Juntos es un programa de carácter integral que trabaja con familias en situación de vulnerabilidad social y precariedad habitacional. Fue creado en 2010 en respuesta a la emergencia habitacional del país y se caracteriza no solo por la construcción de viviendas sino por la cobertura social que brinda a las familias participantes. Patricia Romero, responsable del Área Social Juntos, dialogó con La Mañana.
¿Cuánto hace que está vinculada a Juntos y cuál es su rol?
Estoy vinculada casi desde el inicio; van a ser 11 años que trabajo en el Área Social de Juntos en diferentes roles. Ingresé como técnica social de territorio por el año 2010; en el 2016, cuando Juntos pasó a la órbita del Ministerio de Vivienda y a ser parte de la batería de respuestas de la Dirección Nacional de Vivienda (Dinavi), pasé al Área de Coordinación para el área metropolitana, que sería Montevideo, Canelones, Colonia y San José.
A partir de mediados del 2020 soy la responsable del Área Social, que es un cargo a nivel nacional en el que dependo de la gerencia técnica del programa y mi tarea, básicamente, es velar por el cumplimiento de los lineamientos del área social y trabajar muy en coordinación con el área de arquitectura.
En líneas generales, ¿cuáles son las tareas del programa Juntos y cómo se realizan?
Es un programa que quizás pueda ser visto como de viviendas, pero en realidad en su nomenclatura es socio-habitacional. Entonces, lo que hace es acompañar los procesos de mejora y construcción del hábitat y vivienda de familias que se encuentran en extrema vulnerabilidad socioeconómica.
Esto se hace a través de estrategias que promuevan la participación y el fortalecimiento de la integración a la comunidad. Muchas veces, familias que viven en Casavalle, Marconi o Tres Ombúes no conocen la playa; es algo que para al resto de la población puede ser una dinámica muy frecuente, pero para otros y principalmente niños, es algo desconocido. El hecho de que vayan a la playa es parte de la integración social.
Tratamos de promover la participación, hacer que ellos intervengan de las definiciones o respuestas que se generan a nivel de las familias, que expongan sus demandas. Nosotros como técnicos tal vez llegamos y vemos lo que entendemos como necesidades no resueltas, pero en realidad el hecho de trabajar con los grupos conlleva que ellos traigan otras cosas que nosotros, en un primer diagnóstico, no lo teníamos identificado.
El diagnóstico es participativo, hacemos un mapeo de instituciones que haya en la zona para que nos digan cuáles son las redes que conocen, qué se necesita en el barrio. Después que nos trasladan algunas demandas, una de las misiones de Juntos es generar acuerdos con otras instituciones del Estado y la sociedad civil.
¿En qué momento del proceso comienzan las actividades sociales?
Lo primero que hacen los participantes es enfrentarse a la participación que propone el área social, justamente porque a partir de nuestros diagnósticos y de lo que se levante de esas instancias, somos los primeros en tomar contacto con las familias. Trabajamos lo más integrado al área de arquitectura posible y todas las actividades del área social tiene participación de la de arquitectura. Es un programa socio-habitacional, para el área social sería bastante difícil sentarse a planificar una obra con alguien de arquitectura que no conozca a la familia.
¿Cómo se trabaja a nivel específicamente de las mujeres?
Se trabaja en base a tres dimensiones básicamente, una es el desarrollo comunitario, otra es género y otra es participación ciudadana. Dentro de cada una de ellas tenemos diferentes líneas de acción, por ejemplo, en la primera, se encuentra lo vinculado a educación, capacitación, proyectos socio-comunitarios, toda la línea de cultura, salud, trabajo solidario.
En lo que refiere a la segunda, lo que más encontramos son situaciones de violencia basada en género, pero a su vez nosotros trabajamos la promoción, no solo acompañar. Sí acompañamos de forma directa y coordinada situaciones de violencia, pero también generamos espacios de trabajo que concienticen y, en la medida de lo posible, prevengan situaciones de acoso, violencia y abuso.
A veces estas poblaciones de trabajo tienen tan construidos algunos estereotipos que capaz que están viviendo una situación de violencia y no la están identificando porque fue lo único que conocieron o por cómo ha sido su crianza. Ahí es cuando acompañamos a la mujer en el camino de dimensionar los hechos y que entiendan que hay formas de violencia que no es la física.
Ahora estamos trabajando con la asesoría de genero de la Intendencia de Montevideo, empezando a generar espacios con dos líneas de acción, por un lado, el acompañamiento a nuestros técnicos para hacer derivaciones responsables y, por otro, trabajar directamente con las áreas de intervención.
¿Y en cuanto a los niños que integran las familias?
Con los niños se actúa de la misma manera, siempre coordinando con el organismo competente, en este caso con INAU, por ejemplo. Como trabajamos a nivel comunitario con todas las organizaciones, las familias con las que trabajamos son derivadas por instituciones de los barrios, entonces los chiquilines van a la escuela o al CAIF. A la hora de hacer derivaciones, siempre se hacen con el organismo competente y con el informe correspondiente. Sí acompañamos, pero después damos paso a el organismo que corresponde.
Esto se da en las situaciones más complejas, pero para trabajar con los niños también tenemos las mismas líneas que con los adultos, por ejemplo, en el área de cultura. El año pasado tuvimos una experiencia con la Secretaría Nacional de Deporte –con quienes estamos en vías de firmar un convenio para llegar a más chicos–. Hicieron uso del verano saludable cerca de 60 niños en toda el área metropolitana.
Tenemos líneas de cultura y deporte vinculadas a lo recreativo. Este año, en las Eliminatorias al Mundial, el coordinador general tuvo acceso a algunas entradas para un partido de Uruguay y fue un grupo de niños de todo el país, algunos nunca habían llegado a Montevideo. Si bien se trabaja en las situaciones emergentes, también trabajamos en la promoción de espacios saludables para los niños.
Recientemente firmamos un convenio con la Escuela de Psicología Social del Uruguay que nos permitirá tener otro acompañamiento, no solo a técnicos sino también las familias. El área de salud mental no es algo que manejemos todo, entonces nos permitirá hacer derivaciones responsables y seguimiento de situaciones. Así como la vivienda no soluciona todos los problemas, tampoco el equipo de Juntos tiene la capacidad de abordar todas las situaciones, y por eso busca alianzas estratégicas.
¿Cómo se inicia el proceso de trabajo del equipo de Juntos en una nueva zona o familia?
A partir del año pasado estamos con una nueva metodología de selección de familias. Pero al inicio de Juntos, por el 2010, grupos organizados podían ir y presentar la demanda de viviendas a Juntos. Además, las viviendas construidas contemplaban las características del núcleo familiar. Eso se dio hasta 2015.
Cuando Juntos pasó a ser parte de la batería de herramientas de Dinavi, se pidió que intervenga con familias que derivarían los programas de proximidad del Ministerio de Desarrollo Social. Nos sentábamos en una gran mesa y los programas del Mides nos decían dónde tenían concentración de familias. A nivel constructivo pasamos a montar módulos que se llamaban “38m2”. Esto fue desde 2016 hasta 2020.
Actualmente, en este tercer período, lo que se da es que nosotros tenemos nuestra propia metodología de selección de familias. Se dan acuerdos político-institucionales como, por ejemplo, con los gobiernos locales, y se define en conjunto de acuerdo a la disponibilidad de tierras.
Juntos no tiene una cartera de tierras, entonces se trabaja en dos modalidades: con demanda dispersa en que actuamos en un barrio determinado, pero en lugares donde ya habitan las familias; y con realojos, que se dan cuando los gobiernos locales ceden tierras y se hace el proceso de selección de familias a través de un llamado a todas las organizaciones que están trabajando en el lugar definido; CAIF, escuelas, club de niños, centros de salud, centros cívicos, todos los actores locales de la sociedad civil o del Estado postulan familias.
Luego de postularlas, el equipo de Juntos releva a esas familias, se les asigna un formulario de necesidades básicas insatisfechas y de precariedad habitacional, y en base a eso se hace una especie de orden de prelación. Nosotros tenemos un tema presupuestal, no podemos seleccionar a todos.
Se conforman grupos de 10 a 20 familias, dependiendo de la modalidad, también para contar con mano de obra y no estirar los procesos. Luego de conformado el grupo, Juntos tiene un dispositivo en territorio con un técnico del área social, otro de arquitectura, un capataz de obra y toda la cuadrilla de trabajadores que depende del momento de la obra y de la cantidad de viviendas en ejecución.
En demanda dispersa, por ejemplo, a veces nos pasa que el lugar donde viven las familias no es viable para construir, ya sea por espacio, inundaciones, cauces de ríos cercanos, entre otras.
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