Luego de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos condujo dos órdenes: uno keynesiano, no demasiado interesado en cómo los Estados manejaban sus asuntos internos en el mundo bipolar de la Guerra Fría (una India socialista, por ejemplo, sería el mayor receptor de asistencia por parte del Banco Mundial en las décadas de 1950, 1960 y 1970), y, en el mundo unipolar posterior a la Guerra Fría, un orden neoliberal que ignoraba la soberanía nacional y las fronteras cuando fuera necesario. Ambos órdenes profesaban ser “liberales, abiertos y basados en normas”, defendiendo los valores de la democracia, el llamado libre mercado, los derechos humanos y el Estado de derecho. Pero en los hechos, ambos se basaban en el predominio y los imperativos del poder militar, político y económico de Estados Unidos. Durante gran parte de la época que siguió a la caída de la Unión Soviética, la mayoría de las potencias, incluida la China en ascenso, en general se adhirieron al orden liderado por Estados Unidos.
Sin embargo, los últimos años parecen indicar que este acuerdo es cosa del pasado. Las principales potencias exhiben lo que podría llamarse un comportamiento “revisionista”, persiguiendo sus propios fines en detrimento del orden internacional y tratando de cambiar el orden mismo. Esta tendencia podría conducir a una geopolítica más conflictiva y a peores perspectivas económicas mundiales. Si las grandes potencias albergan dudas sobre el orden actual, los países más vulnerables han venido perdiendo la fe en la legitimidad y la equidad del sistema internacional. Esto es sin dudas el caso de los países del sur global, que han visto cómo la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el G-20 y otros no han actuado en cuestiones de desarrollo y, más urgentemente, en la crisis de la deuda que asola a muchos países en desarrollo, una crisis agravada por la pandemia, y la inflación alimentaria y energética provocada por la guerra de Ucrania. Según el FMI, más de 53 países corren hoy el riesgo de sufrir graves crisis de deuda.
Los Estados deben aprender a lidiar con este mundo de poderes revisionistas, un mundo que está entre órdenes y prepararse para un futuro incierto. Una solución es encerrarse en sí mismos. China, India, Estados Unidos y otros países lo han hecho en los últimos años, haciendo hincapié de una u otra forma en la autosuficiencia: el modelo de “doble circulación” de China, la promesa de Biden de “reconstruir mejor” y el compromiso de la India bajo el primer ministro Narendra Modi de perseguir la atmanirbharta o autosuficiencia. Al mismo tiempo que quieren ser más autónomos económicamente, los Estados también pretenden ser más seguros militarmente. A medida que el viejo orden se desintegra y el nuevo lucha por nacer, la ventaja la tienen aquellos Estados que comprendan claramente el equilibrio de fuerzas y tengan una concepción de un orden cooperativo futuro que sirva al bien común.
Shivshankar Menon, en Foreign Affairs (Julio/Agosto 2022)
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