Hasta hace pocos años, el consenso entre los académicos en economía política y relaciones industriales era que el corporativismo estaba, si no muerto, al menos gravemente enfermo, y que no sería capaz de sobrevivir a los embates de la globalización, la integración europea, el cambio tecnológico y la ofensiva generalizada de los empresarios. En cambio, el resultado de nuestra investigación indica que estos análisis fueron excesivamente pesimistas y que extrapolaron indebidamente unos pocos casos muy simbólicos, como la desaparición de la negociación centralizada en Suecia. Concretamente, no existen indicios de un declive sistemático en la elaboración de políticas corporativistas.
Sin embargo, aunque el corporativismo ha demostrado una sorprendente resistencia como estructura institucional, los mecanismos internos que regulan los nuevos acuerdos de tipo corporativo, así como los resultados político-económicos a los que conducen, son claramente diferentes de aquellos normalmente asociados con el corporativismo de la edad de oro. El corporativismo de la edad de oro representaba una alternativa al neoliberalismo o, en otras palabras, a un régimen político-económico en el que el mercado se convierte en el principal mecanismo de coordinación económica y la intervención política deliberada en la economía se mantiene en un nivel mínimo. Fue calificado como un “sistema económico superior” por su capacidad de reconciliar la integración económica global, un sector público amplio y activo, y un sistema de protección social de tipo capilar. El nuevo corporativismo es en cambio un proceso político por el que los gobiernos que, por diversas razones (por ejemplo, su debilidad parlamentaria o el temor a las consecuencias electorales) no pueden o no desean aprobar unilateralmente reformas políticas controversiales y potencialmente impopulares, encuentran una forma de hacerlo activando un canal paralelo (basado en los sindicatos) de movilización del consenso.
Lucio Baccaro, catedrático de sociología de la Universidad de Ginebra, en “Estructuras similares, diferentes resultados: la sorprendente resistencia de los procesos de decisión corporativista en Europa” (2009).
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