Con la acostumbrada falta de memoria por sus errores, horrores y despilfarros y en la carencia absoluta de autocrítica, la oposición recrudece sus ataques e invectivas contra el gobierno.
De nada sirvieron los acercamientos y diálogos entre altos dirigentes para bajar la temperatura de la discusión política y llevarla a niveles aceptables de tolerancia, que sustituyan los duros enfrentamientos.
Esos diálogos, también cuestionados puntualmente por el partido socialista a la persona del Presidente del Frente Amplio, fueron apenas un asomo de la buena voluntad de algunos dirigentes, en realidad de sólo algunos.
Hoy aflora en toda su dimensión y crudeza, la distancia o grieta que aleja a la oposición de toda posibilidad de acordar una política de Estado, sobre todo en aquellos temas que trascienden el mandato de una administración.
Con exigencias irresponsables sobre una rendición de cuentas, en la que el gobierno se ha esforzado en dar satisfacción a las demandas sin aumentar los impuestos ni incrementar el endeudamiento del país, se ha desatado una campaña en todos los frentes con la finalidad de despertar el descreimiento de la gente y censurar a los gobernantes.
Se aprovecha, además el deplorable caso Astesiano para empañar el prestigio del Presidente y su entorno, cuya probidad es indiscutible, ocultando que las maniobras de la asociación delictiva comenzaron en el año 2013 o sea en plena administración frenteamplista.
Hasta el intendente Yamandú Orsi, por lo general prudente, sale a decir que un pasaporte uruguayo era “de oro” y ahora está en baja nuestro prestigio en el exterior, con lo que quizás por su juventud no recuerde que en las épocas del asalto tupamaro, los pasaportes nuestros eran todos mirados con sospecha y examinados con lupa en todas las Aduanas, por las innumerables falsificaciones que había realizado la “Orga “. Recordar que el pasaporte que en ocasiones usaba, el guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara Lynch, era auténtico, pero con nombre falso…
El frente político opositor, alienta las movilizaciones y marchas de miles de personas acompañadas siempre por colectivos minoritarios, que desfilan con distintos reclamos, siempre vinculados a demandas presupuestales, pero a los que suman el rechazo a la política salarial, a la reforma educativa y a la reforma de la seguridad social.
El rector de la Universidad de la República Rodrigo Arim, convocado por el Ministro Mieres a permitir las clases de los docentes y estudiantes dispuestos a concurrir, se negó diciendo que compartía la medida y que, además a la Udelar no la habían consultado por la reforma educativa. Se nota que el Sr. Rector no es abogado ni tiene quien lo asesore, pues para meter a la Udelar en la reforma de los planes de la ANEP, se necesita una reforma constitucional dada la naturaleza jurídica de los organismos de enseñanza.
Y así a tal punto se exacerbaron las críticas en los debates parlamentarios, que el senador Guido Manini Ríos debió salir a contestar con una enérgica y contundente intervención, de envidiable poder de síntesis, para decirles que no admitía las críticas de insensibilidad o falta de políticas del gobierno y les puntualizó:
que habiendo tenido el viento a favor con circunstancias tan favorables que no se conocían en el país desde la guerra de Corea, dejaron 600 asentamientos con miles de uruguayos viviendo en la indigencia, a 400 mil trabajadores en la informalidad, a 200 mil obreros desocupados, a miles de niños que comían en la escuela o no comían, a un millón de uruguayos en el “clearing” de deudores expoliados por los intereses de usura permitidos a los Bancos o a los prestamistas, a fomentar los oligopolios comerciales extranjeros de las grandes superficies en detrimento de los pequeños y medianos permitiendo la quiebra de esos minoristas y micro comerciantes, a propiciar la concentración de la tierra que hoy muestra la propiedad de cientos de miles de hectáreas en manos de sociedades y que le extendieron la alfombra roja a los inversores foráneos, cediendo al reclamo de todas sus exigencias y desamparando el trabajo nacional.
Los que llevaron adelante esas políticas, son los que hoy le reclaman a la Coalición Republicana gobernante medidas que no supieron o no quisieron tomar cuando tuvieron el poder y las mayorías parlamentarias para hacerlo. Por lo que, sin autoridad para la crítica, los problemas del país que siguen sin resolverse llevan la impronta del fracaso de las administraciones frenteamplistas.
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