Nueva historia universal de la destrucción de libros. De las tablillas sumerias a la era digital. Fernando Báez. OCEÁNO. 2013. 440 págs.
Los libros, ese instrumento perfecto según la magistral definición borgeana, implican la posibilidad de atesorar y recrear la memoria de la Humanidad. Pero tan loable destino se entrecruza con la perversa decisión de algunos de arrasar con dicha posibilidad. Y esta trágica paradoja, la de atesorar conocimientos para las próximas generaciones y el sacrilegio de algunos de evitar esta continuidad, es lamentablemente un horror presente desde los albores de la historia.
Los biblioclastas han soñado que su fundamentalismo ciego quedaría como opción triunfante destruyendo las otras voces. Así aconteció por razones religiosas, políticas, xenofóbicas… siempre han sobrado razones para perseguir al otro, al distinto.
La quema de la Biblioteca de Alejandría, las hogueras nazis, la intolerancia religiosa que no se reduce solo a la Inquisición o las persecuciones estalinistas, son algunas de las peores páginas de este ensayo imprescindible. Pero no son las únicas.
Fernando Báez es considerado una de las mayores autoridades en el campo de la historia de las bibliotecas y ha consagrado su existencia a la defensa de ellas. La lucha contra la censura y la causa de la libertad han sido el norte de este especialista venezolano que integró las primeras misiones internacionales en 2003 que visitaron Irak con el objetivo de detener la destrucción de bibliotecas y museos de dicha nación.
Es a partir de dicha experiencia que surge una primera versión de la presente obra. Como consecuencia del conflicto bélico, surgieron hipotéticos saqueadores “espontáneos” que sabían qué robar y saquear de sitios emblemáticos. Luego, surgieron piromaníacos que arrasaron con los lugares profanados. Las tropas de la OTAN se tomaron su tiempo para comenzar a tomar medidas. Casualmente, en las propias bases surgieron “mercados alternativos” en los que comenzaron a traficarse obras de valor incalculable. Y los grupos que luego van a operar bajo la denominación del Califato Islámico también se dedicaron a traficar obras que para ellos supuestamente eran heréticas. Báez describe este saqueo organizado en “La destrucción cultural de Irak”, obra que ameritó que fuese declarado persona non grata por el Gobierno de Estados Unidos.
En esta obra hay un capítulo que nos toca de cerca, donde se describen efectos colaterales del Plan Cóndor, con la destrucción de libros en las dictaduras de Argentina y Chile
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