicó tomar Avenida Libertador, 18 de Julio, luego Bulevar Artigas hasta Avenida Brasil y desde allí se culminó en Trouville. Más de 400 rodados, entre automóviles, camionetas, bicicletas y camiones, acompañaron a Javier García y Rodrigo Goñi -quienes encabezaban la fila- hasta el acto de la única lista del Partido Nacional que realizó una caravana de estas características en Montevideo.
Cerca de las 10:20 horas, el público que se unía al punto de encuentro se multiplicó de manera muy rápida. La fila de automóviles se hacía cada vez más larga, rodeando al Palacio Legislativo como una especie de gran anillo en el que predominaba el color amarillo característico de la lista que se representaba.
A los 10 minutos ya no era una simple fila, fue necesario hacerla doble a pedido de los inspectores de tránsito presentes, de modo que, de un anillo, el Palacio se vio rodeado por dos, y la fiesta se masificó de manera tal que no había un solo espacio en la rotonda sin estar representado con alguna bandera, cartel o colores del partido y la lista correspondiente.
Quienes llegaban se sumaban a identificar sus locomociones con insignias del Partido Nacional. Aparicio Saravia se levantaba en banderas, parecía estar ahí más que en imágenes. Parecía acompañar a cada “orgullosamente blanco” que, de manera alegre, buscaba entre la gente a sus compañeros para saludar, compartir un mate, intercambiar palabras y animarse, confiando en un cambio.
Goñi, García y Sergio Abreu se mezclaban con la multitud, caminaban entre los autos y saludaban a quienes se les acercaban, o se acercaban ellos a los demás. Con gesto de agradecimiento charlaban con los militantes, se tomaban fotos, compartían abrazos y palabras que impulsaban a mantener la confianza.
“¡Viva el Partido Nacional!”, vociferó una chica desde su auto mientras pasaba por el costado de las filas que aún estaban en preparativos. “¡Viva!”, respondieron algunos en tanto alzaron sus carteles y banderas. La unión de todos se podía sentir en el aire, haciendo honor a uno de los fragmentos de la canción que este año representa al partido: “estamos preparados para ser la fuerza de la unión, para vencer”.
Las 10:55 marcaba el reloj cuando “es tiempo de avanzar, de estar unidos” sonó en uno de los parlantes y, acto seguido, las bocinas sonaron de manera atronadora opacando el ruido clásico de la urbe inquieta colmada de tránsito. Los motores se prendieron, las banderas flamearon, el avance de los autos hacia el Sur marcó el rumbo hacia Trouville.