El pasado 28 de julio, el Dr. Rodrigo Ferrés por Presidencia, la Lic. Ana Ribeiro por el Ministerio de Educación y Cultura, el Lic. José Luis Stadjian por el Ministerio de Salud Pública y el Dr. Daniel Radío por la Junta Nacional de Drogas, participaron en la presentación los resultados de la IX Encuesta Nacional sobre Consumo de drogas en estudiantes de Enseñanza Media.
El objetivo general de la encuesta fue “conocer la situación y las tendencias del consumo de drogas en esta población, con la finalidad de obtener información científica para apoyar el diseño y evaluar políticas dirigidas a prevenir y gestionar los riesgos del consumo de drogas”.
Según la encuesta, el consumo de alcohol tuvo la mayor prevalencia al ser consumido por el 59% de los jóvenes. Luego, vienen las bebidas energizantes, consumidas por el 54% de los estudiantes y, en tercer lugar, la marihuana, consumida por un 19% de la población encuestada.
Un resultado interesante fue que el consumo de tabaco entre los estudiantes bajó de un 40% en 2003 a un 15% en 2021. Ello demuestra a las claras que la campaña publicitaria contra el consumo de tabaco fue exitosa.
Contrario sensu, el consumo de drogas que no fueron objeto de campañas publicitarias en su contra, se incrementó: el consumo de bebidas energizantes aumentó un 25% entre los más jóvenes en los últimos 7 años. El consumo de tranquilizantes se duplicó en los últimos 10 años y la prevalencia de marihuana y alucinógenos se duplicó en los últimos 18 años.
La encuesta reveló, además, algunos hechos alentadores, como el efecto positivo del involucramiento de los padres en la educación de sus hijos respecto de las drogas. Allí donde los padres se involucraron mucho, solo un 19% de los estudiantes consumió marihuana; mientras tanto, donde los padres se involucraron poco, el consumo fue del 39%.
Por otra parte, cuando ninguno de los padres toleró el consumo de alcohol por parte de sus hijos, estos abusaron del alcohol en el 51% de los casos; mientras tanto, cuando ambos padres fueron permisivos, los abusos llegaron al 65,6%. En cuanto a la marihuana, cuando ninguno de los padres toleró que sus hijos la consumieran, solo el 12% de estos lo hizo; mientras que cuando los padres fueron tolerantes, el consumo de marihuana trepó al 53%.
Al final del evento, el Dr. Daniel Radío sostuvo que el problema de las drogas “está imbuido de una mirada moralista y criminalizante, primero de las sustancias –maldita cocaína– y luego de los usuarios”. Más adelante, criticó la tendencia de los gobernantes latinoamericanos a tomar medidas contra las drogas que sean muy visibles, como “armarse hasta los dientes, cortar cintas (…), patearles la puerta a los siervos del narco” y “hacer campañas publicitarias”.
“Muchos talentean y pontifican sobre las drogas” (…). Entonces surgen las respuestas tan bien intencionadas como intuitivas, respaldadas en experiencias y testimonios, tan genuinos como carentes de validez universal. (…) Entonces surgen los discursos tribuneros, que alimentan los peores prejuicios, que generan expectativas falsas, y que son el mejor prólogo de la inevitable frustración”.
Sin embargo, lo que nosotros vimos en la encuesta fue una confirmación empírica de hechos intuitivamente cognoscibles por cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la naturaleza humana. Y de las drogas.
¿Cuáles son esos hechos? Que las drogas son malas –¡maldita cocaína!– y que los padres deben involucrarse en la educación de sus hijos, no tolerando el más mínimo consumo. Solo así podrán reducir la probabilidad de que sus hijos se droguen. La encuesta es clara: los hijos de padres que educan a sus hijos y se muestran intolerantes con las drogas se drogan significativamente menos que los hijos de padres permisivos. ¡Vaya novedad!
Y es que además de padres intolerantes con el consumo de drogas por parte de sus hijos, hacen falta gobernantes intolerantes con el consumo y la venta de drogas por parte de los ciudadanos. ¿Por qué no serían exitosas campañas publicitarias similares a las que se hicieron contra el consumo de tabaco? No es talenteo: es interpretar la encuesta.
Como bien dijo la Lic. Ana Ribeiro, “hay un sintagma que tenemos que recordar siempre, que no es posible, que no es cierto, que hay que ir con un hacha y dividirlo al medio: a esa edad, no hay consumo que pueda unirse a la palabra responsable. Sencillamente, lo único responsable, es el no consumo”.
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