El miércoles 30 de octubre, el presidente chileno Sebastián Piñera, acompañado del canciller Teodoro Ribera y la ministra de Medio Ambiente Carolina Schmidt, anunció la suspensión de las cumbres APEC y COP25. Para algunos analistas esto constituye una forma de reconocer que el gobierno no ha podido controlar la situación de enfrentamiento social que afecta al país.
Los eventos internacionales de cualquier naturaleza son, para el país que los organiza, una oportunidad única de mostrarse al mundo. Por eso las reuniones cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se realizaba los días 16 y 17 de noviembre, y la Conferencia de las Partes (COP25) sobre el Cambio Climático en diciembre, ponían a Chile, uno de los países más pujantes del continente, en la ventana del mundo y a la vista de todos. Sin embargo, la suba del transporte de trenes en 0,05 dólares dispuesta por el gobierno, desencadenó una ola de protestas y violencia de tal magnitud que llevó al presidente Sebastián Piñera a suspender ambos eventos internacionales, lo que generó al país una importante caída en su imagen en el mundo, pero también pérdidas millonarias. Desde el gobierno se intentó mostrar que la decisión era para atender la crisis interna, sin embargo la razón principal sería la falta de seguridad.
En un mundo impredecible debido a la guerra comercial entre Estados Unidos y China y con tendencias proteccionistas, APEC aparece como un espacio que impulsa el crecimiento y la cooperación técnica y económica, compuesta por 21 países que representan el 60 % del PIB mundial (Australia, Bruéi Darussalam, Canadá, Corea del Sur, Chile, China, Estados Unidos, Filipinas, Hong-King, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Papúa Nueva Guinea, Rusia, Singapur, Tailandia, Tapei Chino, y Vietnam).
En el caso puntual de Chile, se incorporó en 1994 y desde entonces concretó 16 acuerdos comerciales; sus principales socios comerciales están en la región del Asia Pacífico, el 70 % de las exportaciones chilenas van a las economías de esos países y casi el 60 % de la inversión extranjera en Chile viene de los mismos.
La participación de Chile en el bloque tiene objetivos comerciales pero también estratégicos. En 2018 la entonces directora de Relaciones Económicas Internaciones de Chile, la economista Paulina Nazal dijo que la integración de ese foro es una oportunidad para el país de posicionarse aún más en Asia Pacífico. Agregó que Chile quiere ser “la puerta de esta zona al Pacífico, y en la práctica lo hemos logrado de alguna manera”, pero uno de los principales objetivos es ser un puente entre las economías del Mercosur y el mercado asiático.
Además la cumbre se presentaba como un muy probable escenario en el que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el mandatario chino, Xi Jimping, pudieran firmar un pacto para poner fin al enfrentamiento comercial entre ambas potencias.
El 14 de octubre, cuatro días antes de que comenzaran los disturbios en Santiago, el presidente chileno Santiago Piñera había dicho que “la guerra comercial tarifaria” entre las dos potencias “ha causado un daño gigantesco” a la “economía mundial” afectando “el crecimiento del comercio internacional”; solo a Chile le costó “10.000 millones de dólares”.
Pero Piñera afirmó que tenía esperanza y confianza de que el acuerdo entre Trump y Jimping se se firmara en Chile en instancias de la cumbre APEC. Ese desenlace hubiera sido un éxito internacional de magnitud para Chile, pero también para el presidente Sebastián Piñera.
Costos millonarios
La preparación y el desarrollo de la cumbre implican un presupuesto de 40 millones de dólares, un costo que parece descabellado pero no lo es tanto si se considera que China invirtió unos 100 millones cuando organizó un evento similar en 2014. Lo grave es que ese monto es recuperable por la presencia de miles de delegaciones con un gasto promedio de 300 dólares al día por persona, delegaciones que ya no llegarán.
La preparación y el desarrollo de la cumbre implican un presupuesto de 40 millones de dólares, que se hubiera recuperado con la presencia de miles de delegaciones que ahora no llegarán
Desde el sector económico se señaló que cuando el país decide una inversión de 40 millones de dólares es porque ha calculado recibir el retorno que superaría ese total. El economista Francisco Catañeda dijo que quienes más sufrirán el impacto de la suspensión de la cumbre serán las pequeñas empresas que se prepararon para recibir a todas las delegaciones y brindar diferentes servicios, y quince días antes se enteran de que no se realizará. El efecto económico no termina allí, se suma el desaliento que frenará inversiones y eso tendrá consecuencias en el corto y mediano plazo.
Inversión de 85 millones de dólares en la cumbre cop25
A las pérdidas por la suspensión de la APEC se suman otros 85 millones destinados a la COP25, entre ambas suman 125 millones.
Tras la suspensión chilena se fijó España como país sede, aunque Chile mantendrá la presidencia de la cumbre, reeditando lo sucedido en 2017 (COP23) que tuvo lugar en Boon, Alemania, pero fue presidida por Fiji. La diferencia es que, en 2017 la decisión de hacerla en un país diferente al que la presidía se tomó un año antes. En el caso de Chile, la cancelación se hace con apenas un mes de antelación.
La decisión también ha afectado a activistas ambientalistas que ya viajaban a Chile, pensando arribar en diciembre. Es el caso, por ejemplo, de la sueca Greta Thunberg y de otros 40 jóvenes que están en camino al puerto de Belém (Brasil) de donde tenían planificado trasladarse a Santiago, pero ahora deberán volver a Europa.
El peso de las decisiones internacionales
Además de la situación interna y de la inseguridad generalizada, el peligro de que importantes líderes decidieran no asistir a APEC o COP25 fue determinante para que Piñera decidiera suspender ambas cumbres.
Un día antes de que Piñera tomara la decisión, su par ruso Vladimir Putin había comunicado que no asistiría a APEC, y Japón había mostrado dudas sobre la pertinencia de participar.
En cuanto a la cumbre ambiental, el presidente Francés Emmanuel Macrón era aconsejado por sus colaboradores cercanos que mientas el Ejército estuviera en las calles, no era conveniente que viajara a Chile. Macron es uno de los principales aliados de Piñera en los asuntos climáticos.
Al margen de los violentos enfrentamientos que Chile sufre desde el 18 de octubre a niveles no vistos desde los años duros de la dictadura de Augusto Pinochet, toda esta situación deterioró la imagen del país y el presidente. Por el momento nadie se atreve a arriesgar cuánto implicará eso para la economía y las inversiones, pero todos coinciden en que el daño es significativo.