Con motivo de la misa por el aniversario del “Milagro de los Andes”, que por mi edad viví muy de cerca día a día en aquel 1972, hoy con mucho gusto vuelve a venir a la memoria de mi juventud y a emocionarme con cada testimonio, compartido en la celebración.
Me gustaría compartir unas palabras que quedaron resonando en mi corazón de Carlos de Haedo, sacerdote perteneciente a la Institución Dalmanutá, exalumno del colegio Christian Brothers y compañero de los que viajaron a Chile durante el accidente aéreo hace 50 años. Él no logró viajar por haber tenido un problema de columna un año antes y por estar estudiando cuando se concretó el viaje, circunstancias que él llamo “azarosas” y que está en muchas de las vidas de cada uno. Situaciones que pasan sin saber por qué, que no tienen explicación pero nos pasan a unos y a otros no. Para esto usó una imagen que me gustaría compartir en estas líneas.
“La vida es como un tapiz hecho con hilos, nosotros miramos la vida del lado de abajo del tapiz, en que vemos un montón de hilos de distintos colores que van de un lado al otro en un caos total y así es como percibimos la vida muchas veces. Dios en cambio, ve el tapiz del otro lado, lo que a nosotros nos parece caos para Él está conformando un hermosa imagen y figura”.
“Debemos tener una gran confianza en quien mira y ordena las cosas de arriba, de tal manera que nada de lo que hemos hecho con amor se pierde”, sino que queda recogido en este tapiz. Confiemos para que entre tantas circunstancias que se nos presentan imprevisibles o absurdas, podamos significarlas con la “forma” que Dios tiene pensado darle a la obra de arte única que es nuestra vida y que se teje cada día.
Un gran abrazo a todo el equipo de La Mañana, que siempre los leo y me han acompañado durante tantos años.
Lina Márquez
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