A riesgo de simplificar demasiado una tradición de pensamiento muy rica y diversa, podemos decir que el realismo consiste en una teoría de las relaciones internacionales que parte de la base de que los Estados, en un mundo “anárquico” en el que no existe un gobierno supranacional que dirima las disputas o proteja a los débiles, deben tomar medidas para garantizar su propia supervivencia. Dado que todos los Estados se ven obligados a actuar de este modo, los realistas argumentan que el ámbito internacional es siempre y necesariamente un campo de conflicto y competencia. Es un terreno en el que, como expresó Tucídides, “los fuertes hacen lo que quieren; los débiles sufren lo que deben”. Partiendo de estos supuestos básicos del realismo, ¿qué predice la teoría?
Para empezar, parte de la base de que todos los Estados tratarán de maximizar primero su seguridad y luego su poder. Suponiendo que los Estados sean actores mínimamente racionales, harán todo lo posible para evitar su extinción. En segundo lugar, en un mundo tan competitivo y anárquico, las pequeñas potencias vulnerables buscarán la protección de aliados fuertes. En tercer lugar, incluso los Estados poderosos, temerosos de caer presa de otras “grandes potencias”, tomarán medidas para maximizar su seguridad, a menudo afirmando una esfera de influencia, lo que implica excluir a esas otras grandes potencias de la invasión de sus fronteras o impedir que sus vecinos más débiles se adentren en las esferas de las grandes potencias hostiles. En cuarto lugar, el realismo predice que, si una gran potencia percibe que un país dentro de su esfera se está desviando hacia la órbita de otra gran potencia, utilizará todos los recursos que tenga a su disposición, incluida en última instancia la fuerza militar, para evitar que eso ocurra. En quinto lugar, el realismo predice que, en este escenario, si el país invadido no sucumbe al invasor, otras grandes potencias le apoyarán para desangrar a la potencia invasora y degradar su poder a largo plazo. Y, por último, el realismo predice que esas guerras continuarán hasta que uno de los combatientes se imponga (satisfaciendo sus necesidades mínimas de seguridad) o hasta que ambos bandos se hayan desgastado y se encuentren en un “estancamiento mutuamente perjudicial”. Ahora bien, ¿le suena algo de esto?
De principio a fin, lo que ha sucedido en el caso de la guerra ruso-ucraniana es exactamente lo que el realismo hubiera pronosticado, y muchos realistas lo hicieron. Rusia llegó a la conclusión de que Ucrania estaba saliendo de su esfera de influencia y entrando cada vez más en la órbita occidental. Cuando no se pudo hallar una solución diplomática viable al problema, Moscú lanzó entonces una invasión destinada a impedir que Occidente, en forma de la OTAN y la Unión Europea, siguiera invadiendo sus fronteras. Cuando Kiev resistió con éxito la ofensiva inicial de Moscú y la invasión rusa se estancó, Estados Unidos y sus aliados europeos proporcionaron la ayuda militar suficiente para negar una victoria a Rusia y para, como dijo el secretario de Defensa estadounidense Lloyd Austin, “ver a Rusia debilitada”. Y la guerra se ha prolongado hasta este punto porque ninguno de los dos combatientes ha sido aún derrotado y ambos siguen creyendo que la victoria está a la vuelta de la esquina.
Andrew Latham, profesor de relaciones internacionales en el Macalester College (Saint Paul, Minnesota), en The Hill
Frases célebres de Tucídides
“Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad y el secreto de la libertad, en el coraje”
“No es el debate el que impide la acción, sino el hecho de no ser instruido por el debate antes de que llegue la hora de la acción”
“Tal como va el mundo, el derecho no existe más que entre iguales del poder; los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren lo que tienen que sufrir”
“Las concesiones a los adversarios solo terminan en autoreproches y cuanto más estrictamente se eviten, mayor será la posibilidad de obtener seguridad”
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