La semana pasada en una improvisada rueda de prensa, el presidente de la República Tabaré Vázquez destacó la calidad democrática e institucional de Uruguay. “Está muy firme, muy bien instalada, hay que cuidarla porque hay riesgos”, pero “yo confío en la madurez del pueblo uruguayo y de todo el sistema político uruguayo”, expresó.
Las palabras del presidente intentaron dar tranquilidad y transmitir un mensaje de fortaleza institucional horas antes de las elecciones del pasado domingo, en un marco continental de incertidumbre debido a las violentas manifestaciones que sorprendieron a Chile, en un fenómeno que ahora muchos dicen era de prever, sin embargo parece haber tomados a todos por sorpresa.
En Uruguay, el amplio espectro político se afilia a la afirmación del presidente Vázquez y todos parecen coincidir en que estamos lejos de llegar al extremo chileno, pero aunque no se atrevan a confesarlo en voz alta, algunos dirigentes observan con preocupación lo que pasa del otro lado de la cordillera, teniendo en cuenta que dichos eventos pueden ser contagiosos y pueden exacerbar los ánimos de este lado del continente. También por eso cayeron tan mal en la oposición las expresiones del senador Rafael Michelini en su cuenta de Twitter al señalar que Daniel Martínez debe ser presidente porque si gana la oposición “sería inevitable un enfrentamiento social”, y poco después el sindicalista de la salud, Martín Pereira, aseguró que no habrá “ni un minuto de tregua” si gana Lacalle Pou.
Los que han hecho mayor uso político de lo que sucede en Chile han sido los dirigentes y referentes del Frente Amplio, que señalan al presidente Sebastián Piñera y su política económica como responsable de los estallidos sociales, a la vez que intentan señalar a la oposición uruguaya como seguidora del modelo chileno.
Los elogios de Nin Novoa y la medalla de Astori
No obstante, la realidad parece más compleja que las posiciones asumidas en la campaña electoral, y por más que desde algunos sectores del Frente Amplio se quiera imponer la idea que están lejos de la política económica chilena, endilgando esa cercanía a la oposición, eso no es del todo cierto.
En abril de 2015, durante el segundo gobierno de la socialista Michel Bachelet, el ministro de Relaciones Exteriores Rodolfo Nin Novoa, hombre de confianza política de Vázquez, encabezó una comitiva oficial a Santiago de Chile y allí declaró en representación de todo el gobierno uruguayo que “Chile es un modelo en el cual nosotros miramos el desarrollo de los procesos económicos y comerciales en el mundo”.
Un año antes, febrero de 2014, el entonces vicepresidente (hoy ministro de Economía) Danilo Astori, una de las principales figuras del oficialismo y referente económico de los tres períodos de gobierno del Frente Amplio, fue condecorado por el gobierno del hoy presidente Sebastián Piñera (primer gobierno 2010-2014) con la Orden Bernando O’Higgins en su grado de Gran Cruz, la más alta distinción que ese país otorga a un ciudadano extranjero, informó oportunamente la página web de Presidencia.
El debate del FA sobre el TLC con Chile
En junio de 2018 el Frente Amplio vio sacudida su interna con un debate sobre la conveniencia o no de firmar un Tratado de Libre Comercio con Chile. Los principales líderes de la coalición de izquierda, Danilo Astori, el ex presidente José Mujica y hasta el presidente Vázquez habían recomendado aprobar el tratado comercial, pero el Partido Comunista y Casa Grande se resistían y lideraban los cuestionamientos.
Astori fue muy crítico con la actitud del Plenario y consideró que impedir un acuerdo con Chile contravendría el programa frenteamplista. “El Frente Amplio deberá revisar su decisión. Cada tratado hay que analizarlo bien, pero nadie acepta negociar con un país que tiene criterios rígidos”, como estableció el Plenario, había dicho ante el trancazo.
“No se puede ir a un tratado con criterios fijos de negociación” como si tuviéramos “un formato uruguayo de negociación, eso no será aceptado por nadie y lo que hizo el Plenario es establecer criterios fijos de negociación”. De esa manera y con esa base “es muy difícil avanzar. La apertura exige flexibilidad”, dijo el ministro de Economía.
Luego de varios meses de tensiones internas, el Plenario autorizó a que el FA avanzara con el TLC, una actitud que fue muy criticada por la oposición dado que el gobierno condicionó la firma de un acuerdo con otro país a la voluntad política y sectorial de un órgano interno del Frente Amplio.
En julio del año pasado el Senado votó el TLC con Chile constituyendo un hecho inédito desde que el FA llegó al gobierno en 2004. Los senadores Pedro Bordaberry (P. Colorado) y Jorge Larrañaga (P. Nacional) lo explicitaron durante el debate parlamentario: “Finalmente el país está dando otro paso firme hacia lo que debe ser la orientación de su política internacional. Estamos aprobando un TLC, lo cual no es poca cosa”, destacó Bordaberry, mientras que Larrañaga observó que por primera vez en un gobierno del Frente, este aprueba un TLC bilateral.
“Hacer caer al Estado, hacer caer la institucionalidad”
Freddy Cristino es uruguayo y desde hace varios años vive en Chile con su esposa y dos hijos nacidos en aquel país. En contacto con La Mañana dijo que las manifestaciones comenzaron contra la suba del metro en un 5 %, ante lo cual los estudiantes protestaron recurriendo al sistema “salta sin pagar” que consiste en eludir los torniquetes del metro para no pagar el viaje. Así estuvieron “uno, dos días, pero después hubo una explosión a nivel masivo y ya no era solo saltar el torniquete, también quemaron el metro, las estaciones y los vagones”.
Todo derivó en “un estallido que causó la rotura de las estaciones de metro, algunas de ellas incendiadas completamente”, también “saquearon supermercados alegando que tenían hambre, pero después de saquearlos los prendieron fuego”, observó.
Hubo casos de propietarios “de pequeños supermercados que ante el saqueo dejaban que se llevaran todo con tal de que no le incendiaran el lugar o le destrozaran las instalaciones”; también “se han organizado grupos de vecinos que cuidan sus vecindarios y sus casas”, sobre todos “si esas casas están cerca de un supermercado, porque si este es incendiado también sufren las casas de los vecinos”.
Los saqueadores aparecen “como ‘si fuera algo espontaneo’ capaces de generar cincuenta incendios simultáneos, pero es imposible, eso es algo organizado, planeado. Las revoluciones no nacen por acción espontánea y en cincuenta lugares a la vez”, comentó Cristino.
Según su entender, lo que mueve a los grupos saqueadores “es un descontento contra el gobierno sin importar qué gobierno haya” y tienen “una finalidad política de hacer caer al Estado, hacer caer la institucionalidad”.
Paradójicamente, “la gente más dañada es el comerciante pequeño, o el que tenía algún puesto en el metro, la señora que vendía café todas las mañanas, porque hace varios días que ya no puede trabajar”, concluyó.