“AI sentimiento de júbilo que a mí, como a todos los orientales, nos inspira el gran acto que consagra para siempre esta fecha, se une en mi otro sentimiento de júbilo no menos fundado, no menos intenso; y es el que me produce esta unanimidad conmovedora -podemos llamarla así- con que el pueblo oriental, sin distinción de partidos, sin distinción de ideas, sin distinción, en fin, de ningún género, se ha unido, en esta alta ocasión histórica, en una sola palpitación, en un solo sentimiento, para tributar al pueblo del Brasil la admiración y el afecto que le debe…”.
“…América tiende, desde sus orígenes, por el pensamiento consciente de sus emancipadores, de los fundadores de los pueblos que la constituyen, a formar una confederación de naciones. Esa confederación de naciones será, primero una confederación moral, una armonía de intereses, de sentimientos, de ideas. Sera, algún día muy lejano, una gran unidad política, como la soñaba el libertador Bolívar, cuando pensaba que en el Istmo de Panamá, que une las dos mitades del continente americano, se reuniría algún día el Congreso Anfictiónico que mantendría con lazos perdurables la unidad de los pueblos del nuevo mundo. Hechos como el que va a realizarse, manifiestan, señor Presidente, que esa idea grandiosa no fue solo una utopía nacida de las fiebres del genio: que hay en el fondo de esa idea el presentimiento de un porvenir, remoto quizás, pero seguro”.
En octubre de 1908 el Barón de Río Branco, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, entregó en Río de Janeiro al Plenipotenciario uruguayo el proyecto de tratado de condominio y libre navegación del Río Yaguarón y la Laguna Merin. Luego de negociaciones que insumieron un año, el tratado se firmó –ad referéndum– el 6 de noviembre de 1909 (con fecha 30 de octubre) en la capital brasileña. El Poder Ejecutivo elevó el proyecto a la Cámara de Representantes el 11 de noviembre, y ese mismo día la Cámara lo vota por aclamación. En la ocasión, José Enrique Rodó pronuncia un famoso discurso, del cual extrajimos los párrafos anteriores. (Fuente: Un Discurso de Rodó sobre Brasil, José Enrique Etcheverry, 1950).
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