No hablo por el Ejército, porque oficialmente tiene quien lo defienda. Pero ante el paso del tiempo y el silencio, como integrante de su reserva activa no me permito dejar pasar por alto un agravio como el que deliberadamente le hiciera el fiscal Ricardo Perciballe, días atrás.
“No hay dudas que el Ejército mató al capitán Gutiérrez en 1974…”, afirmó el magistrado en un escrito que respondía a la defensa del Tte. Gral. Rebollo, en una instancia del proceso que se lleva a cabo, en la causa dada en llamarse: “las muchachas de abril” (“El Observador”, 23/08/22). Causa que refiere a una operación militar realizada en el marco del combate al terrorismo marxista en el año 1974, en la que fueron abatidas tres integrantes del M.L.N -Tupamaros y resultaron heridos dos oficiales del Ejército, uno de los cuales fallece tiempo después.
En efecto, en un fundamento acusatorio sustentado por una investigación plagada de falsedades y contrariedades, que corona con una “autopsia histórica” realizada cuarenta y ocho años después, Perciaballe acusa al Ejército de haber “matado” a uno de los suyos…
Hasta aquí, no era novedad que el fiscal, al igual que otros operadores judiciales de su “camarilla”, procuraran aniquilar en los tribunales a quienes, combatiendo en primera línea al terrorismo marxista, malograron el éxito de la guerra revolucionaria. Prueba de ello, son sus procesamientos hediondos de odio e injusticia, y el consecuente tormento a que vienen siendo sometidos, ellos y sus familias.
Hoy, cuando la venganza está en su máximo apogeo, el plan advierte que es tiempo de pasar a la siguiente etapa. Es hora de ir por la esencia, por lo permanente. Es hora de ir por el Ejército.
De ahí que, sabedor de que jurídicamente la institución no puede defenderse, el fiscal “apuntó a su fuerza moral”, injuriándolo con expresiones que procuran: deshonrarlo frente a la opinión pública, desunirlo, y minar su ánimo y voluntad de combatir (RAE: 3. Tr. Atacar, reprimir, refrenar un mal o un daño, oponerse a su difusión. Combatir una epidemia, el absentismo, el terrorismo. 4.tr. Contradecir, impugnar).
Pero como nada es casual, vale recordar que el fiscal Ricardo Perciballe es quien, junto al juez Jorge Díaz, en los años 2009-2010 adquirieran notoriedad por sus “notables actuaciones” en el caso del arsenal de Feldman.
El Dr. Jorge Díaz, en aquel entonces juez de crimen organizado de 2° Turno, fue quien a los pocos días de ocurrido el hecho (previo al acto electoral) saliera presuroso a afirmar: “…no hay ningún elemento que vincule a Feldman, con la actividad política…”.
Por su parte, el fiscal Ricardo Perciballe fue quien tras once meses de investigación, solicitó el archivo de la causa, aduciendo: a) “… la inexistencia de elementos probatorios que vinculasen al contador Feldman con cualquier tipo de organización terrorista, o con una red de tráfico de armas…”, y b) “…el resultado de una pericia psicológica realizada post mortem, la cual atribuía a Feldman la patología del ‘síndrome de Diógenes’…”.
Saúl Feldman, el “acumulador de armamento y material de guerra”, había militado en un par de organizaciones revolucionarias de corte marxista, y al momento de la caída del arsenal estaba en posesión de documentos falsos. Asimismo, horas antes de suicidarse mató a un policía, hirió a otro, y quemó documentación que seguramente comprometía… Pasados trece años, las interrogantes son muchas: ¿a quién pertenecía el arsenal?, ¿de donde provenían las armas? y ¿para que se guardaban?
Volviendo al tema, y a modo de conclusión he de expresar: que por más que se intente denostarlo, la solidez moral del Ejército y el espíritu nacionalista de que invariablemente ha hecho gala desde su génesis, lo mantienen en el pedestal virtuoso que un día lo colocó la historia.
Lugar al que suele acudirse, prontamente, cada vez que el peligro acecha y donde ha de encontrárselo siempre presto, al servicio de la Patria y de las causas nobles. Porque ésa ha sido, es y será su razón de ser.
Su agravio al Ejército es inaceptable, señor fiscal.
Cnel. Luis Eduardo Maciel Baraibar
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